La encrucijada sindical
Quiz¨¢ durante bastante tiempo el movimiento obrero de nuestro pa¨ªs recuerde el 11 de julio de 1979 como una de las fechas m¨¢s significativas del per¨ªodo postfranquista. Despu¨¦s de dos a?os de dificil pero efectiva unidad de acci¨®n, UGT renuncia a participar en la mov¨ªlizaci¨®n anunciada para este d¨ªa.Este hecho, en s¨ª mismo, no resultar¨ªa tan significativo si no fuera porque, simult¨¢neamente, con derroches televisivos que habr¨¢n incluso sorprendido a las bases de UGT, se ha dado a conocer el acuerdo que esta central ha establecido con la CEOE.
Ser¨ªa minimizar el problema enfrascarse con datos y comentarios en la demostraci¨®n de los pobres y en alg¨²n caso perjudiciales contenidos de tal acuerdo. Y tambi¨¦n ser¨ªa una desviaci¨®n del an¨¢lisis de los problemas de fondo que tiene ante s¨ª el sindicalismo, cuantificar y cualificar la importancia de la participaci¨®n de los tmbajadores en el llamamiento de CCOO. Tampoco vale la pena explicar ahora el por qu¨¦ la movilizaci¨®n era y sigue siendo imprescindible. Basta conocer el contenido del proyecto de Estatuto de los Trabajadores de UCD y lo que se viene anunciando respecto a la revisi¨®n semestral de los salarios, para medir la gravedad de lo que se cierne sobre los trabajadores y el sindicalismo.
Lo verdaderamente digno de ser comentado es el hecho mismo del acuerdo CEOE-UGT, al margen de sus contenidos. Un primer indicio podr¨ªa d¨¢rnoslo el que ambas organizaciones escogieran precisamente el 11 de julio para que RTVE y dem¨¢s medios de comunicaci¨®n social se hicieran eco del resultado de la negociaci¨®n.
El efecto de imagen es presentar a una central, UGT, buscando por la v¨ªa de la negociaci¨®n beneficios para los trabajadores y para una sociedad atravesada por graves problemas socioecon¨®micos y pol¨ªticos, en tanto que la otra, CCOO, estaba enfrascada en una lucha temeraria y desestabilizadora, de resultados inciertos y, en todo caso, perjudiciales para la econom¨ªa y la democracia.
Se tratar¨ªa, en suma, de alimentar una visi¨®n del campo sindical, dividido entre los ?buenos? y los ?malos?.
Antes de continuar conviene decir que, en este concierto manique¨ªsta, las motivaciones profundas de UGT poco tienen que ver con las de la CEOE. Incluso puede deducirse que el director de orquesta, sin duda m¨¢s cercano a esta ¨²ltima organizaci¨®n, ejerce su tarea desde lejos. Tambi¨¦n conviene advertir a los que se frotan las manos de satisfacci¨®n ante esta situaci¨®n, que tanto por razones estrat¨¦gicas como t¨¢cticas, CCOO no va a desatar ninguna clase de campa?a anti UGT, sino, por el contrario, arreciar¨¢ en sus intentos de recomponer y consolidar a¨²n m¨¢s la unidad de acci¨®n con esta central, qmpezando por advertir a los afiliados de CCOO y al conjunto de los trabajadores que no interesa al movimiento sindical ahondar en las diferencias existentes y que el colof¨®n al necesario proceso de explicaci¨®n y debate debe ser un llamamiento a cerrar filas frente a lo que, entre otras cosas, se est¨¢ buscando: el enfrentamiento y la debilidad del sindicalismo de clase en Espa?a.
Crisis del Gobierno monocolor
Para la reflexi¨®n que pretendo esbozar son inevitables otras referencias, sin las cuales no va a resultar f¨¢cil atisbar las claves de lo que est¨¢ pasando.
Estamos ante una crisis del modelo monocolor de Gobierno. Del examen del panorama pol¨ªtico se desprende la incapacidad del equipo en el poder para hacer frente a una situaci¨®n en la que los macroproblemas -crisis econ¨®mica, paro, desarrollo constitucional, terrorismo...- no pueden afrontarse viable y fiablemente desde simples mayor¨ªas aritm¨¦ticas en el Parlamento.
Por otra parte, los acontecimientos durante y despu¨¦s del congreso del PSOE dejan claro que las tendencias apuntan a una derechizaci¨®n relativa de su l¨ªnea pol¨ªtica. Lo que venimos definiendo como proceso de socialdemocratizaci¨®n.
