En diecisiete a?os ha ardido el 6,4% e la superficie forestal
Los incendios forestales se han encargado de devastar, en los ¨²ltimos diecisiete a?os, el 6,41 % de la superficie forestal espa?ola. Las p¨¦rdidas totales en este per¨ªodo de tiempo, se han calculado en 75.136 millones de pesetas. El n¨²mero de incendios habidos desde el 1 de enero de 1961 hasta el d¨ªa 5 del presente mes de agosto es de 53.002, lo qu¨¦ representa una media diaria de 7,8. Las muertes contabilizadas a causa de un incendio, en el citado per¨ªodo de tiempo, ascienden a 78.La superficie forestal de Espa?a es de 26,46 millones de hect¨¢reas, que equivalen al 52,43% del total de la superficie geogr¨¢fica (50,47 millones de hect¨¢reas). Alrededor de la mitad de la superficie forestal espa?ola (12,59 millones de hect¨¢reas) corresponde a montes cubiertos con especies arb¨®reas; el resto (13,87 millones de hect¨¢reas) est¨¢ ocupado por especies no arb¨®reas.
La Pen¨ªnsula Ib¨¦rica presenta notables contrastes en la distribuci¨®n de su climatolog¨ªa. A una faja perif¨¦rica lindante con el mar, y por tanto beneficiada de su influencia reguladora en humedad y temperatura, se adosa una meseta central, en la que se han comprobado oscilaciones t¨¦rmicas desde 45 grados cent¨ªgrados de m¨¢xima en ¨¦poca estival hasta veinticinco grados bajo cero de m¨ªnima en invierno y en la que se dan precipitaciones medias anuales tan alejadas como doscientos mil¨ªmetros y 3.000 mil¨ªmetros.
La existencia de una etapa c¨¢lida y seca prolongada en la meseta central, que rebasa ampliamente los l¨ªmites estacionales del verano, motiva que en este per¨ªodo la vegetaci¨®n se encuentre en condiciones propicias para arder. Sin embargo, los estudios estad¨ªsticos sobre la distribuci¨®n geogr¨¢fica del peligro de incendios no corresponde a estas circunstancias naturales. Las zonas donde se concentra mayor peligro de incendio, seg¨²n un informe elaborado por Icona para el per¨ªodo 1965-1975, son por este orden: Galicia, Mediterr¨¢neo, Cant¨¢brico, Andaluc¨ªa, Baleares y Canarias -estas tres ¨²ltimas con el mismo ¨ªndice de peligrosidad-, Meseta, Pirineos y Cordillera Ib¨¦rica.
La superficie arbolada espa?ola -12,59 millones de hect¨¢reas- incorpora dos grupos cl¨¢sicos de especies vegetales que tienen distinto comportamiento ante el fuego, y se dan con preferencia en lugares cualificados: con¨ªferas y frondosas. Al primero corresponden todos los tipos de pino -negro, laricio, silvestre, pi?onero, carrasco, pinaster y canario-, abetos, enebros y cipreses. Al disponer de un follaje resinoso y un tronco que tambi¨¦n presenta exudaciones a trav¨¦s de heridas causadas por diversos agentes, el avance del fuego, una vez iniciado en una masa de con¨ªferas, es r¨¢pido.
Los bosques de frondosas se localizan con preferencia en zonas h¨²medas, en las que la vegetaci¨®n permanece verde durante m¨¢s tiempo. Al disponer de un follaje que contiene una gran cantidad de agua, el fuego se extiende con m¨¢s lentitud que en el caso de las con¨ªferas. En el grupo de especies frondosas se cuentan la encina, alcornoque, casta?ar, haya, casta?o, chopo, roble y eucalipto.
Las mayores p¨¦rdidas entre las especies vegetales arb¨®reas con¨ªferas las sufre el pino. Entre los a?os 1968 y 1975 el n¨²mero de hect¨¢reas quemadas fue de 286.267; el resto de las con¨ªferas sufrieron da?os en 375 hect¨¢reas.
El eucalipto, con 14.034 hect¨¢reas devastadas, y el alcornoque, con 9.273, son las dos especies, dentro del grupo arb¨®reo de las frondosas, que m¨¢s sufrieron las acciones de fuego en el per¨ªodo de tiempo citado.
La superficie arbolada produce bienes tangibles que se pueden agrupar en cinco grandes conjuntos. La primera producci¨®n es la de madera, merced al pino, abeto, nogal, casta?o y roble; el corcho, que se extrae del alcornoque; la resina, que se puede recoger de varios tipos de pinos, aunque en Espa?a se haga casi exclusivamente del ?pinaster?; los frutos, que se aprovechan del nogal, casta?o, encina, alcornoque, pino pi?onero y palma datilera, y los productos secundarios que proceden de la superficie arbolada, como los hongos, n¨ªscalos, trufas, etc¨¦tera, y hojas de eucalipto, que se utilizan para la producci¨®n de esencias, flores de tilo y un largo etc¨¦tera.
