Testimonio oral de la guerra civil
A partir de dos a?os de trabajo, m¨¢s de trescientas entrevistas y casi tres millones de palabras grabadas, Ronald Fraser ha conseguido construir un impresionante mosaico de la guerra civil espa?ola. Cabe imaginar el ingente trabajo de selecci¨®n y montaje de los testimonios. A lo largo de las m¨¢s de ochocientas p¨¢ginas de estos dos vol¨²menes el autor supone haber utilizado menos de un 10% del material original; pero este material, adem¨¢s, ha sido remontado para obtener descripciones simult¨¢neas y contradictorias de los acontecimientos clave de la insurrecci¨®n y la guerra. Nada m¨¢s lejano del ?Iibro de entrevistas? que este abrumador testimonio colectivo sobre los a?os m¨¢s dram¨¢ticos de nuestra historia contempor¨¢nea.La importancia del libro de Fraser puede verse desde distintos ¨¢ngulos. En primer lugar, es una muestra ejemplar de lo que es y puede ser la historia oral, realizada adem¨¢s con una rigurosa conciencia de los l¨ªmites de esta variante de la historiograf¨ªa, que no puede suplir a la historiograf¨ªa cl¨¢sica (cuyo recurso met¨®dico a la documentaci¨®n y cuya descripci¨®n de las macromagnitudes siguen siendo esenciales para la comprensi¨®n global de los acontecimientos). As¨ª, Fraser se propone ni m¨¢s ni menos que realizar ?un intento de revelar el ambiente intangible de los acontecimientos, de descubrir el punto de vista y las motivaciones de los participantes, de describir c¨®mo sintieron la guerra civil, la revoluci¨®n y la contrarrevoluci¨®n quienes las vivieron desde ambos campos?.
Ronald Fraser
Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros. Historia oral de la guerra civil espa?ola. Barcelona, Cr¨ªtica, 1979, dos vol¨²menes.
Avance en la comprensi¨®n
En segundo lugar, Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros constituye un avance fundamental hacia la comprensi¨®n de nuestra guerra, ese terrible secreto colectivo al que muchos de nosotros no hemos tenido m¨¢s acceso directo que el que brindaban espor¨¢dicas conversaciones familiares, cargadas de esa oscura fascinaci¨®n que se deriva de la culpa innombrable y compartida (en este caso, por todo un pueblo).Por descontado, Ronald Fraser no es un espectador neutral, aunque su voluntad de imparcialidad a lo largo de esta obra pueda hacer pensar a veces en ello. Miembro hasta fecha muy reciente del consejo de redacci¨®n de New Left Review, autor de dos libros sobre el impacto de la guerra civil (In hiding: the life of Manuel Cort¨¦s, 1972; The pueblo: a mountain village on the Costa del Sol, 1973), Ronald Fraser trata de comprender la experiencia de la guerra desde su perspectiva de izquierda.
Y, por supuesto, Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros no es tan s¨®lo periodismo retrospectivo. Fraser trata de ofrecer unas claves de interpretaci¨®n, sintetizadas en las notas al pie (predominantemente dirigidas al lector no espa?ol) y en las cien p¨¢ginas de extensos ap¨¦ndices que constituyen un buen resumen de los determinantes fundamentales de la guerra y de la lucha de clases que la precede. Me gustar¨ªa se?alar a continuaci¨®n algunas de las cuestiones de interpretaci¨®n que, a mi juicio, surgen de la lectura de la obra de Fraser.
Recientemente,Tenima Kaplan, en su obra Or¨ªgenes sociales del anarquismo en Andaluc¨ªa, ha sostenido la tesis de que el anarquismo, lejos de constituir un movimiento milenarista, aparece como una forma racional de resistencia a la explotaci¨®n en un medio rural. Podemos aceptar esta tesis como hip¨®tesis de trabajo para tratar de comprender las limitaciones de la acci¨®n obrera durante la crisis de la Rep¨²blica y frente a la contrarrevoluci¨®n. Fraser se?ala un hecho que resulta clave desde mi punto de vista: la heterogeneidad de la clase obrera, las divisiones internas de las clases subalternas. Ahora bien,es preciso hacer hincapi¨¦ en que estas divisiones son fruto de un desarrollo r¨¢pido y desigual de la formaci¨®n social espa?ola, especialmente en los a?os que siguen a la primera guerra mundial.
