Divorcio s¨ª, pero ?qu¨¦ divorcio?
De la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado Espa?ol. Miembro del comit¨¦ federal del Movimiento Comunista
Este pa¨ªs es una fuente inagotable de sorpresas. Ahora resulta que la ley del divorcio que se discutir¨¢ en el Congreso de los Diputados ser¨¢ la presentada por UCD. Curioso que el partido del Gobierno, nada dado a veleidades feministas ni progresistas, presente y defienda una regulaci¨®n del divorcio. Cierto es que el asombro dura s¨®lo unos instantes, a nada que se mire un poco de cerca el asunto. Vayamos por partes: despu¨¦s de la experiencia italiana, UCD sabe muy bien que oponerse frontalmente al divorcio es perder y que, de tener que perder algo, mejor que sea poco y adem¨¢s no aparecer como perdedor...
Recientemente, UCD hizo saber que no presentar¨ªa un proyecto de ley y que la regulaci¨®n del divorcio la plantear¨ªa a trav¨¦s de la reforma del C¨®digo Civil. El mism¨ªsimo se?or ministro de Justicia explicaba el porqu¨¦: de este modo ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil una reforma posterior del C¨®digo Civil que tratase de mejorar su propuesta. ?Como argumento de derechas, conservador a ultranza, no est¨¢ mal! Y la verdad es que lo que va a proponer UCD, de divorcio no tiene ni el nombre; m¨¢s bien se trata de una interminable carrera de obst¨¢culos para impedir que los ciudadanos y ciudadanas de este Estado puedan divorciarse alguna vez. Por encima de todo, la defensa de la instituci¨®n matrimonial, poco importa la voluntad de los c¨®nyuges. A ¨¦stos se les impide que de com¨²n acuerdo puedan acceder al divorcio, y menos a¨²n hacerlo a petici¨®n de uno de ellos. Empieza la carrera de obst¨¢culos; despu¨¦s del requisito obligatorio de la separaci¨®n previa, los habr¨¢ que, seg¨²n unas condiciones, podr¨¢n divorciarse al cabo de un a?o -los menos- y los habr¨¢ que tendr¨¢n que esperar... ?siete a?os! Siempre y cuando al otro c¨®nyuge el divorcio no le ?ocasione perjuicios de excepcional gravedad? (sic). La mano de la Iglesia cat¨®lica se ve, no s¨®lo se adivina, en tama?o castigo que la UCD nos quiere imponer.
Un triste papel
Los grandes partidos de la izquierda parlamentaria est¨¢n jugando de nuevo un triste papel. Creo que nadie se escandalizar¨¢ si digo que el PSOE y el PCE-PSUC est¨¢n dejando hacer a la UCD. Los proyectos de ley de divorcio de socialistas y comunistas han sido rechazados en el Congreso de los Diputados, uno tras otro. De ninguno de los dos pod¨ªa decirse que estuvieran inspirados en la defensa de los intereses de las mujeres, aunque ?qu¨¦ menos! fueran m¨¢s progresistas que la propuesta de UCD. Socialistas y comunistas se han limitado a encajar la ?derrota? de sus proyectos y, de momento, ya han cumplido con sus deberes parlamentarios. Ni antes ni despu¨¦s han buscado el suscitar un amplio de bate fuera del Parlamento, interesando a hombres y mujeres en la defensa del divorcio. Y si no lo han hecho, ?podemos esperar que se opongan ahora con fuerza a UCD? Ya se empiezan a o¨ªr de nuevo las voces de siempre que hablan de consenso, de que hay que ser realista, que el pa¨ªs no est¨¢ para grandes confrontaciones, que m¨¢s vale una mala ley de divorcio que seguir como estamos... Los peri¨®dicos se han hecho eco ya de reuniones de UCD con el PSOE -de momento- para buscar acuerdos de cara a la discusi¨®n del proyecto gubernamental. Intentos de acuerdos, una y otra vez; acuerdos entre cuatro paredes, acuerdos que sustituyan la lucha de todos los hombres y mujeres que s¨ª quieren, de verdad, una ley de divorcio.
