Proceso en Francia contra los fabricantes del "talco de la muerte"
Ayer comenz¨® en Pontoise, poblado de la periferia parisiense, el proceso del ?talco Morhange?, denominaci¨®n abstracta que, por el contrario, entra?a una tragedia que conmocion¨® a la sociedad francesa hace ya siete a?os: las anomal¨ªas de fabricaci¨®n del talco referido ocasionaron la muerte de 36 ni?os y la intoxicaci¨®n grave de 168 m¨¢s.Tras siete a?os de instrucci¨®n, se ha iniciado una gigantesca batalla de expertos que, a lo largo de varios meses, van a intentar desmontar el andamiaje que enriquece f¨¢cilmente a sociedades y multinacionales irresponsables.
Fue en 1972 cuando un alto funcionario del Ministerio de la Salud apareci¨® en las pantallas de los catorce millones de televisores franceses y, conteniendo la emoci¨®n, advirti¨® secamente: ?No emple¨¦is nunca m¨¢s este talco. Si os queda en casa alg¨²n paquete es menester enviarlo r¨¢pidamente a las comisar¨ªas de polic¨ªa.? La prensa escrita, a continuaci¨®n, se encarg¨® de los titulares alarmantes de su primera p¨¢gina para alertar a los franceses de todo el hex¨¢gono. ?Qu¨¦ ocurr¨ªa? Un simple talco, el Morhange, por un error de fabricaci¨®n, conten¨ªa m¨¢s del 6% de hexaclorofeno, un producto antibact¨¦rico que no deb¨ªa usarse m¨¢s que en un porcentaje del 0,30.
Pocas horas despu¨¦s de la alarma general se censaron 1.600 ni?os que hab¨ªan sido espolvoreados con el talco ?maldito?. Durante varios d¨ªas Francia sufr¨ªa como un pa¨ªs acechado por la peste. Las asociaciones de familias, los sindicatos, los grupos de consumidores, el Ministerio de la Salud y sindicatos farmac¨¦uticos crearon un clima de guerra, cada cual intentando apuntar con el dedo al culpable.
Por fin comenz¨® la instrucci¨®n contra las tres sociedades que participaban en la fabricaci¨®n del talco: la Morhange, la Setico y la Givaudan, filial de la multinacional Hoffmann-Laroche (en Seveso tambi¨¦n se habl¨® de esta ¨²ltima sociedad). Givaudan propuso indemnizaciones a las familias de los ni?os v¨ªctimas: 54 familias aceptaron 110 millones de pesetas, proporcionalmente al parentesco y a la gravedad del da?o causado por el talco.
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