El postcongreso del PSOE
Diputado del PSOE por AsturiasEl ins¨®lito desenlace del XXVIII Congreso del PSOE, provocado por la negativa rotunda de Felipe Gonz¨¢lez a aceptar su reelecci¨®n como secretario general del partido, ha abierto una crisis cuyas consecuencias son dif¨ªciles de prever en estos momentos.
El gesto de Felipe, tan elogiado por casi toda la prensa, y en particular por las editoriales de algunos peri¨®dicos, con todo lo que tenga de valor moral, produce de forma inexorable un par¨¦ntesis delicad¨ªsimo en la vida del PSOE. La pol¨¦mica se hace inevitable. Tengamos al menos la dignidad suficiente para que no degenere. Por ejemplo, decir de los oponentes que son socialdem¨®cratas, o que tienden a la socialdemocracia, puede ser un error, pero no es un insulto. Decir, por el contrario, de compa?eros con los que se ha compartido responsabilidades, que son demagogos y criptocomunistas es -por lo menos- una impertinencia. Conservemos la serenidad y apliquemos la inteligencia.
Para evitar esta situaci¨®n proclive a las pasiones, algunos aconsejamos hasta el ¨²ltimo momento a Felipe que no se fuera, que renovase su mandato. Hab¨ªa otras formas menos quir¨²rgicas de resolver los supuestos desaciertos de la ponencia pol¨ªtica. Todo el congreso hubiera aceptado con entusiasmo que una ejecutiva con Felipe Gonz¨¢lez a la cabeza convocase en plazo prudente una convenci¨®n ideol¨®gica, o incluso ese mismo congreso extraordinario, al que se hubiera llegado sin crispaci¨®n alguna, evitando adem¨¢s la impresi¨®n de crisis producida.
Creo sinceramente que Felipe se equivoc¨® planteando con sus desafortunadas declaraciones de Barcelona, y las m¨¢s recientes de Gij¨®n, el tema del marxismo, y que se ha vuelto a equivocar declar¨¢ndose moralmente incompatible con la resoluci¨®n aprobada por el XXVIII Congreso. Cuando se est¨¢ tan alto, cuando el partido ha edificado una figura que suscita tales entusiasmos, es preciso medir muy bien las consecuencias objetivas de cada paso, y no dejarse llevar s¨®lo por criterios de exigencia individual. Al fin y al cabo, el texto aprobado ahora no difiere en lo esencial del aprobado por el XXVII Congreso hace dos a?os, y nadie se rasg¨® entonces las vestiduras.
Por todo ello, cuando ya en la ma?ana del domingo, ¨²ltimo d¨ªa del congreso, Felipe nos ratific¨® su decisi¨®n firme de no ir a la reelecci¨®n, algunos intentamos promover otra candidatura. Iniciar ese intento y correr por los pasillos entre los seguidores m¨¢s caracterizados de Alfonso Guerra y de Felipe Gonz¨¢lez la consigna de abstenci¨®n fue todo uno. Tal cosa, que no puede negar ning¨²n testigo presencial, hac¨ªa, presagiar que la nueva ejecutiva contar¨ªa de antemano con el boicot y la hostilidad sistem¨¢tica de un importante sector del partido. No s¨®lo se iba Felipe, sino que, adem¨¢s, sus m¨¢s allegados amigos se dispon¨ªan a hacer la vida imposible a cualquiera que lo sustituyese. Puestas las cosas de este modo, se impon¨ªa optar por la gestora como mal menor. Unos cuantos compa?eros dign¨ªsimos, que merecen la confianza de todos, han asumido el ingrato papel.
Ya estamos en ese per¨ªodo de reflexi¨®n previo al congreso extraordinario, y cada cual tiene que manifestar en forma di¨¢fana y comprensible sus posturas. Ante problema tan complejo no se puede hacer de un s¨®lo golpe, y menos en un art¨ªculo, pero es preciso comenzar.
