Rumores sobre un posible golpe militar en Colombia
En Colombia, pa¨ªs que vive una de las peores crisis de su historia reciente, parece haberse desatado una tormenta especulativa acerca de qui¨¦n ejerce realmente el poder en el pa¨ªs: los militares o el presidente de la Rep¨²blica. La pol¨¦mica, que ha saltado con t¨ªmidos rasgos a las columnas editoriales de los peri¨®dicos y que es tema preferido de conversaci¨®n entre los interesados por la pol¨ªtica, revela el estado de deterioro de la situaci¨®n colombiana.
Tanto se habla de los militares en Colombia, tan constantes son los rumores sobre la posibilidad real de un golpe de Estado en el pa¨ªs, que el propio ministro de la Defensa, general Luis Camacho, se ha visto obligado a referirse p¨²blicamente a esos rumores. Por supuesto, para desmentirlos de manera categ¨®rica: ?Son infundados los temores de que pueda haber en Colombia una dictadura militar. Sencillamente porque nuestro pa¨ªs puede darse el lujo de tener fuerzas armadas profesionales, sin ninguna ambici¨®n de car¨¢cter pol¨ªtico.?Las tranquilizadoras palabras del general Camacho, a quien muchos consideran el motor de todas las decisiones que se toma en el pa¨ªs, no parecen corresponder, sin embargo, a la verdad absoluta. El propio presidente Turbay Ayala admiti¨® hace unos d¨ªas que, como presidente, estaba sujeto a muchas presiones, pol¨ªticas, econ¨®micas ?y de otra ¨ªndole?, en clara alusi¨®n, seg¨²n la interpretaci¨®n de los expertos, a la creciente influencia militar en el Gobierno.
El origen del conflicto debe establecerse en el recrudecimiento de la actividad guerrillera en el pa¨ªs, coincidente en el tiempo con la toma de posesi¨®n de Julio C¨¦sar Turbay. A partir de ese momento y como respondiendo a una estrategia largamente preparada, los grupos guerrilleros que operan en Colombia (el M- 19 y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia son los m¨¢s activos) desataron una ofensiva a la que el Gobierno fue incapaz de responder con eficacia.
Los audaces golpes de la guerrilla (entre los que cabe recordar, por su espectacularidad, el robo de 5.000 fusiles de un arsenal del Ej¨¦rcito y el asesinato de un ex ministro del Interior) disgustaron profundamente a las fuerzas armadas, que impusieron, a finales del pasado a?o, un sever¨ªsimo estatuto de seguridad ampliatorio de las condiciones excepcionales previstas en el estado de sitio, vigente en el pa¨ªs desde hace m¨¢s de treinta a?os. La mayor¨ªa de los sectores pol¨ªticos del pa¨ªs han contestado, desde su promulgaci¨®n, dicho estatuto, que establece virtualmente el estado de guerra. Al amparo de las normas legales, el Ej¨¦rcito ha desplegado una actividad policial que mantiene en vilo a la opini¨®n p¨²blica.
Registros militares
Las patrullas de soldados, fuertemente armados, registrando domicilios o deteniendo ciudadanos en plana calle son ya paisaje habitual en las m¨¢s importantes ciudades colombianas. Las visitas a cualquier hora del d¨ªa o de la noche de agentes de la inteligencia militar se han convertido en la pesadilla de profesores universitarios, expertos en folklore o j¨®venes profesionales, que en gran n¨²mero han sufrido los interrogatorios de oficiales del Ej¨¦rcito.De toda esta actividad, frente a la que el Gobierno del presidente Turbay solamente puede asumir una posici¨®n de forzada aquiescencia, ya han surgido las primeras consecuencias graves. No hace mucho, los diarios de Bogot¨¢ reprodujeron los testimonios de algunos detenidos, revelando las sofisticadas torturas a, que hab¨ªan sido sometidos durante los interrogatorios en instalaciones militares.
En este episodio se ha dado una nueva prueba del poder de las fuerzas armadas en el pa¨ªs. A la m¨ªnima insinuaci¨®n p¨²blica sobre la conveniencia de una investigaci¨®n para averiguar si eran ciertas las denuncias de torturas, el propio ministro de la Defensa, general Camacho, respondi¨® enf¨¢ticamente negando aqu¨¦llas y rechazando la investigaci¨®n. Para reforzar su postura, el ministro no solamente advirti¨® que el estatuto de seguridad no ser¨ªa derogado, sino que ?ser¨¢ preciso reforzarlo, porque la delincuencia sigue desbocada. ?
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