Naranja y naranjendro

En relaci¨®n con la carta de Federico Lis Ballester aparecida el d¨ªa 6 en EL PA?S, quisiera hacer el siguiente comentario:Estoy en desacuerdo con el firmante cuando ?pontifica? diciendo que ?los ciudadanos espa?oles relacionados directa o indirectamente con la naranja nos vimos desagradablemente sorprendidos ... ?

Yo, ciudadano gallego y, por ende, espa?ol, relacionado directamente con las naranjas a trav¨¦s del zumo diario que ingiero al desayuno (no relacionado con la industria de producci¨®n-comercializaci¨®n), ni me he visto sorprendido ni mucho menos desagradablemente. Yo, como EL PA?S, aunque con un grito menos trascendental, aunque no menos sentido, digo: ? Fuera ese mamarracho.? Y digo fuera, porque no me gusta y me preocupa que tal fantoche pueda salir al exterior y producirnos un nuevo estigma para la colecci¨®n. No entro en el fondo de la carta citada, ya que EL PA?S s¨®lo puede f¨¢cilmente defenderse de acusaciones tan inconsistentes. Lo. que yo quisiera es que el firmante me explique (y no tengo la osad¨ªa de pluralizar mi petici¨®n, aunque podr¨ªa hacerlo) c¨®mo puede armonizar su preferencia ?l¨®gica? por la naranja y por ?eso? -digo ?eso? porque el nombre me repele- tambi¨¦n. ?Eso? es un monstruito horripilante, repulsivo, antiest¨¦tico, con nariz de cerdo. Si la naranja es su protegida, que me explique don Federico c¨®mo puede admitir que la humillen de tal modo.