Valentine
Mi musa se llama Valentine. Mi musa es roja, port¨¢til y extranjera. Mi musa es una m¨¢quina Olivetti, regalo de una ex fan.Jos¨¦ F¨¦lix M¨¦ndez, viejo amigo y joven poeta de Zaragoza, me escribe en el reverso de una postal con una ninfa sepia de seno leve, corona falsa y encanto cierto, muy hacia 1900: ?Yo tambi¨¦n he pasado el verano leyendo a Gide y a Cernuda.? Bien, a Valentine le gustar¨ªa escribir de estas cosas, contestar a estas cartas y postales, pero Valentine sabe ya, al cabo de un a?o de trabajar juntos, que estamos en otro rollo. Que no vamos a hacer el amor, sino la guerra.
Viene Pepe Blanco, el motorista, a por esta cr¨®nica sin acabar, sin apenas empezar:
-Se?or Umbral, ?usted conoc¨ªa a un tal Ruano?
-Un maestro.
-Ah, ?es que usted estudi¨® con ¨¦l?
-No exactamente.
Pepe Blanco entra en mi casa como he contado que el mar entraba y sal¨ªa por mi habitaci¨®n principesca de Santander. Dej¨¢ndome siempre constipado y at¨®nito de novedad, sorpresa, frescor y vida. Este verano, en B¨¦jar, revolviendo papeles, ha encontrado ¨²uos Abec¨¦s de 1960 y se ha le¨ªdo unos art¨ªculos de Ruano:
-C¨®mo escrib¨ªa el gach¨®, se?or Umbral, y qu¨¦ cosas dec¨ªa, para estar en plena cosa de Franco.
Lo fugitivo permanece y dura, C¨¦sar. Hoy que todos te tenemos olvidado, porque parece de mejor gusto recordar a otros, un motorista de peri¨®dico, alba?il de si mismo y salmantino obstinado, te descubre despu¨¦s de veinte a?os y descubre la burla elegante que hac¨ªas de todo aquel beatocatolicismo de entonces. (Una de las premisas de la Escuela de Periodismo de El Debate era ?no escribir como C¨¦sar Gonz¨¢lez-Ruano?.)
C¨¦sar, que escrib¨ªa con estilogr¨¢fica de contable y caligraf¨ªa de cronista de Indias, no hubiera hecho hoy otra cosa contigo, Valentine, sino volverte ametralladora (aunque seas Valentine y no marietta), metralleta de palabras contra una actualidad cuajada de empresarios.
Anoche estuve en el pueblo de Vallecas, que eran las fiestas, hasta las tantas, y los Pira?a, que ten¨ªan que actuar, nos pegaron puerta, quiz¨¢ por miedo a que el rollo se politizase. Hab¨ªa por la madrugada del Este, en el cielo, como una franja republicana, matinal y vaga. No les dije a los vallecanos lo que les ten¨ªa que haber dicho:
-Vengo aqu¨ª a tocar realidad, a poner la espalda en la tapia todav¨ªa caliente de la espalda de un parado.
Ya tengo dicho que el Gobierno y CEOE han parido univitelinos: dos programas econ¨®micos id¨¦nticos. Frente a eso quieren alzarse los sindicatos en bloques de silencio y huelga. Hab¨ªa grupos de soledad y flecos de desencanto en la fiesta de Vallecas:
-Es que no ha venido el pasacalles.
Es, creo yo, que el personal est¨¢ un poco cansado, volcado, sin una chapa, con el autob¨²s a veinte pesetas y el despido flexibilizado, queramos o no. Los empresarios ingleses han inventado el seguro contra los desastres de la huelga. El dinero siempre respalda al dinero. Nuestros empresarios han pensado ya en todo eso y mucho m¨¢s. Valentine se me vuelve un poco marietta verbal a medida que lee lo que escribe.
Me dice Miguel Delibes, desde Sedano, que quiz¨¢ lo mejor ser¨ªa un socialismo a lo Olof Palme. Si supieras, Miguel, que ni siquiera hemos sabido hacer un neocapitalismo a lo Giscard aqu¨ª en Madrid. La derecha ¨¢ulica le ha sugerido a Felipe Gonz¨¢lez esta boutade de Henri de Man, como programa pol¨ªtico: ? Cada d¨ªa me siento m¨¢s revolucionario y menos partidario de la Revoluci¨®n.? Valentine vino a casa para el amor, y no es que sea Patricia Hearts, pero me ha salido guerrillera.
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