Superficie desarbolada
La superficie desarbolada espa?ola -13,87 millones de hect¨¢reas- se subdivide en tres grupos: monte bajo, zonas de matorral y pastizales. El primero da fundamentalmente le?a. En el segundo se producen adem¨¢s plantas arom¨¢ticas -jaras y espliegos, por ejemplo-, de gran importancia para la industria de la perfumer¨ªa, y espartizal, fuente de materia prima para la cordeler¨ªa. Los pastizales constituyen el apoyo tradicional de la ganader¨ªa y cuya importancia en la actualidad se ha revaluado dada la crisis mundial de materias primas para piensos.
La superficie desarbolada es adem¨¢s el habitat de muchas especies cineg¨¦ticas -caso del conejo, liebre, perdiz-. La pesca fluvial, por ¨²ltimo, se encuentra ligada al estado de la vegetaci¨®n de las zonas por donde circulan los cursos de agua, ya que de ¨¦l dependen factores como la clar¨ªdad de las aguas y los aportes de materia org¨¢nica que las fertilizan.
Las dos superficies, arbolada y desarbolada, integran todos los productos primarios forestales. Las p¨¦rdida de los mismos se elevan, entre los a?os 1961 y 1977, a 18.518 millones de pesetas, lo que representa el 28% del total de p¨¦rdida en ese per¨ªodo, que asciende a 65.921 millones de pesetas.
La destrucci¨®n que supone un incendio forestal origina unas p¨¦rdidas que noson susceptibles de cuantificar. Entre ellas destacan las de los servicios que presta el monte y que, en resumen, son la protecci¨®n del suelo mediante la previsi¨®n de la erosi¨®n, la regulaci¨®n del r¨¦gimen hidrol¨®gico y la defensa de los embalses contra el aterramiento, entre otros. La destrucci¨®n del monte anula esta protecci¨®n. Las lluvias que siempre siguen a un per¨ªodo de incendios inician una erosi¨®n que, en algunos casos, resulta muy grave.
Otra p¨¦rdida imposible de cuantificar, pero notable y de f¨¢cil comprobaci¨®n, se desprende de la funci¨®n recreativa que el monte tiene. Los incendios deterioran la calidad de las zonas aprovechables para su disfrute, al tiempo que hacen cundir la inquietud entre la poblaci¨®n que habita junto a las masas forestales. Un incendio, por ¨²ltimo, tiene unos efectos negativos sobre el paisaje, tan importantes que puede destruir definitivamente una zona completa de esparcimiento.
Los peligros de la siesta
En la estad¨ªstica de los incendios, al margen de sus causas, que veremos en otro cap¨ªtulo, figuran una serie de hitos en los que se puede hacer hincapi¨¦. Las horas propicias para que comience el fuego coinciden con las de la siesta. Entre las catorce y la diecisiete horas se da el mayor porcentaje de incendios del d¨ªa. Las seis y las siete de la ma?ana se reparten el menor n¨²mero de incendios a lo largo del a?o.
Por ¨¦pocas del a?o, los meses de agosto y septiembre figuran a la cabeza de los que cobijan m¨¢s incendios durante el mismo julio, marzo y abril les siguen en una segunda y m¨¢s discreta posici¨®n. En los meses de diciembre, enero y febrero se da el m¨ªnimo de incendios anual.
La duraci¨®n de los incendios no guarda proporciones concretas. No obstante, y tomando como base los acaecidos durante el a?o 1977, los que tardaron una hora en extinguirse fueron 276; dos horas, 354; tres horas, 273; cuatro horas, 250; doce horas, 31; veinticuatro horas, nueve; 36 horas, tres; 48 horas, dos; 66 horas, 1, y 143 horas -el que m¨¢s dur¨® ese a?o-, uno.
Tres son los tipos de incendio en que Icona clasifica los fuegos que afectan a combustibles vegetales naturales. El fuego de superficie es el que prende en el tapiz herb¨¢ceo y en el matorral. Pur tratarse de combustibles ligeros, que acusan con rapidez los efectos del calor y la sequ¨ªa, resultan ser los m¨¢s frecuentes de todos.
El fuego de superficie suele ser el origen del fuego de copa, que es aquel que se extiende consumiendo las copas de los ¨¢rboles. Son, sin duda, los m¨¢s peligrosos y aquellos cuya extinci¨®n ofrece m¨¢s dificultades.
El tercer tipo de fuego es el de subsuelo. Este incendio avanza por debajo de la superficie y quema ra¨ªces, materia org¨¢nica seca y turba. Es, de los tres, el m¨¢s raro en la geograf¨ªa espa?ola.
El elemento que m¨¢s influencia ejerce en la propagaci¨®n de un incendio forestal es, sin duda, el viento. Factor que act¨²a en tres direcciones: aporta ox¨ªgeno, que aviva la combusti¨®n; aproxima las llamas a otros ¨¢rboles que a¨²n no hab¨ªan entrado en ignici¨®n y lanza chispas y pavesas a zonas del monte donde todav¨ªa no se, hab¨ªan sentido los efectos del incendio.
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