Ricardo Urgoiti
El d¨ªa 14, en Fuenterrab¨ªa, ha fallecido Ricardo Urgolti, ilustre vasco nacido en Zalla, de imborrable memoria, que deja gran vac¨ªo entre t¨¦cnicos, intelectuales y artistas. Tras una formaci¨®n infantil, cultivando los idiomas, la m¨²sica (con extraordinaria facilidad precoz, siendo un gran pianista y hasta compositor en ocasiones) y los deportes, se hizo ingeniero de caminos.Ya se ve¨ªa en el horizonte que no ser¨ªa un hombre vulgar. Con don Luis S¨¢nchez Cuervo, el que fuera su profesor de electrotecnia en la Escuela de Caminos, le envi¨® a EEUU, a la General Electric, para que completase su formaci¨®n t¨¦cnica. All¨ª recorri¨® y estudi¨® a fondo, desde los laboratorios de investigaci¨®n hasta el ¨²ltimo taller. Lo vio todo, pero su imaginaci¨®n creadora le hizo detenerse en la radiodifusi¨®n; so?aba con algo que luego se convertir¨ªa en realidad. Eran los a?os veinte, ten¨ªa la edad del siglo y era ingeniero desde 1921. Vuelve a Espa?a, trabaja, lucha y, con muy modestos medios, es el pionero de la radio: nace Uni¨®n Radio, donde cont¨® siempre con la colaboraci¨®n musical de Fernando Remacha y Pilar Bayona, de tan gran val¨ªa, y progresa r¨¢pida mente. Sigue creando, dentro de los temas de aquella ¨¦poca, para llegar a la empresa Film¨®fono, que agrupaba las salas cinematogr¨¢ficas m¨¢s importantes de Espa?a. Invent¨® el film¨®fono, aparato destinado a sincronizar las pel¨ªculas mudas, que comenz¨® por ser utilizado en la radiodifusi¨®n espa?ola.
Mientras tanto, no deja nunca sus deportes y en todos triunfa, ganando trofeos y trofeos. (Fue uno de los primeros en culminar el Naranco de Bulnes por la cara m¨¢s dificultosa.) Pilota avionetas (pasados los setenta a?os atraves¨® la barrera del sonido, invitado por los americanos de la base de Torrej¨®n), corre-continuos riesgos por tierra, nieve, mar, aire, y la fortuna le acompa?a.
En la guerra civil espa?ola, par¨¦ntesis de la patria, va a Buenos Aires y hace pel¨ªculas -alguna con Angelillo-, actuando de guionista, m¨²sico, t¨¦cnico, director, etc¨¦tera; lo que fuera menester. De regreso a Espa?a, encuentra un pa¨ªs tembloroso, destrozado, pero que quiere vivir. Ricardo duda, pero, como siempre, sin parar de pensar, su padre y don Jos¨¦ Ortega le animan a que entre en temas biol¨®gicos; ¨¦l escucha, reflexiona; el reloj marca la hora de la penicilina y, nuevamente, visita Am¨¦rica, para volver con un tesoro bajo el brazo: trae los antibi¨®ticos. Se forma una sociedad de laboratorios, comienza por la penicilina importada y se construye la f¨¢brica de Le¨®n, que, con gran rapidez, se pone en el mundo a la cabeza de los fabricantes de antibi¨®ticos, de extensa gama y gran complejidad. Fue gran amigo del profesor Chain (fallecido recientemente), premio Nobel por sus trabajos sol5re la penicilina. Corre el tiempo e interviene en los Laboratorios Ibys, fundados por su padre, don Nicol¨¢s Mar¨ªa de Urgoiti (el hombre de La Papelera Espa?ola, El Sol, La Voz, Espasa-Calpe, etc¨¦tera), de huella imborrable en la industria e intelectualidad espa?ola. Con sus dotes de mando, de hombre de empresa, trabajaba con sus colaboradores, de tal manera que ellos le admiraban, le quer¨ªan y sent¨ªan verdaderamente el placer de su contribuci¨®n a la obra que ¨¦l dirig¨ªa. Su extensa cultura le permiti¨® ser un gran escritor, de enorme facilidad para divulgar temas cient¨ªficos. Deja sus publicaciones y los art¨ªculos del Abc cuando empez¨® la era espacial, adem¨¢s de escritos biogr¨¢ficos, literarios y filos¨®ficos.
Declina el siglo y, con los a?os, le flaquea la vista, en esos ojos que tanto vieron; como adelantado de su ¨¦poca, le siguen preocupando las cosas, juega al golf, hace nataci¨®n, su mente est¨¢ completamente l¨²cida, pero se siente marginado y, abatido, ya no hace proyectos, se refugia en la familia, habla y recuerda. Su vida ha sido la vida de su tiempo, y en ¨¦l se realiz¨® plenamente.
En la quinta lecci¨®n de En torno a Galileo habla Ortega de la radical soledad y, entre otras cosas estupendas, dice c¨®mo nos quedamos solos del pr¨®jimo que se va. As¨ª, nos hemos quedado solos de Ricardo Urgoiti; se ha cerrado cumplidamente su ciclo vital. Quedan su recuerdo y sus obras. En la playa de Fuenterrab¨ªa, orillada por ese mar del que hab¨ªa sufrido tantos embates, ca¨ªa bruscamente, su coraz¨®n hab¨ªa fallado, el agua besaba sus pies.
Descanse en paz.
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