Agitaci¨®n en las fuerzas armadas portuguesas por la ley de amnist¨ªa
Cada vez que la situaci¨®n pol¨ªtica portuguesa registra los s¨ªntomas de la aproximaci¨®n de una nueva crisis, los medios militaresvuelven a ser el blanco de todas las atenciones y de presiones m¨¢s o menos disfrazadas.
Ahora que todo el pa¨ªs espera los resultados del debate -tard¨ªo- del presupuesto del Estado, que podr¨¢ decidir el futuro inmediato del Gobierno y del actual Parlamento, las reacciones militares a la eventual promulgaci¨®n de la ley de amnist¨ªa de los delitos pol¨ªticos militares de 1975 est¨¢ dando pretexto a una agitaci¨®n y a un alarmismo que el Estado Mayor afirma que carece de toda justificaci¨®n.Los hechos oficiales son escuetamente los siguientes. Votada la ley de amnist¨ªa propuesta al Parlamento por los socialistas, el Consejo de la Revoluci¨®n consider¨®, despu¨¦s de consultar la comisi¨®n constitucional, que la misma era conforme a las disposiciones de la Constituci¨®n. Pero la decisi¨®n fue adoptada por una estrecha mayor¨ªa (dos contra nueve), con todos los jefes de Estado Mayor de las fuerzas armadas con asiento en el Consejo votando en contra.
As¨ª las cosas, el general Eanes, que es tambi¨¦n jefe del Estado Mayor General, decidi¨® no promulgar la ley y mandarla de nuevo al Parlamento. Este ¨²ltimo, una vez tomado conocimiento de los motivos de la decisi¨®n presidencial, podr¨¢ escoger entre tres soluciones: votar de nuevo el texto en cuesti¨®n con mayor¨ªa absoluta, haciendo obligatoria su promulgaci¨®n; modificar el texto para tomar en cuenta las objeciones del general presidente (el Partido Socialista se afirmaba ayer dispuesto a reformular su propuesta) u, olvidar, pura y simplemente, el asunto.
Esta ¨²ltima fue la soluci¨®n adoptada en el caso de otra ley de amnist¨ªa, de diciembre de 1976, sobre delitos comunes, ¨²nico precedente de veto pol¨ªtico ejercido por Eanes, que no lleg¨® nunca a ser discutida de nuevo.
Frente a la eventualidad de la promulgaci¨®n de la ley, los jefes de Estado Mayor han querido conocer, junto a los comandantes de unidades bajo su mando, las implicaciones que la misma tendr¨ªa para el normal funcionamiento de la situaci¨®n militar, nada m¨¢s natural, afirmaba un portavoz del Estado Mayor, y que no cuestiona el debido respeto del poder militar hacia el poder civil, siendo perfectamente injustificado el alarmismb de ?ciertos ¨®rganos de informaci¨®n?, que presentan la reuni¨®n habida el pasado jueves en ?t¨¦rminos de fuerza y sublevaci¨®n ?.
No deja de ser curioso, sin embargo, que, a pesar de la prohibici¨®n hecha a militares que no sean miembros del CR, o jefes de Estado Mayor, de pronunciarse p¨²blicamente sobre problemas de ¨ªndole pol¨ªtica o militar, todos los peri¨®dicos que publiquen entre comillas comentarios de una forma no identificada del Estado Mayor del Ej¨¦rcito de Tierra acerca de la ?falta de sensibilidad de los pol¨ªticos para los asuntos militares? y el car¨¢cter ?perturbador de la necesaria disciplina interna?, que significar¨ªa la reintegraci¨®n al servicio, como consecuencia de la amnist¨ªa, de militares que han dado ?sobradas muestras de su falta de idoneidad y de cualidades de mando?.
Este peligro, que se relaciona veladamente con un eventual regreso a la actividad de los m¨¢s destacados oficiales de izquierda (Otelo, Dinis de Almeida y algunas decenas m¨¢s) no existe, ya que ¨¦stos siguen bajo el enjuiciamiento de los consejos superiores de disciplina, que empezaron a celebrarse y cuyas primeras sentencias han sido en todos los casos el paso a la reserva de los inculpados.
M¨¢s a¨²n: Rosa Coutinho, el ¨²nico en beneficiarse hasta la fecha de la anulaci¨®n, por el Supremo Tribunal Militar, de la sanci¨®n impuesta despu¨¦s de un juicio en el Consejo de Disciplina, permanece desde hace m¨¢s de un a?o en su casa, sin funciones activas.
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