El petr¨®leo, la CAMSA y el PEN
Presidente del Comit¨¦ de Energ¨ªa de la CEOEEl tema del abastecimiento de energ¨ªa a nuestro pa¨ªs ocupa en estos d¨ªas un lugar preferente en los m¨¢s diversos ¨¢mbitos nacionales, desde el Congreso de los Diputados hasta la conversaci¨®n familiar o amistosa, pasando por las columnas de la prensa.
Aspecto particularmente debatido ha sido el de la energ¨ªa originada por la fisi¨®n nuclear. Parece que, a pesar de los recelos que en la poblaci¨®n despierta esta t¨¦cnica, todas las opiniones responsables est¨¢n de acuerdo en que, con todas las garant¨ªas que un control efectivo de las medidas de seguridad debe prestar, esta modalidad de energ¨ªa es la ¨²nica que, a medio plazo, puede asegurar un suministro adecuado a las necesidades de Espa?a.
Pero este debate, a veces apasionado y siempre interesante, no debe hacernos olvidar el papel de vital importancia que en los pr¨®ximos veinte a?os ha de desempe?ar el petr¨®leo en nuestro abastecimiento energ¨¦tico global, y muy fundamentalmente en su parte correspondiente al transporte en todas sus facetas.
Por ello, es ineludible atender con car¨¢cter prioritario al desarrollo del subsector petr¨®leo, facilitando la adaptaci¨®n de sus estructuras a las nuevas circunstancias.
Este desarrollo ha estado condicionado en Espa?a por la ley del Monopolio de Petr¨®leos, en vigor desde hace cincuenta a?os, con una serie de modificaciones parciales e insuficientes, lo que ha creado, por una parte, una superposici¨®n de competencias administrativas; por otra, una reglamentaci¨®n intrincada y, muchas veces, contradictoria y, en fin, la coexistencia, harto confusa, de los sectores p¨²blico y privado.
La adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Econ¨®mica Europea llevar¨¢ aparejada la desaparici¨®n del monopolio. He aqu¨ª una raz¨®n m¨¢s para aquella reestructuraci¨®n, la cual, por razones obvias, presenta un car¨¢cter urgente.
Un enfoque racional del problema nos obliga a enumerar los objetivos, a analizar la situaci¨®n actual y sus principales condicionantes, y, finalmente, a esbozar una pol¨ªtica a corto, medio y largo plazo.
El objetivo no puede ser otro que asegurar la satisfacci¨®n de la demanda nacional de productos petrol¨ªferos en cantidad y calidad adecuadas. Para ello, es necesario potenciar al m¨¢ximo la exploraci¨®n en b¨²squeda de yacimientos de hidrocarburos, asegurar con una gesti¨®n acertada la compra de los crudos que sea necesario importar, adecuar de forma permanente ras instalaciones de refino a las demandas del mercado (no puede olvidarse que la importancia relativa del fuel-oil ir¨¢ en descenso, con paralelo incremento de las gasolinas, keroseno para aviaci¨®n y gas-oil) y a las calidades, que cada vez han de adaptarse m¨¢s a las exigencias de la conservaci¨®n del medio ambiente. Por ¨²ltimo, tambi¨¦n es necesario desarrollar una creciente actividad en investigaci¨®n tecnol¨®gica,lo que supondr¨¢ un gran esfuerzo, tecnol¨®gico y de gesti¨®n, al que todas las empresas del subsector deben ser llamadas, creando al efecto el marco adecuado para el desarrollo de estructuras empresariales fuertes y tecnificadas. De esta forma, tales empresas, disponiendo de un flujo de fondos suficiente y de unas estructuras cient¨ªficas y organizativas que permitan su modernizaci¨®n constante, estar¨¢n en disposici¨®n de acometer aquella investigaci¨®n tecnol¨®gica, tanto en el ¨¢rea de la econom¨ªa de energ¨ªa como en el campo de nuevas energ¨ªas.
