Jes¨²s Izcaray, cronista de la guerra civil
La tetralog¨ªa que Jes¨²s Izcaray tiene en v¨ªas de realizaci¨®n es un ambicioso proyecto donde el autor busca plasmar las causas que dieron lugar a la ¨²ltima guerra civil y las consecuencias que se derivaron del conflicto b¨¦lico desde 1929 hasta nuestros d¨ªas. La primera novela (Un muchacho en la Puerta del Sol) conclu¨ªa en las v¨ªsperas del advenimiento de la Rep¨²blica. En Cuando estallaron los volcanes la acci¨®n nos llevar¨¢ hasta el momento en que el ej¨¦rcito nacionalista intent¨® tomar Madrid.Cuando estallaron los volcanes podr¨ªa dividirse en dos partes. En la primera predomina lo er¨®tico que se desprende de las aventuras amorosas del personaje central, y lo anecd¨®tico que procede del mundillo de escritores y periodistas de aquella ¨¦poca. El inter¨¦s se mantiene en esta parte mediante dos procedimientos directamente relacionados con lo er¨®tico y lo anecd¨®tico. Por un lado, al lector se le sacude la sensualidad mediante descripciones sexuales, aunque a veces este procedimiento pierde efectividad cuando se repite con frecuencia. Por otro, tenemos el recurso de introducir en la novela numerosas figuras de la ¨¦poca, y as¨ª vemos desfilar a Manuel Aza?a, a Valle Incl¨¢n, a Baroja, a Chab¨¢s, a Massip, a Dom¨ªnguez Benavides, a Cimorra, a Corpus Barga, por mencionar unos pocos. La segunda parte, mucho m¨¢s corta que la anterior, comenzar¨ªa con la sublevaci¨®n militar de 1936.
Cuando estallaron los volcanes
Jes¨²s Izcaray. Akal editor. Madrid, 1979.
Ahora, Julio G¨¢lvez, personaje central, pasa a ser cronista de guerra. Durante el desempe?o de su labor informativa, nos dar¨¢ viv¨ªsimas impresiones de la barbarie fascista, de los sufrimientos de la poblaci¨®n, de la enormidad del conflicto fratricida. Ahora, el elemento de acci¨®n pasa a primer plano, mientras que lo anecd¨®tico y lo er¨®tico quedan reducidos a sus justas proporciones. Es ¨¦sta la parte m¨¢s equilibrada y tambi¨¦n la m¨¢s lograda. Son p¨¢ginas llenas de apasionamiento, de hondo sentimiento de solidaridad con los destinos del pueblo espa?ol. Y muy acertadamente, es la parte con que culmina y se cierra el libro.
Como la divisi¨®n que arbitrariamente he establecido pudiera conducimos a suposiciones equivocadas, es preciso se?alar que Izcaray se ha esforzado por que en la novela siga el curso de la l¨®gica metamorfosis de Julio G¨¢lvez. Aquel ?muchacho? del libro anterior ha evolucionado ideol¨®gicamente, humanamente ha madurado. Mas el natural cambio que suponen diferentes edades y distintas ¨¦pocas se presenta dentro de una continuaci¨®n: los incidentes principales est¨¢n ya anticipados, en germen, en el primer volumen. Adem¨¢s, el autor se referir¨¢ a peripecias que se relataron en la precedente novela, e incluso nos dar¨¢ notas aclarativas al pie de la p¨¢gina, remitiendo al lector al primer libro. Aunque el recurso de las notas no es el m¨¢s indicado para una novela, el resultado en conjunto es que los dos vol¨²menes forman un todo finamente entretejido, algo as¨ª como ocurre en la trilog¨ªa La forja de un rebelde, de Arturo Barea.
Es obvio que las actividades del personaje coinciden con las vividas por su autor. Ser¨ªa interesante saber hasta qu¨¦ punto son copia fiel de la vida de Izcaray, y cu¨¢nto hay de ficci¨®n en las peripecias de Julio, tanto interior como exteriormente. Sea como fuere, el personaje nos muestra m¨²ltiples facetas de su personalidad; es un ser que duda, que tiene sus defectos y sus buenas cualidades, y, sobre todo, que se interroga a s¨ª mismo, que se pregunta por su propio modo de ser y que toma conciencia de sus imperfecciones, como es, por ejemplo, su tendencia al escape. El acierto de la autointerrogaci¨®n consiste en que es parte de la evoluci¨®n del personaje, la expresi¨®n de su lucha interior. Si no consigue dominar sus debilidades (como en el caso de los compromisos sentimentales), acabar¨¢ por increparse a s¨ª mismo. En otros casos, a la autointerrogaci¨®n corresponde una autoafirmaci¨®n en forma de respuesta que, a modo de jal¨®n, marca un paso m¨¢s en su vida. El hombre ha adquirido un compromiso al que ya no renunciar¨¢, como, por ejemplo, en su evoluci¨®n pol¨ªtica. El resultado es que el personaje posee un verdadero fondo humano, complejo, sumamente bien planteado.
De nuevo, partiendo de sus experiencias pol¨ªticas y period¨ªsticas, Izcaray nos ha dado un relato art¨ªsticamente, logrado, interesant¨ªsimo en su contenido como documento de una ¨¦poca, donde palpita el ansia de democracia y de reivindicaci¨®n que anim¨® al pueblo espa?ol en la d¨¦cada de los a?os treinta.
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