Los estudiantes, entre el "porro" y los apuntes
Este ¨²ltimo curso han desaparecido las mesas con propaganda de todos los colores, los peque?os tenderetes donde conviv¨ªan ¨¢cratas y chicos de ultraderecha, que en todas las facultades de Derecho del pa¨ªs est¨¢n implantando un nuevo estilo. Queda un cartel sin firma, algo confuso, que recrimina la pol¨ªtica militar de EEUU con ocasi¨®n de la visita del secretario de Defensa, Harold Brown, a Espa?a. Y la gente que viene ya con ropa de verano a las ¨²ltimas clases, a darse una vuelta, a comprobar la fecha del pr¨®ximo examen, se detiene un instante a leer para adivinar inmediatamente la ideolog¨ªa del an¨®nimo autor.?Estos son los anarquistas que todav¨ªa ponen alg¨²n cartel con gracia, aunque no precisamente ¨¦ste.? Perico Rom¨®n, con las gafas enormes en la punta de la diminuta nariz en un equilibrio inestable, miembro de una fantasmal contramesa que nadie sabe muy bieri lo que es, ha redactado tambi¨¦n algunos carteles: ?Pero ¨¦ste los firma adem¨¢s?, dice una compa?era. Y en los cinco a?os que lleva como estudiante de Derecho ha protagonizado algunas an¨¦cdotas sonadas a lo Groucho Marx. ?Pero, nada; aqu¨ª no hay manera. La gente no se lo pasa bien, nos aburrimos, no hay contacto personal, es muy dif¨ªcil hacer amigos; por eso estoy en la contramesa.?
Este chico, que en el fondo es un pacifista que arranca de cuando en cuando flores del jard¨ªn de Derecho, que ya no es lo que era por obra y gracia del reluciente edificio nuevo lleno de seminarios luminosos y desiertos, de alumnos, este chico ha recibido muchos palos ya de los compa?eros de la extrema derecha, que deben encontrar incomprensible esta actitud suya de sentarse en el hall en pleno asalto fascista.
?El d¨ªa del asalto, bueno del ¨²ltimo, porque casi todos los a?os hay uno, fue algo espantoso; la confusi¨®n que se organiz¨® y, sin embargo, al d¨ªa siguiente yo vine a clase a las nueve, a primera hora, y nadie dijo nada hasta que no llegaron la mayor¨ªa de estudiantes.?
Elena, que es una estudiante ?de base ?, como ella dice, y en absoluto politizada, hoy en quinto, recuerda todav¨ªa las carreras de los primeros cursos huyendo de la polic¨ªa y los caballos alt¨ªsimos en el campus. ?Bueno, pues en parte, si no pasa nada es por culpa de los partidos pol¨ªticos, que lo fastidian todo y no han sabido concienciar a la gente. ? Y eso que hubo una manifestaci¨®n, que los alumnos de Pol¨ªticas de aqu¨ª, de la Complutense, se solidarizaron con ella, y los de la Universidad de Valladolid, y en, la Aut¨®noma. ?Pero hombre, si todav¨ªa me acuerdo yo del compa?ero del PCE con un meg¨¢fono en la mano, diciendo que no hici¨¦ramos nada, que la situaci¨®n era grave, que si el peligro de golpe militar.? Ya en segundo de Pol¨ªticas, Luc¨ªa ve las cosas con absoluto escepticismo. ?En primero ten¨ªamos un profesor que se pas¨® el curso entero dici¨¦ndonos que fu¨¦ramos prepar¨¢ndonos para vender lavadoras.? Y algo de este des¨¢nimo de saber que de cada 400.000 universitarios que trabajan hay 100.000 en paro (70.000 seg¨²n otras fuentes), que para 1980 se alcanzar¨¢n los 160.000 parados y as¨ª sucesivamente. mientras cada a?o llegan a las aulas miles y miles de j¨®venes sin ninguna perspectiva, pesa inexorablemente sobre los estudiantes.
Siguen en su sitio pintadas viejisimas, trozos de carteles electorales en la fachada de Filosof¨ªa, las paredes de Derecho piden ?Libertad para los de Atocha?, que es la derecha la que m¨¢s pinta aqu¨ª y en el jard¨ªn magn¨ªfico; al sol de junio hay grupos de estudiantes que charlan, fuman alg¨²n que otro porro, se pasan los apuntes ?de este t¨ªo que es un plasta?. Est¨¢ la tuna en vaqueros y camisas de sport, imagen completamente trasnochada de la universidad que ya no es, ensayando los mismos Clavelitos bajo las ventanas de los seminarios. ?Hombre, en la tuna estamos gente de izquierdas y de derechas, pero nos llevamos bien.? Juan, que arrastra dos asignaturas de tercero y estudia cuarto, contesta con una cortes¨ªa untuosa cualquier pregunta, satisfecho de haber conseguido ese lugar privilegiado de tuno, despu¨¦s de much¨ªsimos esfuerzos. ?A este le conozco yo de primero?, dice Perico, ?hasta que se larg¨® con esos?. Y Juan es de los que piensa que estudiantes, a estudiar, ?que hay mucha pol¨ªtica en clase todav¨ªa?.
Los partidos pierden militancia
Lo cierto es que despu¨¦s de este 26 de enero tr¨¢fico se han visto las ¨²ltimas manifestaciones masivas por el- campus. ?Fuera fascistas de la Universidad? era el lema. ?Aunque yo creo que habr¨ªa que haberse manifestado contra toda clase de terrorismo?. opina Mar¨ªa, militante feminista y alumna de primero de Derecho: ?Es que ya estamos hartos de muertos de izquierdas y muertos de derechas sin embargo, nos resistimos todos a denunciarlo?.Pedro y Rosa, de ORT. que s¨ª que admiten las cr¨ªticas, est¨¢n de acuerdo en que los partidos pol¨ªticos pierden militancia curso tras curso y que la culpa es de ellos, de no haber sabido sensibilizar a los estudiantes ante la nueva situaci¨®n, y es que, adem¨¢s, ?con Franco viv¨ªamos mejor?, dice Perico, ?y ahora la gente no te aguanta ya una asamblea?. Mar¨ªa, que es miembro de la Asociaci¨®n Cultural de Derecho, lo encuentra comprensible.
