El voto socialdem¨®crata
Diputado del PSOE por ZaragozaConsejero de Justicia de la Diputaci¨®n General de Arag¨®n
En las sociedades industriales de Europa, a las que pertenece Espa?a, el voto socialdem¨®crata corresponde, fundamentalmente, a la clase trabajadora, y en menor medida, aunque con tendencia ascendente, a la clase media. Es un voto caracterizado por el hecho de que su emisor aspira a un tipo de sociedad m¨¢s humana, igualitaria y solidaria que la tradicional capitalista y de que semejante cambio se puede lograr a trav¨¦s de sucesivas reformas de ¨¦sta, mediante leyes emanadas de s¨®lidas mayor¨ªas parlamentarias que respeten a plenitud la libertad y el pluralismo pol¨ªticos. Todo ello responde a la ¨ªntima convicci¨®n de que es posible alcanzar el socialismo dentro de una comunidad democr¨¢tica constituida por v¨ªas constitucionales; es decir, sin una revoluci¨®n, por medio de la creciente socializaci¨®n de aquella parte de la riqueza nacional que debe pertenecer y debe estar al servicio de la colectividad, y con absoluto respeto al conjunto de libertades p¨²blicas que los pueblos europeos han ido alcanzando a lo largo de centurias de lucha contra el despotismo y la arbitrariedad y que, a no dudar, constituyen su m¨¢s digno y valioso patrimonio.
Pues bien, este voto socialdem¨®crata, que porcentualmente constituye el sector m¨¢s importante del panorama electoral europeo, en raz¨®n de que su motivaci¨®n coincide con el sentir mayoritario de la poblaci¨®n, es un voto que en Espa?a no est¨¢ definitivamente adscrito a ninguna formaci¨®n pol¨ªtica de las que participan en los procesos electorales con rango de grandes agrupaciones nacionales, y no tanto en raz¨®n de que ninguna de ellas se nomine expresa y terminantemente ? socialdem¨®crata ?, que el nombre es lo de menos, sino de manera fundamental porque, hasta el momento, no existe en nuestro pa¨ªs un partido de primera categor¨ªa que asuma en forma clara y exclusiva el programa y los objetivos socialdem¨®cratas.
No debe extra?ar, en consecuencia, que semejante voto socialdem¨®crata ande un tanto err¨¢tico y confundido, y, llegado el momento de las elecciones, se reparta de manera fundamental entre el PSOE y la UCD, tal como ocurri¨® el 15 de junio de 1977, y tal como ha vuelto a ocurrir el pasado 1 de marzo, con lo que, en buena medida, se esteriliza y pierde coherencia, aparte de que no llega a influir en forma determinante en los partidos receptores, no s¨®lo porque los mismos no lo buscan de manera expresa y tajante, sino, incluso, porque en raz¨®n a espec¨ªficas circunstancias pol¨ªticas del momento, ni uno ni otro pueden manifestar especial complacencia por su recepci¨®n, aunque les sea vital, con lo que sin mayor esfuerzo se puede comprender que la desilusi¨®n y el sentimiento de inutilidad se apoderen de sus emisores, y de ah¨ª a la abstenci¨®n no hay m¨¢s que un paso (ser¨ªa interesant¨ªsimo el poder conocer qu¨¦ porcentaje de los que se abstuvieron en los pasados comicios era de potenciales votantes socialdem¨®cratas).
No se trata de ideas nuevas nacidas al hilo de la reflexi¨®n generada por la pasada llamada a las urnas del 1 de marzo, sino que las adelantamos y las defendimos machaconamente meses atr¨¢s, porque pensamos, y seguimos pensando, que el mapa electoral espa?ol y la distribuci¨®n de fuerzas entre UCD y PSOE, plasmados el 15 de junio de 1977 y reproducidos casi milim¨¦tricamente hace algunas semanas, no admite otra correcci¨®n ni otro replanteamiento que la entrada masiva del voto socialdem¨®crata a favor de uno de los dos grandes partidos en liza, porque dicho voto es, desde el punto de vista num¨¦rico, lo suficientemente importante como para invertir en forma sustancial la actual situaci¨®n y porque, a no dudar, constituye el ¨²nico campo electoral de importancia que no est¨¢ adscrito ni identificado de manera definitiva con ninguna formaci¨®n pol¨ªtica.
