"En El Salvador todos estamos en peligro de muerte"
Monse?or Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, p¨¢rroco de la catedral metropolitana donde se ha producido la matanza, pas¨® por Madrid unas horas. Estaba en Roma desde hac¨ªa semana y media, adonde acudi¨®, invitado por unas monjas, a la beatificaci¨®n del espa?ol Francisco Coll. All¨ª se supo de los ¨²ltimos sucesos en su pa¨ªs. Regresa antes de lo previsto, a su catedral ?tomada?, sin saber qu¨¦ va a encontrarse al llegar. Oscar Romero, poco conocido en Espa?a, es hoy uno de los obispos m¨¢s comprometidos con su pueblo en la Iglesia latinoamericana.
Su homil¨ªa dominical, de m¨¢s de una hora, es el programa con m¨¢s audiencia en todo el pa¨ªs. En ella no s¨®lo ?trato de mantener la esperanza del pueblo?, sino que ofrece la mejor informaci¨®n semanal de lo que ha ocurrido en su peque?o pa¨ªs. Su labor de denuncia del Gobierno y de apoyo al pueblo le ha valido la postulaci¨®n -firmada por m¨¢s de cien parlamentarios brit¨¢nicos y hoy por numerosos grupos de otros pa¨ªses- para el Nobel de la Paz. Le ha valido tambi¨¦n una sistem¨¢tica campa?a de difamaci¨®n. Oscar Romero es un hombre pac¨ªfico, campesinamente astuto en sus declaraciones, al que se le llenan de l¨¢grimas los ojos cuando habla de los incontables dolores de su gente.Pregunta. ?Qu¨¦ ha pasado estos d¨ªas en su pa¨ªs?
R. Bueno, yo estaba fuera. Pero s¨¦ que la causa pr¨®xima de estos sucesos de ahora fue la protesta por la detenci¨®n de cinco dirigentes sindicales el 1 de mayo. No hay noticias de ellos hasta ahora. M¨¢s atr¨¢s ya est¨¢n las huelgas en la f¨¢brica de gaseosas La Constancia, a la que sigui¨® la de la electricidad, que tuvo al pa¨ªs sin luz veintitr¨¦s horas. Entonces lo dijimos muchos con alarma: es urgente un cambio en las leyes laborales. Y ya vieron, pues: ante el reclamo, el Gobierno no tiene otra palabra que balas. Mientras no haya m¨¢s respeto al derecho que los obreros y los campesinos tienen a organizarse y a expresarse, siempre pasar¨¢n estas cosas. Ah¨ª est¨¢ cabalmente la ra¨ªz de todo.
P. ?C¨®mo calificar¨ªa al Bloque Popular Revolucionario? Las agencias hablan de ?guerrilleros extremistas?...
R. El Bloque es popular, s¨ª, aunque no representa el sentir de todo el pueblo. Agrupa a varias organizaciones -entre ellas a FECCAS y a UTC, grupos campesinos de origen cristiano-, a estudiantes, a maestros. El Bloque, pues, es una realizaci¨®n m¨¢s del derecho que tienen los hombres a organizarse. Sus peticiones son jutas, aunque yo no puedo identificarme con todas sus estrategias. Y tampoco niego que a veces hay gente ah¨ª que profesa una violencia fan¨¢tica. Y eso, no...
P. ?Qui¨¦n sostiene una represi¨®n tan brutal y tan continuada como la que soporta el pueblo salvadore?o
R. Los capitalistas de mi pa¨ªs siempre est¨¢n exigiendo al Gobierno represi¨®n. Pero el capital interno no bastar¨ªa, cuenta con el capitalismo internacional. El pueblo no tiene salidas, vive s¨®lo ?aspirando? y termina realizando actos como los de estos d¨ªas, que a veces empeoran su situaci¨®n.
Desesperaci¨®n de la miseria
P. Son actos desesperados. ?D¨®nde nace esta desesperaci¨®n?
R. En la miseria. Hay miseria en mi pa¨ªs, no lo podemos negar. Y al ladito de la miseria de la mayor¨ªa, el contraste del derroche de unos pocos.
P. Esas ?catorce familias? que se dice siempre al analizar la situaci¨®n salvadore?a...
R. Ahora ya son m¨¢s de catorce. Y lo tienen todo. Y hay gente que se muere de hambre. Antes de yo irme, hasta daba un diario la noticia: un se?or de Santa Ana, muerto de desnutrici¨®n. Los ni?os del campo y en los tugurios tienen la cara del hambre.
P. Usted ha tenido ya muchas amenazas de muerte...
R. S¨ª, me quieren afectar con un ataque psicol¨®gico, crearme una psicosis. Pero, gracias a Dios, no me han quitado la serenidad. Hago lo que tengo que hacer.
P. Pero su vida corre peligro...
R. Creo que en El Salvador todos estamos en peligro de muerte. Y el que dice la verdad sabe que corre ese riesgo, pues...
Tortura
P. ??Desaparecen? personas en el pa¨ªs, hay tortura?
R. En el arzobispado tenemos una oficina que llamamos secretar¨ªa de comunicaci¨®n. Y un servicio, el socorro jur¨ªdico. A trav¨¦s de estas dos oficinas sabemos de la cantidad de atropellos que se cometen en las ciudades, y sobre todo en el campo. Conocemos muchas esposas y madres que andan buscando de c¨¢rcel en c¨¢rcel. Y nadie les dice nada. Yo soy testigo de la gente que sale de las c¨¢rceles con se?ales claritas de tortura. ORDEN, esa organizaci¨®n que protege el Gobierno, es un horror entre los campesinos. Y la tristeza es que ORDEN est¨¢ formada por campesinos que denuncian a sus hermanos. ?Por qu¨¦? Por hambre, pues. Han explotado el hambre de nuestra gente. Unos por hambre se organizan para liberarse, y se encuentran al lado a otros campesinos organizados, tambi¨¦n por hambre, para denunciarlos.
P. Hay jerarqu¨ªas en la Iglesia que insisten en el di¨¢logo con los Gobiernos. ?Podr¨ªa usted dialogar con el Gobierno salvadore?o?
R. Podr¨ªamos. Pero yo siempre he dicho que mientras no se vean las se?ales de que se respeta al pueblo, no tiene objeto este di¨¢logo.
P. Estos secuestros, esta matanza en la catedral, llevan ahora por el mundo noticias del drama de El Salvador...
R. S¨ª, ahora se enteran muchos. Pero es una situaci¨®n ya muy vieja. Lo de estos d¨ªas no pas¨® por generaci¨®n espont¨¢nea. Pero cuando uno cuenta y cuenta le miran como si dijera mentiras. No se hacen cargo de la situaci¨®n.
P. Usted vio al Papa en Roma. Le cost¨® bastante conseguir esta audiencia, casi tuvo que mendigarla... ?Qu¨¦ impresi¨®n trae de all¨¢? ?El Papa s¨ª se hace cargo?
R. Pues... Escuchar, escucha. Pero... No s¨¦, me preocupa la informaci¨®n tan parcializada que le est¨¢ llegando de all¨¢. Yo sent¨ªa como un vac¨ªo all¨¢ en Roma... Ahora, aprovecho esta entrevista y hasta donde llegue el eco de mi voz, que se sienta el llamamiento de mi pobre pa¨ªs. Miren m¨¢s hacia ¨¦l, hacia Centroam¨¦rica, hacia toda Am¨¦rica Latina. Necesitamos el apoyo moral de ustedes.
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