Sobre Herrera de la Mancha
Durante muchos a?os fuimos desconfiados, no nos gust¨® ser adictos alas explicaciones triunfalistas del pasado r¨¦gimen. Nuestra experiencia reciente no ha aportado, sin embargo, razones y hechos suficientes para matar aquellos resabios, y sigue viva en nuestra conciencia la, no aceptaci¨®n de la idea panglosiana de vivir en el mejor de los mundos posibles.Nos han vendido la noticia de que el problema carcelario espa?ol est¨¢ razonablemente resuelto, del hallazgo gubernamental del hombre id¨®neo para el puesto clave de una reforma carcelaria, de las peticiones violentas y ut¨®picas de amnist¨ªa general de presos. Pasaron los tiempos de los motines e incendios de c¨¢rceles y hemos asistido a la aprobaci¨®n, en olor de multitud partidaria, de la nueva ley General Penitenciaria. Sin embargo, el problema carcelario ha vuelto a abrirse espacio en los medios informativos.
En las nuevas c¨¢rceles espa?olas, Herrera de la Mancha, de ?m¨¢xima seguridad?, aporta a la pol¨ªtica de seguridad los m¨¢s avanzados modelos europeos: m¨®dulos de aislamiento, circuitos cerrados de televisi¨®n, hilo musical, s¨®lidos cristales frente a las viejas ventanas enrejadas, etc¨¦tera, as¨ª como todo tipo de avance en el campo psicosocial, con la utilizaci¨®n de las t¨¦cnicas m¨¢s sofisticadas para la despersonalizaci¨®n del individuo. Noticias recientes en la prensa nos vienen a resaltar que toda esa modernizaci¨®n, que empieza a ser contestada internacionalmente, se reproduce en nuestro pa¨ªs bajo el viejo eslogan publicitario de ?la t¨¦cnica alemana al gusto espa?ol?.
Un grupo de abogados ha tenido la audacia y, tal vez una palabra en desuso, la honestidad, de denunciar la utilizaci¨®n en la as¨¦ptica c¨¢rcel de Herrera de la Mancha de los viejos m¨¦todos represivos carcelarios: las palizas, la prepotencia, el terror y la impunidad. Las declaraciones de Carlos Garc¨ªa Vald¨¦s, el 24 de septiembre de 1977, criticando la reforma entonces iniciada, apuntaban la necesidad de una limpieza a fondo del personal penitenciario como imprescindible para cualquier intento de mejora en la situaci¨®n carcelaria. Las buenas palabras de aquella ¨¦poca desarmaron muchas desconfianzas y reticencias sobre la viabilidad de la reforma carcelaria con Garc¨ªa Vald¨¦s como timonel de ella. El aval p¨²blico y casi un¨¢nime concedido a la gesti¨®n que entonces iniciaba y que a¨²n
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Sobre Herrera de la Mancha
Jos¨¦ Luis Aranguren, Fernando AIvarez Ur¨ªa, Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s, Jos¨¦ Bergamin, Jos¨¦ Luis Borau, J M. Caballero Bonald, Pablo Castellano, Antonio Gades, Soledad Gallego D¨ªaz, J. L. Garc¨ªa S¨¢nchez, Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n, Basilio Mart¨ªn Patino, Lourdes Ortiz, Rosa Perez Nativel Preciado, El¨ªas Querejeta, Manolo Revuelta, Javier S¨¢daba, Carlos Saura, Fernando Savater, Paz Serrano Gassent, Andr¨¦s Sorel, Julia Varela, F. A. del Val, Manuel Vicent.
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