Es necesaria una pol¨ªtica de grasas que defienda al consumidor
La producci¨®n ganadera moderna se basa fundamentalmente en dos tipos de alimentos: de base (pobres en prote¨ªnas) y proteicos (complementarios de los primeros).El grupo de alimentos de base comprende a los cereales forrajeros, todo tipo de forrajes (incluidos pastos naturales) y diversos subproductos industriales. En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, los cereales y forrajes corrientes ocupan el lugar preponderante de la alimentaci¨®n. Los forrajes son casi siempre de procedencia nacional, mientras que los cereales forrajeros ocupan un lugar de honor en el comercio mundial; por ello, y teniendo en cuenta el desarrollo del consumo de carne de porcino y aves, es evidente que en los pr¨®ximos a?os aumentar¨¢ considerablemente la demanda de cereales forrajeros.
En este sentido, la producci¨®n de cereales forrajeros se incrementar¨¢ m¨¢s r¨¢pidamente que la demanda en varios pa¨ªses (seg¨²n el informe de la ONU, en Espa?a, Finlandia, Rep¨²blica Federal de Alemania, Noruega, Suecia, Suiza, Yugoslavia, Checoslovaquia y Hungr¨ªa). Seg¨²n las previsiones, las necesidades de alimentos para ganado ser¨¢n superiores a los aumentos de producci¨®n en varias naciones netamente exportadoras de carne, como son Dinamarca, Francia o Canad¨¢. Si a ello le a?ade que la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana, Rumania y la URSS han previsto equilibrar su tasa de crecimiento, se puede concluir que el balance general de cereales forrajeros en Europa ser¨¢ en 1985 pr¨¢cticamente como el actual.
Necesidad de prote¨ªnas
En el cap¨ªtulo de alimentos proteicos o de complemento, la soja y sus derivados siguen ocupando el primer lugar; sin embargo, adquieren importancia progresiva las prote¨ªnas animales (leche descremada en polvo, harina de pescado...), nuevas fuentes prote¨ªnicas procedentes de organismos unicelulares y, de una manera importante, la urea. Europa occidental es la zona de mayor consumo de alimentos proteicos y se prev¨¦n hasta 1985 aumentos considerables, superiores incluso a los previstos para la misma producci¨®n ganadera; ello como contraste a la intenci¨®n generalizada de estos pa¨ªses de reducir su consumo.
La harina de pescado y la de huevos van adquiriendo cada vez m¨¢s importancia en pa¨ªses como Francia, Noruega o Suiza, pero las perspectivas de producci¨®n son inciertas en la mayor¨ªa de los casos, salvo que se posean importantes zonas de pesca. Otros pa¨ªses est¨¢n dispuestos a potenciar la producci¨®n de prote¨ªnas forrajeras, susceptibles de reemplazar a la soja, dirigiendo sus intentos hacia la promoci¨®n de cultivos de alto contenido prote¨ªnico, selecci¨®n de prote¨ªnas de colza (variedad de col que se utiliza en la fabricaci¨®n de piensos compuestos) adaptadas a la alimentaci¨®n del porcino y aves y producci¨®n de ¨¢cidos aminados sint¨¦ticos.
Surge tras esta exposici¨®n una pregunta: ?estar¨¢n dispuestos los pa¨ªses de la CEE a seguir importando soja si de esta manera se crean unos excedentes cada vez mayores de cerdos, aves, leche o mantequilla? Es posible que las investigaciones se orienten m¨¢s hacia el aprovechamiento de los recursos propios que a obtener una ganader¨ªa de la mejor calidad.
La trisoja, alimento del futuro
En cuanto a la alimentaci¨®n humana, parece que la soja est¨¢ llamada a jugar tambi¨¦n un papel protagonista en el futuro. En el XXIII Congreso Argentino de Pediatr¨ªa, reunido recientemente en Mendoza, se anunci¨® que un nuevo alimento solucionar¨¢ la falta de comida que sufrir¨¢n pr¨®ximamente amplias zonas del mundo: la trisoja. Este producto, con forma y tama?o de un grano de arroz, est¨¢ compuesto por soja, trigo, concentrado de frutas y vitamina A; en otra de sus formas contiene tambi¨¦n leche y gluconato de calcio. Su capacidad de nutrici¨®n es importante; seg¨²n las experiencias realizadas, cien gramos de trisoja equivalen a 373,78 calor¨ªas. Por tanto, un r¨¦gimen de 1. 120 calor¨ªas (muy nutritivo) necesitar¨ªa s¨®lo trescientos gramos de trisoja.
Ante estas perspectivas, ?cu¨¢l es el futuro que espera a los espa?oles?
Todo lo que suponga promocionar el cultivo de la soja parece loable, y en este sentido el Ministerio de Agricultura est¨¢ empe?ado en conseguir en cuatro a?os una superficie de cultivo de 75.000 hect¨¢reas, con una producci¨®n de 150.000 toneladas (siempre que se mantenga una rentabilidad de 2 Tm. por hect¨¢rea), cantidad que se muestra lejana, a todas luces, del autoabastecimiento.
Defensa del consumidor
Las limitaciones m¨¢s importantes para esta expansi¨®n radican en la necesidad de ubicar estos cultivos en zonas de regad¨ªo, con el consiguiente perjuicio para otros productos (ma¨ªz, remolacha, algod¨®n ... ) de los que dependen econ¨®micamente miles de familias espa?olas. Las transformaciones deber¨¢ hacerlas el Gobierno sobre la base de una ordenaci¨®n de cultivo., y bajo la directriz de recuperar en lo posible los pastos naturales; tambi¨¦n se hace necesaria una pol¨ªtica de grasas que defienda los derechos del consumidor, hasta ahora verdadera v¨ªctima de la falta de previsi¨®n oficial.
Debido al sistema restrictivo de cuotas que sigue la Administraci¨®n espa?ola, en los ¨²ltimos cuatro a?os se ha producido un aumento considerable en los precios de los aceites de soja y girasol. En 1976, el aceite de soja costaba 47 pesetas, ahora setenta (incremento del 42%); el aceite de girasol costaba entonces sesenta pesetas, y hoy 97 (62% de aumento).
Etaceite de oliva (cuyo precio se ha liberalizado en el caso de que supere el de apoyo) tambi¨¦n ha subido en estos cuatro a?os un 38% (costaba entonces 95 pesetas/litro y hoy cuesta 131).
Desde 1970, a?o en que cornenz¨® la introducci¨®n del aceite de soja en Espa?a, se ha ejercido un amplio control sobre precios, importaciones y exportaciones, en base a una pol¨ªtica de cupos. Sin embargo, esta pol¨ªtica no ha logrado los objetivos previstos de potenciar el consumo de aceite de oliva y, adem¨¢s, ha retirado pr¨¢cticamente del mercado otro aceite menos caro y de reconocidos valores alimenticios. Ha sido, en definitiva, una pol¨ªtica de efectos inflacionistas sobre el consumidor, que paga dos veces por el aceite necesario para el abastecimiento interior.
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