La crisis de nunca acabar
A falta de cuestiones m¨¢s importantes, los ministros econ¨®micos dedicaron buena parte de su ¨²ltima reuni¨®n a discutir qui¨¦n y c¨®mo va a presentar los cien folios del plan econ¨®mico a medio plazo que, al parecer, ya han logrado redactar tras cinco meses de permanencia en el Gabinete. Algunos, hasta se quejaron de que el retraso en la presentaci¨®n ha alterado los planes de vacaciones de sus departamentos. La discusi¨®n no est¨¢ cerrada y a estas alturas sigue sin decidirse la fecha en que la receta para afrontar la crisis ser¨¢ definitivamente dada a conocer, aunque una serie de insinuaciones estrat¨¦gicamente distribuidas apuestan ya por la conveniencia de que la presentaci¨®n se posponga hasta septiembre, una vez concluidas las vacaciones estivales.En medio de tanta duda, lo que realmente ocurre es que los responsables de la pol¨ªtica econ¨®mica no saben materialmente por d¨®nde empezar. Los a?os de inhibici¨®n -a los que no son ajenos algunos de los actuales gobernantes- y las graves secuelas del modelo desarrollista del franquismo han dejado en este pa¨ªs tal r¨¦mora que el p¨¢nico amenaza con invadir las m¨¢s altas instancias de la Administraci¨®n. El asunto es de tal envergadura que nadie se atreve a sugerir un calendario de actuaciones ni a definir un esquema de prioridades, que decida cu¨¢l debe ser el primer agujero a rellenar y a qu¨¦ coste.
El m¨¢s elemental diagn¨®stico de la situaci¨®n se enfrenta al riesgo de ser tachado de tremendista. Pero la tentaci¨®n de ocultarlo es esconder la cabeza bajo el ala, como si los problemas pudieran desaparecer por no mencionarlos. El equipo econ¨®mico del Gobierno se encuentra tan desunido como desmoralizado. No existe la m¨¢s m¨ªnima cohesi¨®n entre los titulares de departamento y la c¨²spide que encarna el vicepresidente Abril. Este, a su vez, desconf¨ªa de la mayor parte de los ministros, y ha entrado hace ya tiempo en fa peligrosa espiral de pretender pontrolarlo y decidirlo todo. Un alto cargo de la Administraci¨®n planteaba no hace mucho un afortunado s¨ªmil: ?el vicepresidente Abril es como un capit¨¢n de barco al que no le funcionan los mandos ni ve sus ¨®rdenes cumplidas por la tripulaci¨®n. El resultado es que el barco va a la deriva, con un capit¨¢n corriendo de proa a popa, en un intento de suplir personalmente todo lo que no funciona?. La situaci¨®n real se ajusta m¨¢s o menos a la met¨¢fora, a pesar de que las promesas de lealtad incondicional se iuultipliquen cada vez que la existencia de discrepancias aflora ante la opini¨®n p¨²blica. Lo incuestionable es que el equipo no funciona, que no existe un rumbo claro en la pol¨ªtica econ¨®mica y que la actuaci¨®n del Gobierno se circunscribe a apa?ar el d¨ªa a d¨ªa.
Las expectativas creadas en torno a la presentaci¨®n del plan econ¨®mico a medio plazo no deben enga?ar a nadie. Que exista o no un programa definido es lo de menos cuando no se percibe una voluntad de aplicarlo. Lo que la econom¨ªa de este pa¨ªs precisa es -continuando con el s¨ªmil n¨¢utico, que alguien tome el mando de la nave con ideas claras, reclute una tripulaci¨®n adecuada y operativa y se haga firmemente con el tim¨®n. A nadie escapa que la situaci¨®n actual dista mucho de ajustarse a este modelo.
La crisis es muy grave. Es cierto que las posibilidades actuales de recuperaci¨®n son, en pura teor¨ªa econ¨®mica con rigor y seriedad tes que hace dos a?os. Pero la coyuntura presente se encuentra peligrosamente afectada de un sentimiento depresivo y abandonista, que alcanza la mayor parte de los estamentos responsables del curso de la econom¨ªa espa?ola;desde la Administraci¨®n a los directos protagonistas del proceso social: empresarios y trabajadores.
No se puede pedir a las fuerzas sociales que hagan lo que el Gobierno no es capaz de hacer: dejar de supeditar sus comportamientos a los intereses a corto que cada uno sustenta, sin tener en cuenta el progresivo deterioro que este comportamiento comporta. Pero urge que las actitudes cambien; lo de menos es qui¨¦n deba ser el primero.
Tras varias semanas de insistentes rumores sobre el cese del vicepresidente econ¨®mico, toma cuerpo la tesis de que el presidente Su¨¢rez mantendr¨¢ la actual conposici¨®n del Gabinete, al menos hasta febrero, porque no desea provocar excesivas inquietudes en el seno de UCD antes del pr¨®ximo congreso, previsto en torno al verano. El reajuste de febrero ser¨ªa, pues, m¨ªnimo y una m¨¢s amplia remodelaci¨®n quedar¨ªa para dentro de doce meses. Sea o no cierto, ser¨ªa deseable considerar dos aspectos de futuro: interesa a este pa¨ªs desdramatizar de una vez por todas los reajustes ministeriales y, sobre todo, que el progresivo deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica puede llevarse por delante al actual, presidente, al partido gobernante y hasta la democracia, si nadie lo remedia.
Las opciones son escasas, pero la ¨²nica alternativa es encarar la crisis econ¨®mica con rigor y seriedad desde la misma c¨²spide del poder. El segundo paso ser¨¢, sinduda, elegir la persona id¨®nea para pilotar el proceso -que no ser¨¢ f¨¢cil-, porque generalmente los problemas tienen nombres y apellidos y, en el caso concreto de la pol¨ªtica econ¨®mica, la principal dificultad parece ser la permanencia de Fernando Abril al frente. Y no se trata de disfrazar fobias o filias personales, o supeditar a los afectos de uno u otro signo las grandes decisiones. Lo cierto es que la econom¨ªa de este pa¨ªs precisa un elemento de primera l¨ªnea, con plenos poderes de capacidad de maniobra suficiente para intentar salir de la crisis. Y, sobre todo, que alguien explique, lisa y llanamente, el c¨®mo y porqu¨¦ de la situaci¨®n y los modos y costes ineludibles para salir de ella. Resulta obvio que la claridad no es una de las virtudes del actual vicepresidente.
Solventando esto, el resto de protagonistas deber¨ªan dejar de jugar a la demagogia.
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