El sector p¨²blico y la reactivaci¨®n
(Del Grupo Economista del PSOE)El reciente debate parlamentario sobre pol¨ªtica econ¨®mica ha puesto de manifiesto, en primer lugar, los problemas que est¨¢ planteando en Espa?a el mediocre comportamiento de la econom¨ªa en t¨¦rminos de crecimiento del empleo y de la producci¨®n en los dos ¨²ltimos a?os. En segundo lugar ha salido a la luz un importante tema de debate, ante futuras medidas de pol¨ªtica econ¨®mica: el peso y el papel que el sector p¨²blico debe tener en la econom¨ªa espa?ola. Ante el primero de los dos puntos parece inaceptable que persista la situaci¨®n de los ¨²ltimos a?os, dominada por un lento crecimiento de la econom¨ªa y por un proceso de agravamiento continuo del paro, a pesar de la mejor¨ªa clara que se ha registrado en 1978 en el saldo de las transacciones con el resto del mundo. En cuanto al papel del sector p¨²blico, un examen m¨ªnimo de los resultados de su evoluci¨®n indica que, en los ¨²ltimos dos a?os, ha tenido lugar un fuerte aumento del consumo p¨²blico, a la vez que un crecimiento excesivamente bajo del gasto p¨²blico de inversi¨®n. El aumento del consumo p¨²blico ha tenido lugar a causa del crecimiento en el n¨²mero de asalariados del sector p¨²blico, de la actualizaci¨®n de los ingresos de estos ¨²ltimos y, en 1978, por el Importante aumento de las compras de material militar. Este aumento del consumo p¨²blico ha tenido mucho de aumento inercial, y no se ha debido a motivos ideol¨®gicos. Esta creciente participaci¨®n del consumo p¨²blico se ha derivado tambi¨¦n del d¨¦bil comportamiento del gasto realizado por el sector privado, esto es, por empresas y familias, y, de no haber tenido lugar, el nivel de paro de la econom¨ªa espa?ola ser¨ªa ahora bastante m¨¢s elevado. Resulta parad¨®jico que un pa¨ªs con una de las m¨¢s altas tasas de paro del mundo occidental registre super¨¢vit en su balanza por cuenta corriente. Esto ¨²ltimo significa que Espa?a est¨¢ financiando al resto del mundo, que el ahorro del sector privado espa?ol est¨¢ sirviendo para financiar, no s¨®lo el menor ahorro interior del sector p¨²blico, sino tambi¨¦n a otras econom¨ªas exteriores.La realizaci¨®n en Espa?a de una pol¨ªtica econ¨®mica de crecimiento se hace indispensable no s¨®lo para reducir el paro, sino tambi¨¦n para poder llevar a cabo las necesarias reformas sectoriales que plantean las nuevas condiciones econ¨®micas generales, condiciones dominadas por las consecuencias que plantea el coste creciente de la energ¨ªa.
Desde una perspectiva socialista no cabe hablar ahora de reducci¨®n del gasto p¨²blico, sino de reasignaci¨®n del mismo. Parece oportuno seguir dos v¨ªas de acci¨®n, a corto y medio plazo: por un lado conviene estimular la inversi¨®n p¨²blica, sobre todo la realizada por las corporaciones locales, y por otro, debe favorecerse la inversi¨®n en vivienda, sobre todo la destinada a satisfacer el segmento m¨¢s necesitado de ayuda dentro del d¨¦ficit potencial ahora existente, que es el de las viviendas de protecci¨®n oficial. El consumo p¨²blico debe aproximar su aumento al crecimiento experimentado por el conjunto de la actividad econ¨®mica y por el producto interior bruto. De este modo, al moderarse el consumo, se conseguirla acrecentar el ahorro p¨²blico, y se podr¨ªan financiar ritmos m¨¢s altos de aumento de la inversi¨®n p¨²blica, inversi¨®n que se destinar¨ªa b¨¢sicamente a mejorar los equipamientos colectivos del pa¨ªs y que tambi¨¦n actuar¨ªa favorablemente sobre el nivel de empleo.
La inversi¨®n de las corporaciones locales
Si resulta bajo el peso de la inversi¨®n p¨²blica en Espa?a respecto del producto interior bruto (2,7% entre 1974 y 1976, frente al 4,5 % en la OCDE en el mismo per¨ªodo), a¨²n m¨¢s reducida aparece la participaci¨®n de la inversi¨®n realizada por los Ayuntamientos y Diputaciones en la inversi¨®n p¨²blica total. Mientras que en 1977-1978, el 65% de la inversi¨®n p¨²blica sueca y el 75% de la alemana se realiz¨® a trav¨¦s de tales entidades, en Espa?a esa participaci¨®n no pas¨® del 25%.
