Esclarecido por completo el secuestro y asesinato de Inmaculada Fern¨¢ndez
Julio Mendoza Burgos, un delincuente com¨²n de veintisiete a?os, en cuya ficha criminal se registran siete detenciones; Manuel Hueso Sanz, de dieciocho a?os; Juan Carlos P¨¦rez Caraballo, de diecisiete, y L. M. G., de quince, son los responsables del secuestro y muerte de la ni?a Inmaculada Fern¨¢ndez. Todos ellos han sido arrestados por la polic¨ªa; los tres primeros han pasado a disposici¨®n del juez de guardia, y el cuarto, menor de edad penal, ha sido internado en el colegio Sagrado Coraz¨®n, de Carabanchel, por decisi¨®n del Tribunal Tutelar de Menores. Todas las circunstancias del hecho que se les imputa se conocen con absoluta exactitud, con lo que, a efectos policiales, el caso puede considerarse resuelto. Seg¨²n los ¨²ltimos datos, si las declaraciones de los primeros detenidos hubieran sido veraces, la ni?a habr¨ªa podido ser salvada.
El cotejo de las ¨²ltimas confesiones ha permitido reconstruir cabalmente el crimen. Los cuatro detenidos perpetraron el secuestro de la ni?a con el prop¨®sito de pedir un rescate de 50.000 pesetas a cambio de su liberaci¨®n. En los primeros momentos, los posibles m¨®viles eran muy controvertidos en la opini¨®n popular: Inmaculada Fern¨¢ndez formaba parte de una familia con pocos recursos econ¨®micos; sus cinco hermanos y ella misma formaban parte de lo que los vecinos no cesaban de calificar como ?una familia modesta?, de modo que se reputaba absurda la posible intenci¨®n de los secuestradores de pedir un rescate. Tal circunstancia se tradujo en la aparici¨®n de rumores, en los que se conjugaban la imaginaci¨®n y el recuerdo de antiguas tragedias populares.Todo ello fue generando en la populosa ciudad de Alcorc¨®n un ambiente agrio y violento, en el que surgieron llamadas a la justicia popular y a su manifestaci¨®n m¨¢s frecuente: el linchamiento. Uno de los manifestantes m¨¢s apasionados era un tal Julio Mendoza, un presumible ex delincuente com¨²n, a quien los jueces hab¨ªan aplicado en 1973 la ley de Peligrosidad y Rehabilitaci¨®n Social por delitos de hurto y robo.
Un relato de terror
Las t¨®picas exageraciones populares no lograron, a pesar de todo, rebasar los hechos. La banda hab¨ªa trasladado a la ni?a, secuestrada en presencia de un muchacho de unos once a?os, a un siniestro lugar en ruinas llamado ?la casa del loco?, localizado en M¨®stoles. Los cuatro delincuentes repartieron as¨ª sus misiones: P¨¦rez Caraballo y L. M. G. se encargar¨ªan de confeccionar la nota en la que se pedir¨ªa el rescate, y Mendoza vigilar¨ªa a la ni?a mientras sus c¨®mplices har¨ªan llegar el mensaje a los familiares. Una vez en Alcorc¨®n, los dos delincuentes citados, junto con Manuel Hueso, se asustaron al descubrir la indignaci¨®n de los vecinos y decidieron no volver a ?la casa del loco?.
En el curso de su encierro, la ni?a, que padec¨ªa una dolencia asm¨¢tica, sufri¨® varios accesos de tos. Julio Mendoza, su vigilante, comenz¨® a ponerse nervioso ante la falta de noticias. Poco despu¨¦s, la polic¨ªa arrestaba a P¨¦rez Caraballo y L. M. G., que se confesaron culpables del hecho, pero incurrieron en continuos cambios en sus declaraciones. Esta ¨²ltima circunstancia imped¨ªa a los agentes la localizaci¨®n de la ni?a, toda vez que los dos detenidos aseguraban haberla conducido a distintas guaridas. El viernes pasado, al mediod¨ªa, casi veinticuatro horas despu¨¦s de que se consumara el secuestro, Inmaculada, probablemente amordazada y despavorida, sufri¨® un definitivo acceso de tos, a consecuencia del cual muri¨®. Entonces, Mendoza carg¨® su cuerpo en el portaequipajes de un Seat 127 robado y sali¨® en busca de sus compa?eros. Al no dar con ellos resolvi¨® deshacerse del cad¨¢ver. Finalmente lo arroj¨® a una charca, junto al ferrocarril, a la entrada de San Jos¨¦ de Valderas. Luego volvi¨® al pueblo, particip¨® en las manifestaciones de indignaci¨®n y, seg¨²n se dice, pidi¨® a coro con otros manifestantes que los secuestradores fueran colgados.
El descubrimiento del cuerpo de Inmaculada coincidi¨® con un cambio en la actitud de los primeros detenidos. De all¨ª en adelante, comenzaron a ofrecer versiones m¨¢s exactas de lo ocurrido; las investigaciones policiales, hasta aquel instante dif¨ªciles en extremo, comenzaron a precipitarse. En nota difundida a la prensa, la polic¨ªa ha manifestado que ?a ¨²ltima hora de la tarde del viernes ya se conoc¨ªa la participaci¨®n de Julio Mendoza en el crimen ?, y a?ade que no pudo ser arrestado esa misma noche ?debido a una manifestaci¨®n que entorpeci¨® el paso del veh¨ªculo en el que iban inspectores a detenerlo. Cuando llegaron ¨¦stos, se acababa de fugar de su domicilio. En la nota se explica, en consecuencia, que ?dif¨ªcilmente podr¨ªa haber sido identificado por una foto que apareci¨® el domingo d¨ªa 5 en un diario de la ma?ana?. En medios pr¨®ximos a la polic¨ªa se comentaba ayer a EL PAIS, con amargura, que los ¨²ltimos datos permiten hacer una afirmaci¨®n capaz de enlutar un poco m¨¢s la tragedia: si los primeros detenidos hubieran dicho la verdad en los interrogatorios iniciales, la ni?a habr¨ªa podido ser rescatada con vida.
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