C¨¢diz, sin suelo para construir ocho mil viviendas
El matrimonio Iglesias lleva veintid¨®s a?os casado. Desde entonces viene solicitando vivienda al ayuntamiento y a la delegaci¨®n ?porque los pisos que se est¨¢n vendiendo valen dos o tres millones y ning¨²n pobre puede hacerse con este dineral?. Desde entonces, tambi¨¦n, habita una casa de vecinos muy oscura -la luz tiene que permanecer encendida d¨ªa y noche-, cuya falta de condiciones se ha ido agravando con el crecimiento de la familia, hasta el punto de que en los ¨²ltimos tiempos el marido dorm¨ªa con su hermano; la mujer, con un hijo de seis a?os, y la hija, de dieciocho, con un hermano de doce. ?Hablando feamente: que tiene uno a los hijos como cochinos?, resume Cristina Navas.El water es com¨²n para toda la casa de vecinos- para pasar de una de las habitaciones a la otra hay que saltar por encima de la cama; lavarse en una ba?era de pl¨¢stico, casi exige un desalojo familiar.... Estas son las razones por las que el 10 de mayo Cristina Navas se decidi¨® a meterse por la fuerza, con un colch¨®n y varias mantas, en el cuarto piso de Levante, 1, en una vivienda adosada a un colegio nacional y que debiera estar ocupada por un profesor de EGB.
Esta mujer, que se retuerce el delantal mientras habla, y este hombre, que trabaja el d¨ªa que hay trabajo en el muelle, esperan que alguien les busque una soluci¨®n, (?Esperamos que este alcalde nuevo sea m¨¢s amable con los pobres; si nos diera un piso, lo cog¨ªamos a hombros entre todos.?) Mientras no la haya, ellos no piensan moverse de all¨ª, lo mismo que ese otro ocupante tan joven que parece mentira que tenga ya cuatro hijos y que afirma rotundamente: ?Yo, de aqu¨ª no me voy, me tienen que matar antes de sacarme. Y eso se lo digo yo al alcalde, al gobernador...
Casos semejantes son los de las familias que han ocupado viviendas en el colegio Adolfo de Castro, en Garc¨ªa de Sola -piso propiedad de un militar-, en Vel¨¢zquez o en la urbanizaci¨®n La Ardilla, de la vecina San Fernando.
Las ocupaciones de ahora no son sino la consecuencia de un crecimiento urbano aberrante por no planificado, a base de pisos de lujo inaccesibles a econom¨ªas modestas, alquileres desorbitados a causa de la presi¨®n tur¨ªstica y esa forma de chabolismo vertical que representan muchas casas de vecinos superpobladas de los barrios de Santa Mar¨ªa y La Vina y otras zonas del casco antiguo, subdivididas metro a metro (los llamados partidilos) y sedes de hacinamiento y estrecheces.
Veinte o treinta solares
?El gran problema de C¨¢diz es la falta de suelo. Mientras no haya suelo planeado y a un coste razonable, no tenemos posibilidad de actuar?, declar¨® a EL PAIS el delegado provincial de la Vivienda, Mario Pe?alver, subrayando que el Ministerio tiene las manos atadas por la falta de espacio para construir. ?Si le digo que puede haber veinte o treinta solares donde levantar viviendas, tal vez le exagero mucho?, a?adi¨®.En efecto, el d¨¦ficit de suelo impone que tanto en C¨¢diz-1 (casco antiguo), como en el C¨¢diz-2 (desde Puerta de Tierra a Cortadura) s¨®lo puedan realizarse actuaciones marginales que apenas contribuyen a paliar el problema. Las posibilidades de una real expansi¨®n de la ciudad se limitan, pues, al C¨¢diz-3, es decir, la zona situada a partir del Fuente de Cortadura, en direcci¨®n a San Fernando, cosa que ya supieron ver ciertos promotores con vista, que hicieron algunas obras de infraestructura en el sector, antes de que fuese aprobado el correspondiente plan de ordenaci¨®n.