De estos dos hechos se desprende que est¨¢n cre¨¢ndose las condiciones pol¨ªticas para la formaci¨®n de un Gobierno de centro-izquierda, que se querr¨ªa imitase a los de semejante naturaleza en otros pa¨ªses europeos. Puede interesarle a UCD para eludir la probable crisis que, de seguir as¨ª las cosas, podr¨ªa abr¨ªrsele al Gobierno en los pr¨®ximos meses, e incluso al propio partido. En cuanto al PSOE, al margen de la mayor o menor sinceridad en las declaraciones de algunos de sus m¨¢s cualificados portavoces, en el sentido de no querer entrar en un Gobierno de coalici¨®n con UCD, lo que est¨¢ claro es que ni puede ni debe continuar mucho tiempo jugando a la oposici¨®n, en un pa¨ªs con serios peligros de descomposici¨®n de la democracia.
No creo que haya dudas de que el PSOE participar¨¢ pr¨®ximamente en el Gobierno. Lo que se est¨¢ ventilando es si lo har¨¢ de acuerdo o en contra de otros partidos obreros.
Aun admitiendo que se perseverara en la inviable hip¨®tesis de constituir una alternativa de poder a plazo medio, est¨¢ claro que el PSOE quiere ampliar su incidencia sindical.
Para ello se considera necesario que UGT se desmarque de CCOO y abandone el radicalismo verbal que durante el per¨ªodo anterior ha caracterizado las deciaraciones p¨²blicas de sus portavoces. Al mismo tiempo se inicia la campa?a de imagen tendente a abrir nuevos espacios entre capas de trabajadores que est¨¢n sin definir sindicalmente.
Una participaci¨®n en el poder, con inc¨®gnitas respecto a los contenidos del programa de Gobierno, aconseja un margen de maniobra en el campo sindical que la consolidaci¨®n de la unidad de acci¨®n UGT-CCOO, podr¨ªa dificultar. La ruptura de la COS -Coordinadora de Organizaciones Sindicales que formaron CCOO, UGT y USO y dur¨® hasta la primavera del 77- es un antecedente digno de recordar, pues se realiz¨® poco antes de aquel 15 de junio.
Ya se sabe que en la cuantificaci¨®n de la representatividad y fortaleza de las centrales se suele tomar como base su afiliaci¨®n y los resultados de las elecciones sindicales. Aunque la capacidad de movilizaci¨®n es tambi¨¦n fundamental, no cabe duda que ¨¦sta guarda relaci¨®n con los otros dos elementos. Por eso en la campa?a de imagen est¨¢ la perspectiva de aumentar la afiliaci¨®n y los votos. Las elecciones sindicales est¨¢n a la vista y ser¨ªa desastroso que al fiasco de las elecciones anteriores se a?adiera en las pr¨®ximas otro de mayores dimensiones.
Digamos para completar estas pinceladas que en un per¨ªodo precongresual como el que hoy vive el PSOE, en el que va a ventilarse la orientaci¨®n pol¨ªtica e ideol¨®gica predominante en el partido, no es aconsejable para los que ya parecen predominar que se tomen posiciones duras en el campo de la lucha de clases.
Podr¨ªamos a?adir otros datos que habr¨ªan pesado en la decisi¨®n de renunciar a la participaci¨®n en acciones de presi¨®n de masas, como es la mayor repercusi¨®n que sobre UGT est¨¢ teniendo este per¨ªodo dif¨ªcil para el sindicalismo, traducido en su sensible p¨¦rdida afiliativa y militante. Tampoco puede descartarse el temor que el acusado favoritismo del Gobierno hacia USO acercara peligrosamente el segundo y tercer puesto en el ranking sindical.
Muchas y muy variadas son las razones que pueden haber influido en el giro de UGT, algunas de las cuales podr¨ªan estar relacionadas con la pol¨ªtica que siguen las centrales dominantes en la CIOSL, organizaci¨®n sindical internacional a la que pertenece.
Desprestigiar a CCOO
El intento de desprestigio de CCOO, imprescindible para la estrategia que est¨¢ en marcha, no se inicia el 11 de julio. Recordemos afirmaciones de cualificados portavoces de la patronal, en el sentido de considerar que es la responsable del paro y que parte de los da?os a la econom¨ªa del pa¨ªs lo produce la conflictividad laboral que CCOO genera y protagoniza.
Las reiteradas peticiones p¨²blicas de CCOO de tratar con el Gobiemo el tema del Estatuto de los Trabajadores, los contactos habidos a nivel de Ministerio de Trabajo sobre ¨¦ste y otros temas, la machacona insistencia en demandar acuerdos globales entre las fuerzas econ¨®micas, pol¨ªticas y sociales para afirmar la democracia y dar una salida racional, solidaria y nacional a la crisis; la atenci¨®n especial a contactos y b¨²squeda de acuerdos con la peque?a y mediana empresa, del que son muestras recientes los habidos con la CEPYME y COPYME.
En suma, todos los esfuerzos para buscar soluciones negociadas a los problemas se minimizan, olvidan o silencian. En los actos internos de gran relevancia -consejos confederales, comisiones ejecutivas, ruedas de prensa- hace tiempo que no aparece Televisi¨®n Espa?ola.
