La inversi¨®n de las Cajas debe orientarse a los bienes sociales
Con los cambios introducidos en julio y agosto de 1977 las cajas ven disminuir en un 0,25 mensual su cuota de inversiones obligatorias. Esta liberalizaci¨®n se produjo paralelamente a la alta rentabilidad que supon¨ªa jugar en el mercado interbancario con intereses del 40% y m¨¢s, con pr¨¦stamos a s¨®lo dos d¨ªas de plazo.
El caso Baret fue el primer toque de atenci¨®n p¨²blico de los peligros -t¨¦cnicos y no tan t¨¦cnicos- que implicaba la transformaci¨®n de hecho de las cajas en bancos. Como se recordar¨¢, en la presunta estafa efectuada por Pedro Baret aparec¨ªa muy claramente que la Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros de Catalu?a y Baleares hab¨ªa efectuado dos imposiciones a plazo, en dos libretas del Banco Central, por un importe total de 430 millones de pesetas, con un inter¨¦s del 20%. Era una clara operaci¨®n de financiera privada. ?Una operaci¨®n as¨ª -afirm¨® a EL PAIS un directivo de la propia Caixa- puede ser legalmente efectuada por una entidad especulativa de tipo particular, pero no por una caja que se nutre del ahorro popular.?Esta penetraci¨®n de las cajas en el mercado -Interbancario no es siempre bien vista por- los bancos, si bien es analizada a partir de diferente criterio, seg¨²n sea un gran banco u otro peque?o. En todo caso, es una competencia poco justa, ya que las cajas no arriesgan su capital como hacen los bancos.
La alternativa que con relaci¨®n a las inversiones de las cajas desear¨ªa llevar a cabo la izquierda es muy diferente, si bien liasta ahora s¨®lo ha sido anunciada t¨ªmidamente. Para el catedr¨¢tico socialista Santiago Rold¨¢n, se tratar¨ªa de evitar la liberalizaci¨®n instaurada en julio y agosto de 1977 y, al mismo tiempo, sustituir los criterios intervencionistas del franquismo por otros que deber¨ªan ser funci¨®n de los intereses populares: inversiones en educaci¨®n, incremento de los pr¨¦stamos para vivindas, ayudas a la peque?a y mediana empresa, financiaci¨®n de obras p¨²blicas y de los proyectos de inversiones p¨²blicas de las entidades auton¨®micas y grandes municipios; es decir, en s¨ªntesis financiar los d¨¦ficit en bienes colectivos. Ello implicar¨ªa la b¨²squeda de otros caminos para financiar el mercado de obligaciones, actualmente en manos de las cajas y con una falta de fluidez superior a la propia de otros mercados europeos de renta fija. Otro aspecto clave es el de la territorialidad de las cajas y tambi¨¦n la de sus inversiones.
Curiosamente, en Catalu?a, despu¨¦s de las victorias electorales de la izquierda, una primera figura del mundo de las cajas se manifest¨® en el curso de una entrevista contraria a la actual limitaci¨®n de los permisos de apertura de sucursales dentro y, especialmente, fuera de su ¨¢mbito territorial. Est¨¢ muy claro que, en la medida que el ¨¢mbito de las cajas sea superior al de las entidades auton¨®micas, las razones y las posibilidades de control por parte de estas ¨²ltimas disminuir¨¢.
Respecto a la regionalizaci¨®n de sus inversiones -incrementada en agosto de 1977- no parece que ¨¦sta pueda ser real mientras las cajas tengan por funci¨®n la financiaci¨®n de las grandes empresas, las cuales, l¨®gicamente, est¨¢n concentradas en las zonas m¨¢s industrializadas, que no necesariamente son las que generan mayor ahorro popular en las cajas.
Como posible excepci¨®n, en Catalu?a se da un cierto equilibrio entre inversiones de las cajas de toda Espa?a en empresas de la zona y salida de recursos de las cajas catalanas a otras empresas de fuera de su ¨¢mbito. En cambio, las cajas andaluzas se ven obligadas a invertir grandes cantidades en empresas de fuera de su ¨¢mbito. Lo mismo sucede, pero con cantidades menores, con las cajas gallegas. El problema genera una gran sensibilidad popular. Su ¨²nica soluci¨®n es limitar los m¨¢rgenes de los recursos que pueden salir del ¨¢mbito de cada caja, as¨ª como la vinculaci¨®n de ¨¦stas a los entes auton¨®micos.
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