El plan fue impugnado por diversas entidades profesionales y ciudadanas y, finalmente, rechazado por el Ministerio de Obras P¨²blicas. En su base no hab¨ªa m¨¢s que una gran operaci¨®n especulativa que contemplaba un aumento de la demanda tur¨ªstica antes que las necesidades de equipamiento de los ciudadanos de C¨¢diz. Pero algo hay que hacer con el sector, y Mario Pe?alver ha recordado al nuevo Ayuntamiento la existencia de un detallado estudio del Ministerio, que, sin imponer nada, examina siete opciones para el C¨¢diz-3. El estudio fue entregado hace casi dos a?os a la anterior Corporaci¨®n y en todo este tiempo ha dormido el sue?o de la desidia.
El puente como obst¨¢culo
Puede haber otra soluci¨®n para esta ciudad, en la que algunos llegan a proponer que no se permita empadronarse a nadie m¨¢s: construir al otro lado del puente Jos¨¦ Le¨®n de Carranza, en la zona del r¨ªo San Pedro, ya en el t¨¦rmino municipal de Puerto Real. All¨ª el Ministerio ha anunciado la promoci¨®n de 960 viviendas en terrenos propiedad del Instituto, aunque el delegado provincial reconoce la dificultad que representa el car¨ªsimo peaje del puente, que quienes habitasen en este sector y trabajasen en C¨¢diz tendr¨ªan que abonar dos o cuatro veces diarias.M¨¢s que dificultad es un obst¨¢culo insuperable para familias obreras, seg¨²n piensa la izquierda gaditana. Para Hip¨®lito Garc¨ªa (PSOE), concejal delegado de Vivienda y Urbanismo, ?es inadmisible que el puente, que se hab¨ªa concebido para promocionar la ciudad, se haya convertido en un freno a su desarrollo?; opina que a C¨¢diz hay que contemplarla ya como ciudad-bah¨ªa, implicando mediante una mancomunidad de municipios o entidad metropolitana a la propia C¨¢diz, Puerto Real, Puerto de Santa Mar¨ªa y San Fernando.
Desde esta ¨®ptica, los socialistas piden que el poder central proceda a la nacionalizaci¨®n del puente, pagando a B¨¦tica de Autopistas la correspondiente indemnizaci¨®n que, ?en todo caso, ser¨¢ mucho m¨¢s barata que los accesos a Madrid o Barcelona?. En cuanto a C¨¢diz-3, Hip¨®lito Garc¨ªa se muestra partidario de abrir un debate p¨²blico sobre el tema, con participaci¨®n de profesionales, asociaciones de vecinos y todo aquel que tenga intereses en el sector, despu¨¦s del cual habr¨¢ que tomar la decisi¨®n que m¨¢s intereses a la ciudad. A t¨ªtulo particular, el concejal socialista considera que la margen derecha, como zona de playa, debe quedar reservada para zona de esparcimiento y recreo.
Faltan 8.000 viviendas
?Sin rechazar las posibilidades del C¨¢diz-3, la ¨²nica forma de hacer frente al d¨¦ficit de 8.000 viviendas que padece la ciudad es mediante la liberaci¨®n del peaje?, confirm¨® a EL PAIS el concejal delegado de Ense?anza, Manuel G¨®mez de la Torre (PCE), que ha tenido que lidiar tambi¨¦n con el problema de las ocupaciones, ya que algunos de los pisos en cuesti¨®n eran de propiedad municipal y destinados a maestros. Para los comunistas, el problema de la vivienda es una consecuencia m¨¢s del modelo de crecimiento aberrante que se ha seguido en la ciudad.Ambos interlocutores est¨¢n de acuerdo en que las ocupaciones son un regalo envenenado a pocos d¨ªas de constituirse la nueva Corporaci¨®n y subrayan que esas viviendas estaban vac¨ªas desde hace a?os, sin que nadie las hubiese ocupado hasta ahora, mostrando tambi¨¦n su extra?eza porque la fuerza p¨²blica se apresurase a desalojar un piso propiedad de una inmobiliaria que hab¨ªa sido ocupado d¨ªas atr¨¢s, mientras que ante las viviendas municipales la actitud de las autoridades es de inhibici¨®n. Precisamente C¨¢diz fue la primera ciudad en la que entr¨® en vigor una ley, no derogada, de 1947, que obliga a los gobernadores civiles a perseguir a los propietarios de viviendas que las tengan abandonadas.
Lo que el Ayuntamiento de izquierdas no consentir¨¢, aseguran, es que las viviendas vayan a manos de los m¨¢s listos o los que den las patadas m¨¢s fuertes a la puerta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.