Las contradicciones reales y las aparentes
Diputado del PS0E por C¨¢ceres, ex miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva del PSOE (1971-1975); ex miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva de la UGT (1971-1976), ex miembro del Comit¨¦ Federal del PSOE (1976-1978). Militante del PSOE y la UGT desde 1966.
Ha destacado l¨®gicamente la prensa el c¨²mulo de contradicciones que el XXVIII Congreso del PSOE ha puesto de manifiesto en el seno de dicha organizaci¨®n. Vale la pena examinar algunas.
Como lo m¨¢s espectacular, ha llamado la atenci¨®n el hecho de que gran parte de los delegados, de inequ¨ªvoca afirmaci¨®n marxista, se inclinasen, a su vez, a una emotiva dependencia del ex primer secretario general, Felipe Gonz¨¢lez, aun cuando ¨¦ste hubiera manifestado su t¨¢ctico deseo de no aceptar de nuevo la responsabilidad de la direcci¨®n del partido.
La contradicci¨®n no est¨¢ en ese n¨²mero de delegados, que al fin y al cabo actuaban coherentemente, si se tiene en cuenta que desde el a?o 1970 en que Felipe Gonz¨¢lez accede a la ejecutiva del partido, sus afirmaciones de marxismo radical eran precisamente las que le distingu¨ªan de forma m¨¢s n¨ªtida, frente a los militantes de entonces, para con respecto a las posiciones mantenidas por Enrique M¨²gica, e incluso por el propio Luis G¨®mez Llorente, en aquellas ¨¦pocas dedicado intensamente a su trabajo de historiador.
A?adamos a esto que precisamente la l¨ªnea Gonz¨¢lez-Guerra que en los editoriales de El Socialista, entonces bajo su responsabilidad, llegaba hasta la defensa del largocaballerismo m¨¢s radical de 1934 y postulaban la salida de la II Internacional, entr¨® en fricci¨®n con el exilio fundamentalmente por la predisposici¨®n de la direcci¨®n llopista de aquella ¨¦poca al pacto interclasista, y su posici¨®n de visceral anticomunismo.
En esta actitud, Felipe Gonz¨¢lez no tuvo el menor inconveniente en asumir la secretar¨ªa general de 1974 a 1976, como expresi¨®n del marxismo m¨¢s aut¨¦ntico y purificado, sin ninguna clase de reticencias. ??A su izquierda no hay, ni hab¨ªa nada ni nadie, seg¨²n nos ha dicho!!
Giro de Felipe Gonz¨¢lez
La contradicci¨®n aparente de la posici¨®n de los delegados hay que buscarla en el sorpresivo giro que por parte de Felipe Gonz¨¢lez y su equipo se ha ido produciendo a lo largo de los a?os 1975 a 1979, y en los que utilizando expresiones de un destacado miembro de la UGT han ca¨ªdo en el m¨¢s expl¨ªcito comportamiento guymolletiano, o lo que es lo mismo, un radicalismo verbal, con una profunda praxis pol¨ªtica interclasista y derechista, y un comportamiento org¨¢nico interno jer¨¢rquico, con apariencias de culto a la personalidad, nepotismo y purga.
Los delegados del Congreso han conservado una imagen de Felipe Gonz¨¢lez de 1970 a 1975 que en nada se corresponde con el Felipe Gonz¨¢lez de la presente hora, y es aqu¨ª donde est¨¢ esa profunda contradicci¨®n, ahora desvelada.
No es menor la contradicci¨®n de acusar de dogm¨¢ticos y paleomarxistas a los que mantienen la l¨ªnea tradicional del PSOE y caer en ese otro dogmatismo de afirmar que precisamente el marxismo est¨¢ hoy obsoleto y desfasado, y la posici¨®n m¨¢s grave a¨²n de dogmatizar condenando a todo el que no piense como estos remozados revisionistas, llegando al insulto de tildarlos de demagogos y criptocomunistas, cuando con ellos han formado equipo ejecutivo frecuentemente. ?Es que lo eran ya entonces?
Las corrientes de opini¨®n
Por si esas contradicciones fueran pocas, en el XXVIII Congreso la c¨²spide de la incoherencia se ha alcanzado con la negativa de la mayor¨ªa de los delegados a dar reconocimiento estatutario a las corrientes de opini¨®n, regulando su juego y comportamiento, y aceptar, sin embargo, el hecho indiscutible de que esas corrientes existan, y de que precisamente Felipe Gonz¨¢lez sea la cabeza rectora de una de ellas, la m¨¢s asentada, por su propia influencia en la selecci¨®n de sus miembros en el Grupo parlamentario, en el Grupo municipal y en los cuadros y funcionarios del partido, y como ha probado la prensa burguesa estos d¨ªas con el apoyo de la reforma y todas sus instituciones.
Una nueva incoherencia mucho m¨¢s que contradicci¨®n se ha puesto de manifiesto en la reciente convenci¨®n socialista cuando hablando de libertad, de democracia, de unidad del partido y de necesidad de s¨ªntesis, el equipo de Guerra- Gonz¨¢lez, ha actuado de forma determinante en conseguir la paralizaci¨®n de la organizaci¨®n, y la imposibilidad de obtenci¨®n de ninguna clase de acuerdos o colaboraciones entre las diferentes corrientes, lo que pon¨ªa de manifiesto un categ¨®rico rechazo a las resoluciones aprobadas mayoritariamente y, sobre todo, la triste realidad de la concepci¨®n del partido como un patrimonio y su estructuraci¨®n en forma tal que se llega a la paradoja de la insustituibilidad de la direcci¨®n con arreglo al m¨¢s viejo y reaccionario esquema de ?el partido soy yo? o ?detr¨¢s de m¨ª el diluvio?.
El caudillaje
Ha sido precisamente esta amenaza de desmantelamiento de la organizaci¨®n, boicot interior y exterior, avalancha de deserciones, ante la desaparici¨®n del caudillaje la que ha imposibilitado cualquier soluci¨®n de direcci¨®n, y ¨¦sta es la m¨¢s grave contradicci¨®n en que hoy se encuentra el Partido Socialista Obrero Espa?ol.
Y es este el punto de reflexi¨®n que m¨¢s tiene que hacer meditar a los militantes. Si el viejo partido de los socialistas puede depender de tal manera de la voluntad de un hombre, es que no carec¨ªa de raz¨®n el delegado que al hacer la cr¨ªtica a la gesti¨®n de la Comisi¨®n Ejecutiva lleg¨® a afirmar que del Partido Socialista Obrero Espa?ol se hab¨ªa pasado al partido de Felipe Gonz¨¢lez, y esta sola consideraci¨®n califica ya todo comportamiento.
Se trata de discutir seriamente la concepci¨®n que del partido tengamos cada uno. Un partido federal, de clase, democr¨¢tico, corresponsabilizando a todos sus miembros y corrientes, o un partido basado en la burocracia, el culto a la personalidad, con un carism¨¢tico jefe a quien gritar su nombre como un ¨ªdolo en todos los actos.
Porque a lo peor no estamos de acuerdo en el modelo de partido, porque no estamos de acuerdo en ?qu¨¦ marxismo?
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