Que sea razonable o no el que una parte del voto socialdem¨®crata, en cuant¨ªa no identificable, pero que debe ser de importancia dado el n¨²mero de votos obtenidos por UCD, se haya ido por dos veces consecutivas hacia este partido es algo que corresponde al ¨¢mbito del an¨¢lisis sociol¨®gico-electoral, pero que en nada cambia el hecho real y determinante de que la formaci¨®n centrista sigue ganando las elecciones con el apoyo definitivo de los socialdem¨®cratas, por m¨¢s ins¨®lito que ello pueda parecernos, y por m¨¢s que a muchos socialistas espa?oles, modernos y europeos, tal situaci¨®n se nos antoje arbitraria e incomprensible. Pero est¨¢ ah¨ª y habr¨¢ que contemplarla y tratarla adecuadamente de cara a futuras confrontaciones electorales.
A no dudar, empero, hay factores que van a laborar para rectificar esta direcci¨®n. La casi desaparici¨®n de Coalici¨®n Democr¨¢tica, a la que se hab¨ªa asignado el papel de representar a la derecha espa?ola, a objeto de que el partido de Su¨¢rez pudiera ocupar el rentable centro, en raz¨®n de que sus votantes han identificado sus intereses, hombres y objetivos con los propios de UCD, va a hacer muy dif¨ªcil que en adelante esta agrupaci¨®n pol¨ªtica pueda desmarcarse de la derecha, como hasta ahora lo hab¨ªa logrado con relativo ¨¦xito, con lo que se puede pronosticar, con cierta seguridad, el que en la misma medida en que UCD vaya ocupando a todos los efectos el espacio electoral de la derecha, que ya no puede cubrir por medio de terceros, se le ir¨¢n apartando de manera progresiva esos votos socialdem¨®cratas que hasta el presente se hallaban confundidos por la interesada y buscada indefinici¨®n pol¨ªtica de que ha hecho gala la Uni¨®n de Centro. A ello coadyuvar¨¢, asimismo, el tipo de pol¨ªtica pr¨¢ctica que el partido gubernamental se va a ver compelido a realizar, en la que ya no ser¨¢n posibles las medias tintas ni las soluciones ambiguos, porque la clase dominante espa?ola y su n¨²cleo motor, la oligarqu¨ªa financiera, van a marcar la pauta y a exigir la puesta en marcha de una aut¨¦ntica pol¨ªtica conservadora y de derechas. Para muestra, baste el bot¨®n del primer Gobierno constitucional y la significativa salida de su seno de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, por m¨¢s que se pretenda opacarla mediante el fogonazo de unos cuantos ministros socialdem¨®cratas, de poca gradaci¨®n y fuste.
Por otro lado, la reveladora afirmaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez de que con la caracterizaci¨®n actual el PSOE ha alcanzado su techo electoral y el simple hecho de que en el panorama espa?ol el paso del tiempo trabaja hacia posiciones m¨¢s moderadas, junto con la previsible aproximaci¨®n al Partido Socialista, cual ocurre en sus hom¨®nimos europeos, de crecientes estratos profesionales y de las clases trabajadoras de ?cuello blanco? y media, permiten aventurar que, a medio plazo, el voto socialdem¨®crata se inclinar¨¢ masivamente hacia la formaci¨®n socialista, circunstancia que ser¨¢ decisiva de cara a la constituci¨®n del primer Gobierno del PSOE en nuestro pa¨ªs.
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