Marruecos no digiere el Sahara
LA FIRMA de los acuerdos de devoluci¨®n a la Rep¨²blica Saharaui de los territorios ocupados por Mauritania desde el Tratado de Madrid (1975), es un golpe duro para Marruecos; podr¨ªa convertirse en una situaci¨®n especialmente dif¨ªcil para el monarca Hassan II si la oposici¨®n le exige m¨¢s de lo que puede hacer para defender lo que considera una provincia. La digesti¨®n del Sahara, que parec¨ªa f¨¢cil y feliz en el momento unitario de la marcha verde, se ha convertido en una verdadera enfermedad. Hassan consigui¨® hacer del tema una verdadera causa nacional.La izquierda marroqu¨ª, que hab¨ªa sufrido un largo proceso de desnaturalizad¨®n por v¨ªas de coacci¨®n y de violencia -procesos y fusilamientos como consecuencia de ? conspiraciones ? y atentados, c¨¢rceles y exilios, y el punto culminante del asesinato de Ben Barka, en Par¨ªs-, abraz¨® el expansionismo hassan¨ª, en parte por falta de capacidad para la resistencia, en parte por no enfrentarse por una opini¨®n popular ampliamente movilizada, y en gran parte tambi¨¦n por nacionalismo. Como consecuencia de todo ello, esa izquierda qued¨® aislada de las ideolog¨ªas paralelas internacionales, sobre todo en Francia y en Espa?a, que exig¨ªan la aplicaci¨®n del principio de autodeterminaci¨®n para el pueblo saharaui, que hab¨ªa sido descolonizado sin ocasi¨®n de manifestar p¨²blicamente sus deseos y sin poder poner en pr¨¢ctica la organizaci¨®n nacional que se hab¨ªa ido creando durante los ¨²ltimos a?os de la colonizaci¨®n espa?ola. El apoyo de Argelia a la causa saharaui ti?¨® de alguna impureza la posici¨®n defensiva de los saharauis organizados en resistencia -el Frente Polisario-, tanto a los ojos de las potencias occidentales como a los de Marruecos, que podia arg¨¹ir que el tema de la Rep¨²blica Saharaui aparecia simplemente como un -disfraz actual del viejo problema fronterizo y de r¨¦gimen de las dos naciones -Argelia y Marruecos- y como un episodio de la gran lucha entre los dos bloques mundiales, representando a Argelia como un sat¨¦lite de la URSS.
Esta tesis cundi¨® durante alg¨²n tiempo; influy¨® mucho en Madrid -acuciado tambi¨¦n por otros problemas de la regi¨®n, como la pesca, las islas Canarias, Ceuta y Melilla- y, especialmente en el partido gobernante, UCD.
Pero con el tiempo las posiciones han ido cambiando. La capacidad real de resistencia del Polisario, la suma de numerosos pa¨ªses africanos y ¨¢rabes a su causa, la generalidad del problema de Oriente Pr¨®ximo, que tiene un reflejo en el occidente ¨¢rabe, los cambios discretos pero firmes sobrevenidos en Argelia a la muerte de Bumedian -incluso en los ¨²ltimos a?os de su vida, como tendencias por parte de la sociedad dominante a desprenderse de la URSS-, la defecci¨®n de Mauritania, que, destrozada por problemas internos y por una econom¨ªa deficitaria, no puede resistir los ataques de las guerrillas polisarias, son factores que han ido dando un aspecto distinto a la cuesti¨®n. Se han reflejado en un continuado consejo de Estados Unidos a Hassan, para que desista de una situaci¨®n de guerra; de una modificaci¨®n espa?ola que busca y encuentra f¨®rmulas de emparentamiento con un ?tercer mundo? para el que parec¨ªa esencial el desbloqueo de la cuesti¨®n saharaui, modificaci¨®n que culmin¨® con la en. trevista en Argel de Su¨¢rez con representantes de la Rep¨²blica Saharaui; con la repulsa de la posici¨®n marroqui en las Naciones Unidas y, finalmente, en el completo aislamiento de Marruecos en la conferencia de jefes de Gobierno y de Estado de la OUA.
El proceso culmina con el abandono por parte de Mauritania del Tratado de Madrid. Durante unos d¨ªas se ha temido que Marruecos tuviera una respuesta violenta, sobre todo mediante la utilizaci¨®n de los 6.000 soldados de choque estacionados en Mauritania: la decisi¨®n de retirarlos, despu¨¦s del viaje del primer ministro de Senegal a Rabat, portador de un mensaje de Sedar Senghor -y no es muy aventurado decir qu¨¦ ese mensaje contiene, tambi¨¦n, la opini¨®n francesa sobre el tema-, parece un s¨ªntoma de apaciguamiento y de una entrega de la cuesti¨®n a las v¨ªas diplom¨¢ticas (se sugiere una entrevista cumbre de Argelia y Marruecos).
Pero el reforzamiento de la zona ocupada por Marruecos en el Sahara y en la frontera con Argelia indica que la soluci¨®n militar no est¨¢ olvidada ni desechada. Marruecos est¨¢ internacionalmente aislado para empezar una aventura; pero la oposici¨®n demanda ahora a Hassan II haber creado la ?causa nacional? y haberla perdido, o estar a punto de perderla. Hassan puede tener a¨²n la posibilidad de volver a reunir todos los partidos en torno a esa ofensa nacional, acudiendo al recurso siempre fecundo de la xenofobia. Aunque no se sabe c¨®mo va a hacer frente a la insistencia, militar y civil, de los saharauis, para que entregue el territorio que tiene absorbido, y que considera como provincia marroqu¨ª. La salida del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n no es f¨¢cil, porque requerir¨ªa, para que fuese cre¨ªble, que las fuerzas de ocupaci¨®n se retirasen, y que el Polisario tuviese una entrada legal que le permitiera hacer la campa?a electoral con libertad. No parece que Rabat pudiera ceder en ese punto sin admitir que iba a ceder en el siguiente: aceptar la Rep¨²blica Saharaui que resultase de ese refer¨¦ndum libre.
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