En efecto, es muy frecuente prescindir de esta fragmentaci¨®n estructural de la clase obrera al tratar de algunos aspectos de la historia de la zona republicana. Fraser subraya que la represi¨®n y los asesinatos tienen en la zona na cional el car¨¢cter de una t¨¢ctica sistem¨¢tica y deliberada, que busca el aplastamiento de la clase obrera y la destrucci¨®n de toda posible oposici¨®n pol¨ªtica al nuevo r¨¦gimen, mientras que en la zona leal adquieren un car¨¢cter primitivo y b¨¢rbaramente ingenuo, en contradicci¨®n con la legalidad republicana. Es f¨¢cil explicar desde este punto de vista la represi¨®n en la zona republicana como fruto del primitivismo de un amplio sector de la clase obrera, de or¨ªgenes campesinos muy recientes y carente de una conciencia pol¨ªtica pro letaria madura.
Ahora bien, si aceptamos esta hip¨®tesis, es preciso ser consecuentes y analizar tambi¨¦n desde este punto de vista otros rasgos de la pol¨ªtica obrera: por ejemplo, la actitud ante el Estado y las colectivizaciones. Y aqu¨ª es donde juega un papel la tesis de Temma Kaplan: el anarquismo, que puede ser una forma racional de resistencia en un medio rural, no permite la organizaci¨®n de una pol¨ªtica proletaria adecuada a un medio urbano industrializado. La raz¨®n es muy obvia. A este nivel s¨®lo una pol¨ªtica coherente y unificada a trav¨¦s del Estado puede dar una respuesta adecuada a la contraofensiva de la burgues¨ªa.
Sobre las colectivizaciones se ha escrito y debatido mucho. Pero no es extra?o que sobre ellas se hayan mantenido posturas abiertamente contradictorias, desde el momento en que probablemente fueron un fen¨®meno fundamentalmente heterog¨¦neo. El movimiento espont¨¢neo hacia la colectivizaci¨®n implica que, seg¨²n los lugares y los momentos, ¨¦sta se produce sobre la base de combinaciones muy distintas de coacci¨®n y consenso. La escasa duraci¨®n del experimento hace imposible ning¨²n juicio detinitivo sobre su eficiencia como sistema de gesti¨®n. La evidente rnampulaci¨®n de la pol¨ªtica comunista durante la guerra en Espa?a, en aras de los intereses de La Komintern (de Stalin), oscurece cualquier juicio sobre la posible justificaci¨®n ubjetiva de la descolectivizaci¨®n parcial que sigue a la ofensiva de L¨ªster contra la CNT en Arag¨®n. ?Qu¨¦ puede decirse en este contexto con alguna objetividad?
L¨ªmites de una experiencia
Creo que s¨®lo es posible reconocer que la misma espontaneidad del movimiento colectivista se?ala los dr¨¢sticos l¨ªmites de la experiencia. Pues espontaneidad implica en este caso anarqu¨ªa, en el sentido peyorativo del t¨¦rmino. Implica que en muchos casos un peque?o campesinado que deberia haber sido aliado objetivo de la Rep¨²blica se enfrentara con ¨¦sta al sentirse amenazado con la desposesi¨®n de su peque?a propiedad, ante una colectivizaci¨®n que no elige libremente, sino que le viene impuesta mediante coacci¨®n en momentos muy graves de violencia civil.Pero, por supuesto, una pol¨ªtica unificada era imposible por la misma ideolog¨ªa y organizaci¨®n del anarquismo. As¨ª, el car¨¢cter contradictorio de las colectivizaciones aparece como consecuencia inevitable de la divisi¨®n del proletariado espa?ol entre una ideolog¨ªa preindustrial, el anarquismo, y un socialismo oscilante entre el corporativismo y la insurrecci¨®n. Me parece que es preciso tomarse esta cuesti¨®n seriamente y admitir que la derrota del bando republicano no fue fruto s¨®lo de la cobard¨ªa de las burgues¨ªas francesa e inglesa, ni del ascenso de los fascismo, ni tan siquiera de la hegemon¨ªa del estalinismo dentro del movimiento obrero revolucionario.
En alg¨²n sentido, la derrota de la Rep¨²blica espa?ola es la derrota de una revoluci¨®n proletaria prematura y de una insurrecci¨®n campesina tard¨ªa, en el marco de una formaci¨®n social fruto de una r¨¢pida transformaci¨®n desigual y a manos de un ej¨¦rcito colonial dotado de un fuerte apoyo social en la peque?a burgues¨ªa rural y urbana gracias al retraso ideol¨®gico del pa¨ªs. ?Tiene sentido en este con texto preguntarse por qu¨¦ la Rep¨²blica no acudi¨® a la guerra revolucionaria en vez de mantenerse en el contexto de la estrategia b¨¦lica cl¨¢sica? La innegable originalidad de esta cuesti¨®n planteada por Fraser merece, sin duda, una respuesta espec¨ªfica. Pero en este punto, como en tantos otros, me parece que deber¨ªamos dejar de buscar alternativas subjetivas y hacer en los condicionamientos objetivos. Tanibi¨¦n en este terreno la obra de Fraser puede ayudarnos a profundizar en nuestra derrota civil.
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