Una participaci¨®n creciente de la inversi¨®n de los Ayuntamientos espa?oles en la inversi¨®n p¨²blica total -tendr¨ªa evidentes ventajas: se conocer¨ªan mejor las necesidades, se realizar¨ªan las obras m¨¢s precisas y se atacar¨ªa al paro de forma m¨¢s cualificada. Los mayores recursos de las corporaciones locales deben de conseguirse por varias v¨ªas. En primer lugar, debe de reformarse de forma sustancial la forma en que hasta ahora se han aplicado los impuestos locales aut¨®nomos (solares, plusval¨ªas, radicaci¨®n, circulaci¨®n, gastos suntuarios y publicidad), tarea que puede ser un objetivo inmediato de los nuevos ayuntamientos democr¨¢ticos. En segundo lugar, la fiscalidad local debe revisarse de forma que se cubran mejor las fuertes necesidades de equipamiento de las grandes ciudades, lo que sin duda originar¨¢ una mayor presi¨®n fiscal local en estas ¨²ltimas que en el resto del pa¨ªs. Deben tambi¨¦n de revisarse los criterios de distribuci¨®n de la fiscalidad estatal hacia los municipios en un sentido m¨¢s favorable para estos ¨²ltimos que lo que ahora existe.
En los ¨²ltimos tres a?os, la inversi¨®n en vivienda ha experimentado un continuado retroceso. El subsector de las viviendas de protecci¨®n oficial ha presentado, sobre todo, un panorama muy deprimido. As¨ª, dentro de las viviendas de protecci¨®n oficial, entre 1975 y 1978, han disminuido a ritmos medios anuales del 6% las viviendas terminadas; en un 21%, las solicitudes de calificaci¨®n provisional, y en un 12%, las viviendas protegidas iniciadas. Esta situaci¨®n puede dar lugar a que en los pr¨®ximos a?os el n¨²mero total de viviendas terminadas quede por debajo del crecimiento demogr¨¢fico, con lo que podr¨ªa aumentar, de nuevo, el d¨¦ficit, aparte de no reponerse el importante n¨²mero de viviendas ahora ocupadas y que se encuentran en condiciones deficientes de conservaci¨®n.
Parece evidente que el sector de la vivienda no va a crecer en el futuro a los ritmos correspondientes a los a?os sesenta y primeros a?os setenta, pero las necesidades ahora existentes justifican un n¨²mero anual de terminaciones superior a 300.000 viviendas. Frente a esta necesidad, el total de iniciaciones ha debido estar muy por debajo de esa cifra en 1977 y 1978. En bastantes pa¨ªses industriales, la moderada recuperaci¨®n que se ha registrado en la demanda interior se ha visto ayudada por importantes mejoras en la iniciaci¨®n de nuevas viviendas (ejemplos: Holanda en 1977, Jap¨®n en 1978, Estados Unidos en 1976-1977, Suecia en 1978). En Espa?a se ha pasado, desde 1977, de un sistema de financiaci¨®n basado en una fuerte aportaci¨®n de fondos, proporcionada a trav¨¦s de los coeficientes de pr¨¦stamos de especiales de las cajas, a un esquema bastante m¨¢s liberal, lo que ha podido influir, de alguna forma, en el d¨¦bil ritmo de iniciaciones. No existe ahora en Espa?a un sistema de financiaci¨®n que permita adquirir una vivienda sin excesivos sacrificios a las familias de menores ingresos, por medio de pr¨¦stamos en condiciones favorables de plazo y tipo de inter¨¦s, al contrario de lo que sucede en la mayor parte del mundo occidental. La desaceleraci¨®n del ritmo de reducci¨®n del coeficiente de pr¨¦stamos especiales de las Cajas, entre las recientes medidas adoptadas en materia de pol¨ªtica monetaria, aunque conveniente, no va a cambiar mucho la situaci¨®n actual. El establecimiento de un subcoeficiente espec¨ªfico de pr¨¦stamos-vivienda hubiese sido m¨¢s conveniente, puesto que no cabe esperar que las emisiones de c¨¦dulas hipotecarias destinadas a proporcionar recursos al cr¨¦dito oficial vaya a ser la soluci¨®n al problema, que tambi¨¦n tiene su origen en factores reales. Un sistema que, con todos sus defectos, ha funcionado, no puede dejarse de lado sin crear paralelamente otro alternativo. Debe de desarrollarse, en todo su alcance, el pasado decreto 3.148/1978 (BOE de 16 de enero), sobre viviendas de protecci¨®n oficial, y tambi¨¦n deben acrecentarse los fondos presupuestarios destinados a favorecer las compras de viviendas por las familias m¨¢s humildes.
La econom¨ªa espa?ola precisa, pues, de un est¨ªmulo importante de la demanda interior. La participaci¨®n del sector p¨²blico queda todav¨ªa muy por debajo de los patrones normales en otros pa¨ªses. El acrecentamiento de dicha participaci¨®n parece necesario, y m¨¢s por la v¨ªa de la inversi¨®n que del consumo. Pero esta acci¨®n debe ser selectiva y, a corto y medio plazo, las dos v¨ªas aqu¨ª citadas, aumento de la inversi¨®n de las corporaciones locales y est¨ªmulo al gasto en vivienda, pueden afectar de manera favorable a la creaci¨®n de puestos de trabajo, aparte de suponer un empuje primario a una demanda interior que todav¨ªa ofrece un panorama muy deprimido.
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