? ?Hombre, son los mismos clich¨¦s de siempre, es que no hay quien lo aguante!; adem¨¢s que yo no quiero que nadie me encauce para nada, que ya soy mayorcita. Y siempre igual de manipuladores. ? Y aun que protesta Rosa (ORT) y algunos companeros de base, hay cierta mayor¨ªa que apoya esta opini¨®n. ?Nosotros?, dice, ?hemos organizado actos de todo tipo. Recuerdo ahora mismo que hubo un ciclo sobre la Constituci¨®n, y tambi¨¦n una serie de conferencias bajo el t¨ªtulo de ?Revisi¨®n del marxismo?, y la verdad es que vino bastante gente.? Aunque todos reconocen que llenos clamorosos en el Aula Magna como los de los mejores a?os de guerras y conflictos, cuando los grises ten¨ªan su cuartelillo s¨®lo dos aulas m¨¢s all¨¢, llenos as¨ª s¨®lo se han vuelto a producir con los conciertos rock. ?Vino gente de todas las facultades, aqu¨ª no cab¨ªa nadie; pero tambi¨¦n se llen¨® cuando trajimos a S¨¢nchez-Drag¨®, y con Aranguren, y con Garc¨ªa Calvo. Es la cuesti¨®n pol¨ªtica lo que no atrae nada.?
La izquierda se deshace. ?D¨®nde estar¨¢n los mil militantes que se dice ten¨ªa hace dos a?os el PCE en la Complutense? ?Y los doscientos de Valladolid, que hoy no llegan a cincuenta afiliados? ?Y qu¨¦ decir del PSOE e incluso el PTE, que en la Universidad de Valladolid ha decidido disolver sus organizaciones estudiantiles?... De los 15.000 alumnos de la Universidad de Sa lamanca, el PSOE, partido mayo ritario, cuenta con unos ochenta afiliados, frente a los cuarenta del PCE. Tambi¨¦n han descendido las cifras en la Universidad de Oviedo, donde este partido lleg¨® a tener doscientos afiliados, y otro tanto sucede en Barcelona.
?Hay que reconocerlo: los fachas se est¨¢n organizando y hasta crecen.? Ah¨ª est¨¢ su revista, Lex, y hasta sus actos culturales, que en el caso concreto de la conferencia de Vizca¨ªno Casas consigui¨® un lleno importante.
Lo que la gente quiere es m¨²sica
Quedan en el bar de Pol¨ªticas esos retratos m¨ªticos de Marx, Engels, Alejandra Kollontai sobre los azulejos respetados por varias generaciones de carteles y la cochambre general. Esa esquela con los ¨²ltimos muertos, los de Atocha, Mar¨ªa Jes¨²s N¨¢jera. Despu¨¦s, esa esquela repetida en Derecho convive con anuncios de festivales de la Joven Guardia Roja, ?que esos s¨ª que se lo montan bien, porque lo que la gente quiere es m¨²sica?. La mugre inmensa de Pol¨ªticas en declive se oculta a ratos en grandes pintadas de colores, pasado el tiempo ya de la urgencia reivindicativa, y hay en el hall de Derecho hasta un retrato enorme de mujer junto al emblema feminista. ?Y eso que de feminismo, nada, todo se fue a pique.? Mar¨ªa, que era del Frente de Liberaci¨®n y ahora est¨¢ fuera, reconoce que a la mayor¨ªa de las chicas s¨®lo les interesaba la informaci¨®n concreta de anticonceptivos. Y para Montse Porta, alumna de segundo de Biol¨®gicas en la Universidad Central de Barcelona, la cosa no tiene ya vuelta de hoja: ?Si vieras la poqu¨ªsima gente que vino a la fiesta del 8 de marzo, que organizamos en el mismo patio de la Universidad, con moscatel y m¨²sica y adem¨¢s al ladito mismo de las aulas ... ? Insiste Montse: ?Ni por el moscatel vinieron. ? Y es que una capa densa de tedio y de apat¨ªa invade grandes trechos de este territorio especial¨ªsimo que es la Universidad espa?ola.?Estamos frente a un espacio social muerto?, dice Jos¨¦ Mar¨ªa Ord¨®?ez, PNN de Pol¨ªticas, sentado frente al programa de examen que necesariamente habr¨¢ que discutir con el catedr¨¢tico, que en estas cosas es muy concienzudo. ? Los cambios que se han ido sucediendo desde la ley General de Educaci¨®n no han logrado una nueva relaci¨®n entre investigaci¨®n y docencia, una organizaci¨®n del trabajo cient¨ªfico y una formaci¨®n m¨ªnima del profesorado. La desconexi¨®n entre la ense?anza b¨¢sica y media y la universitaria es completa, y la separaci¨®n entre universidad y sociedad, total. Y, lo que es m¨¢s grave, a los escasos n¨²cleos de trabajo que hab¨ªa logrado rehacerse en la Universidad bajo el franquismo se les ha ido desalentando, marginando y limitando su posible desarrollo, hasta que han Ido abandonando pr¨¢cticamente este ambiente.
Y el espacio social donde ya el curso 1976-77 se apretujaban cerca de 400.000 alumnos, ansiosos no ya de saber, sino de estar en alguna parte, se enrarece por momentos, con un descreimiento perfectamente justificado.
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