Para algunos es bien claro el punto de partida: me cuento entre quienes se identifican con las ideas del texto aprobado por el XXVIII Congreso, que perfecciona el ya aprobado en diciembre de 1976. (?El PSOE es un partido de clase, y por tanto de masas, marxista y democr¨¢tico.?)
La redacci¨®n del conjunto de la ponencia podr¨¢ ser en algunos pasajes desafortunada. Mas entra?a una l¨ªnea pol¨ªtica clara que yo entiendo coincidente con la trayectoria hist¨®rica del PSOE. Eso es lo que vamos a defender frente a quienes pretendan reformarla. Lo que se ha de reformar no es la ideolog¨ªa del PSOE, sino la sociedad espa?ola.
Reformar la ideolog¨ªa del PSOE es un modo ?discreto? de iniciar la renuncia a la transformaci¨®n en profundidad de la sociedad.
En la l¨ªnea de la trayectoria hist¨®rica del PSOE nos esforzaremos por contribuir a mejorar y profundizar lo ya establecido, pero sin adulterarlo.
Ahora, los que pretenden que es un error lo aprobado por el congreso, tienen la palabra. Que formulen su alternativa. Veremos si es tan distinta como para justificar la situaci¨®n que se ha precipitado.
Por ¨²ltimo, en este primer art¨ªculo del postcongreso, que es a la vez un precongreso ya, quisiera puntualizar bien algunos otros aspectos.
No est¨¢ s¨®lo en juego la l¨ªnea ideol¨®gica del partido. No s¨®lo nos movemos para evitar que el pr¨®ximo congreso sea el Bad Godesberg espa?ol. Tambi¨¦n subyacen concepciones del partido relativamente diferentes, en la mec¨¢nica de la organizaci¨®n y en la praxis de susbases y de sus dirigentes. Es el problema de la democracia interna, y del qu¨¦ hacer. A qu¨¦ se dedican los fondos del partido, y c¨®mo llegar a nuevos sectores de la sociedad en los que todav¨ªa no hemos calado. Ya se hablar¨¢ en estos meses de todo ello.
Por otra parte, conviene deshacer infundios. Creo que no es el momento de promover candidaturas a la futura direcci¨®n del PSOE. No empecemos la casa por el tejado. Primero las ideas. Luego, cuando el congreso haya decidido, y seg¨²n la l¨ªnea que decida, los delegados sabr¨¢n concretar una lista de hombres que crean en esas ideas y sepan ponerlas en pr¨¢ctica. Si es preciso, ya se promover¨¢n equipos a su debido tiempo.
Con los companeros Pablo Castellano y Francisco Bustelo, como con tantos otros, me unen profundos lazos de fraternal amistad. Con ellos compart¨ª luchas de la clandestinidad. A Bustelo le conozco desde los tiempos ya lejanos de Agrupaci¨®n Socialista Universitaria, all¨¢ por 1957. Pero no hay clan, ni candidatura de alternativa a Felipe. No trivialicemos las cosas. Seremos millares de compa?eros en todo el Estado, cada cual a su modo y manera, con sus propios matices, para defender que el PSOE siga siendo socialista de inspiraci¨®n marxista. Si puede seguir siendo con Felipe Gonz¨¢lez, mejor todav¨ªa.
Las cosas claras: no me considero cabeza de nada. Siempre he tenido puestos de vice y estoy tan contento. No me considero con cualidades para ser secretario general. Mis aspiraciones personales han sido sobrepasadas. He sido dos veces candidato a presidente de las Cortes por el PSOE, y acabo de dimitir como vicepresidente del Congreso de los Diputados. Para seguir en la ejecutiva me hubiera bastado estar quieto y callado. Las consecuencias personales me despreocupan. Sean las que fueren sumar¨¦ con decisi¨®n. mi esfuerzo a la defensa de la l¨ªnea cl¨¢sica del PSOE.
Lo m¨¢s deseable es que en este proceso de clarificaci¨®n y reflexi¨®n vayan, convergiendo las ideas, y si no es as¨ª, que resolvamos con democr¨¢tica limpieza.
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