Esto que acabo de decir no persigue ning¨²n tipo de justificaci¨®n. Para CCOO, como para toda central de clase, es un axioma que presi¨®n y negociaci¨®n guardan tan ¨ªntima relaci¨®n que no es posible concebir la acci¨®n sindical sin combinarlas constantemente. Es la piedra angular del sindicalismo. Lo que pretendo poner en evidencia es que la operaci¨®n pol¨ªtica que presenciamos exige presentar a CCOO como una central que prefiere el conflicto al acuerdo y que no tiene inconveniente en arruinar empresas y poner en cuesti¨®n la convivencia democr¨¢tica y hasta la estabilidad del pa¨ªs con tal de servir fines ?no confesados?.
Porque, no nos enga?emos, el PCE es otro de los blancos hacia los que se dirigen los tiros.
La pol¨ªtica de la CEOE no puede disociarse de la de UCD
En el terreno sindical, UCD sabe que la ¨²nica pol¨ªtica que le cabe es procurar reequilibrar las fuerzas de las dos primeras centrales, potenciar una tercera a la que se tratar¨ªa de dar el papel de cu?a ante las otras dos y, en todo caso, impedir el desarrollo del sindicalismo de clase, conjuntamente considerado. La discriminaci¨®n de amplios sectores en el ejercicio de los derechos sindicales -trabajadores de la Administraci¨®n, entre otros-, el escamoteo del patrimonio sindical y el mantenimiento de un marco jur¨ªdico-laboral que desv¨ªa efectivos materiales y humanos de las centrales de clase hacia necesidades de infraestructura, y la permanencia de un m¨¦todo de soluci¨®n de problemas por la: v¨ªajur¨ªdica, en lugar de la netamente sindical -lo que a su vez desdibuja el papel del sindicato como tal- son una peque?a parte de esa pol¨ªtica gubernamental frente a los sindicatos de clase. La otra parte es el incumplimiento de lo socialmente progresivo de los acuerdos de la Moncloa, el Estatuto de los Trabajadores inaceptable, los decretos de limitaci¨®n salarial, la burla que pretende hacer en la revisi¨®n semestral de los salarios, que equivale a no elevarlos, etc¨¦tera.
El objetivo es, en suma, disminuir el potencial de CCOO, central que no escapa a las dificultades que el sindicalismo tiene hoy en Espa?a, pero que, sin duda, es la que apenas se ha resentido en este periodo y que incluso est¨¢ hoy en fase de expansi¨®n.
Hasta aqu¨ª, con el esquematismo inevitable en un comentario de esta extensi¨®n, los perfiles de la nueva situaci¨®n en el panorama sindical.
Si hubi¨¦ramos de intentar un resumen habr¨ªamos de decir que por parte de UCD se buscar¨ªa remodelar el,espectro sindical en detrimento del conjunto del movimiento obrero y en la perspectiva de dar una salida a la crisis lo m¨¢s acorde con los intereses de la derecha institucional, econ¨®mica y pol¨ªtica.
Es ingenuo el hacer llamamientos moralistas a los implicados en esta estrategia. Es tambi¨¦n innecesario alertar de que en ella est¨¢ tambi¨¦n impl¨ªcito el deseo de romper la unidad de la izquierda en el campo municipal y que, en resumen, lo que est¨¢ en juego es el mayor o menor protagonismo de la clase obrera en lo constituyente del pr¨®ximo futuro y en las alternativas concretas a los problemas socioecon¨®micos.
Lo que nos corresponde es no caer en crispaciones que sirvan de base para enfrentamientos entre centrales y entre trabajadores. M¨¢s que en rang¨²n otro momento debe prevalecer el sentido unitario, lo que no excluye la imprescindible clarificaci¨®n.
Sin abandonar en absoluto cualquier iniciativa que aborte tales prop¨®sitos, sin minimizar la importancia de los contactos a diversos niveles, me parece fundamental que en esa clarificaci¨®n se marque el esfuerzo hacia las masas.
El gran reto que es necesario afrontar pasa por la m¨¢xima informaci¨®n a los trabajadores, por el contraste de todas estas cuestiones en la base del sindicalismo.
Generalizar a todos los centros de trabajo el debate sindical. No confundir informaci¨®n con agitaci¨®n, esto es, huir de toda demagogia y sectarismo. Explicar lo que objetivamente une, sin ocultar, pero respetando, lo que por razones ideol¨®gicas o pol¨ªticas separa, es la respuesta constructiva que procede.
La asamblea de trabajadores debe ser el instrumento que, empleado a fondo y organizado para que cumpla su cometido de democracia obrera y sindical, tiene la oportunidad de demostrar, su virtualidad.
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