El futuro del Monopolio
La situaci¨®n actual viene fuertemente condicionada por la ley del Monopolio, que a ¨ªo largo de su medio siglo de existencia no ha merecido m¨¢s que simples parcheos. Aunque creo, sinceramente, que el monopolio ha rendido buenos servicios al pa¨ªs, no cabe duda que cincuenta a?os son muchos a?os para que no se haya producido su envejecimiento. Aunque el pensamiento de Jos¨¦ Calvo Sotelo fue clarividente, no le demos el car¨¢cter taumat¨²rgico que supone permanecer innaccesible a trav¨¦s de a?os tan aceleradamente cambiantes. Falta la integraci¨®n vertical necesaria para que puedan lograrse aquellas estructuras empresariales fuertes a que antes me refer¨ªa. Bajo la ley del Monopolio, la ¨²nica empresa que pod¨ªa lograr tal integraci¨®n, CAMPSA, no ha tenido est¨ªmulos para hacerlo. Por otra parte, la misma ley lo ha puesto muy dificil para las dem¨¢s. Ha faltado en los sucesivos Gobiernos imaginaci¨®n suficiente para reformar la ley, a medida que la evoluci¨®n y las circunstancias lo iban aconsejando. Adem¨¢s, la complejidad de competencias administrativas ha supuesto un grave freno a aquella reforma.Sin embargo, no todo es negativo en la situaci¨®n actual. Las empresas petrol¨ªferas son empresas sanas, con un punto de capitalizaci¨®n razonable, buena t¨¦cnica y organizaci¨®n, y est¨¢n capacitadas para el desarrollo de actividades m¨¢s amplias que las que en la actualidad realizan; las instalaciones, tanto de refino como de distribuci¨®n, y los medios de transporte son modernos, su mantenimiento es muy aceptable y su tecnolog¨ªa avanzada responde a criterios internacionales; existe, en fin, un avanzado desarrollo general de las actividades derivadas que, como la petroqu¨ªmica, la fabricaci¨®n de aceites lubricantes y otros productos especiales, consolidan y apoyan la simple operaci¨®n de refino.Colaboraci¨®n p¨²blicos y privados supongo que, al llegar a este punto, el lector se preguntar¨¢ si el Plan Energ¨¦tico Nacional, actualmente en discusi¨®n parlamentaria, proyecta medidas para resolver los problemas antes enunciados. Yo le contestar¨ªa que, desgraciadamente, los redactores del plan se han visto atenazados y abrumados, una vez m¨¢s, por la tremenda mara?a de competencias administrativas y por la superposici¨®n de parches, caracter¨ªsticas, como antes se ha dicho, de la situaci¨®n actual. As¨ª, no han entrado en el problema de fondo, limit¨¢ndose a esbozar soluciones t¨ªmidas y parciales. El plan prev¨¦, es cierto, un determinado camino de integraci¨®n para las empresas del sector p¨²blico, pero aqu¨¦l ha tenido que ser lo suficientemente tortuoso para que no hiera a demasiadas competencias. Sin embargo, el propio plan elude tratar a las compa?¨ªas privadas existentes. Es de esperar que las Cortes remedien esta omisi¨®n. El sistema de distribuci¨®n primaria de productos petrol¨ªferos, hoy patrimonio del Estado, gestionado por una empresa monopolizadora (que, no ha mucho, se ha convertido en p¨²blica, al adquirir el Estado la mayor¨ªa de su capital), no debiera integrarse, antes o despu¨¦s, con el resto de las empresas p¨²blicas del subsector petr¨®leo. Por el contrario, parece incuestionable que la empresa privada no debe quedar convertida en mero instrumento de la empresa p¨²blica, para evitar que aqu¨¦lla se raquitice, pues es necesario su concurso como aportac¨ª¨®n importante a los grandes objetivos nacionales: de este modo, se conseguir¨ªa evitar la politizaci¨®n y la burocratizaci¨®n de la empresa p¨²blica, al tener como contrapunto el contraste y la competencia de un sector privado de su misma robustez. Y ello sin entrar en el hecho de que, definido constitucionalmente nuestro sistema como de econom¨ªa de mercado, la desaparici¨®n de la empresa privada por virtud de actos de gobierno no implicar¨ªa una grave infracci¨®n de la Constituci¨®n.
Se dir¨¢ c¨®mo puede evitarse que la distribuci¨®n sea p¨²blica si los bienes con que se realiza la misma son patrimonio del Estado. Pues s¨ª, es perfectamente posible: no hay m¨¢s que dar su explotaci¨®n a una empresa independiente que, en vez de ser p¨²blica, como lo es la actual, sea mixta, con representaci¨®n en ella dt todas las compa?¨ªas refinadoras, y que de ese servicio de distribuci¨®n primaria a todas las compa?¨ªas mencionadas, en igualdad de condiciones. Como complemento de ello, ir¨ªan liberaliz¨¢ndose gradualmente las otras dos fases que hoy contin¨²an monopolizadas en su integridad, a saber la distribuci¨®n secundaria y la comercializaci¨®n; y con ello, aquel marco por el que abogaba al comienzo de estas notas quedar¨ªa perfectamente dise?ado, ya que las restantes fases de la actividad petrol¨ªfera (exploraci¨®n, refino y transporte de crudos) no est¨¢n hoy de hecho monopolizadas. Al propio tiempo, Espa?a se encontrar¨ªa perfectamente en l¨ªnea para afrontar su entrada en el Mercado Com¨²n.
La exposici¨®n precedente parece muy simple, pero la l¨®gica limitaci¨®n de este art¨ªculo no permite entrar en detalles. Sin embargo, todo ello es posible, perfectamente posible, sin da?ar ning¨²n inter¨¦s legitimo y si no se hace ser¨¢ porque los que intervenimos, con mayor o menor responsabilidad, en el subsector petr¨®leo en Espa?a no habremos tenido la valent¨ªa y la imaginaci¨®n suficientes. Y habremos incurr¨ªdo en un grave pecado de omisi¨®n ante la Naci¨®n.
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