Cuando llegue la discusi¨®n en el Parlamento, esperemos que haya otras voces disonantes y que no sean precisamente las de Coalici¨®n Democr¨¢tica y la de Blas Pi?ar, que ya tienen cargadas todas sus bater¨ªas para seguir en su cruzada de defensa de la ?sacrosanta instituci¨®n matrimonial?.
Frente a todos estos proyectos y minileyes, la mayor¨ªa de las organizaciones feministas, la Coordinadora de Organizaciones Feministas del Estado espa?ol, ha elaborado una ley de divorcio y la est¨¢ dando a conocer por todas partes. Es una propuesta rabiosamente democr¨¢tica que parte de la situaci¨®n de las mujeres y sale en su defensa.
Los puntos centrales de la ley de la coordinadora feminista son los siguientes:
- Que el divorcio sea gratuito y de r¨¢pida tramitaci¨®n.
- Que no haya que alegar causas para acceder al divorcio, bastando el mutuo acuerdo de los c¨®nyuges o la decisi¨®n de uno de ellos.
- Que las mujeres divorciadas, salvo aquellas que tengan medios econ¨®micos propios o que sus ex maridos posean recursos econ¨®micos importantes, perciban un subsidio a cargo del Estado y una formaci¨®n profesional encaminada a acceder a un puesto de trabajo.
- Que las madres que as¨ª lo deseen puedan seguir conviviendo con sus hijos e hijas y que ¨¦stos, a partir de la edad de diez a?os, puedan decidir si desean convivir con el padre o la madre.
Son puntos todos ellos imprescindibles para que una ley de divorcio sea democr¨¢tica y feminista, para que respete y defienda la libertad y los derechos de todos los ciudadanos -hombres y mujeres- y, de un modo especial, los de las mujeres, dada la situaci¨®n de marginaci¨®n y opresi¨®n que sufrimos en esta sociedad patriarcal y capitalista.
Limitaciones de espacio, que impiden argumentar pormenorizadamente los puntos centrales de la ley de la coordinadora feminista. Esperemos que haya nuevas ocasiones de volver sobre ello. Me limitar¨¦ a reflexionar en voz alta sobre los presupuestos de fondo, sobre la filosof¨ªa que late tras la letra de la ley.
Cuando dos personas deciden libremente dejar de vivir juntas, nadie puede obligarles a lo contrario y la ley no debe inmiscuirse en su vida privada ni en las razones que les han llevado a tomar tal decisi¨®n. Otro tanto ocurre cuando es uno de los c¨®nyuges quien desea romper la convivencia en com¨²n. A nadie se le puede imponer por la fuerza una uni¨®n que no desea. Lo que tendr¨¢ que hacer la ley ser¨¢ velar para que la situaci¨®n en la que quede la otra parte sea la menos perjudicial posible. Estas razones, de elemental democracia y respeto a la voluntad de las personas, cobran a¨²n m¨¢s peso si tenemos en cuenta que el matrimonio no es una opci¨®n ?voluntaria?, en especial para las mujeres, en esta sociedad patriarcal. Casarnos, ser buenas esposas y madres de familia sigue siendo la profesi¨®n, la tarea para la que se nos sigue educando a las mujeres en esta sociedad. Y las mujeres saben muy bien que el matrimonio no es precisamente ese para¨ªso del que somos reinas una vez al a?o, el D¨ªa de la Madre...
Exigir que tenga que haber causas para acceder al divorcio, aunque sean causas muy gen¨¦ricas y vagas, no es sino partir de la consideraci¨®n de que el matrimonio es un bien preciado, que hay que defender a capa y espada, pasando incluso por encima de la voluntad de quien ha decidido romperlo; buscando un culpable en ¨²ltima instancia. ?C¨®mo se podr¨ªa defender, desde un punto de vista feminista, que haya que buscar al culpable de la ruptura de la instituci¨®n matrimonial, cuando uno de los pilares b¨¢sicos de la opresi¨®n de la mujer es precisamente la familia patriarcal?
?Por qu¨¦ la coordinadora feminista plantea en su ley que, salvo en las justas excepciones que dec¨ªa m¨¢s arriba, sea el Estado quien se haga cargo de las pensiones y de la formaci¨®n profesional de las divorciadas hasta que accedan -las que tengan edad para ello- a un puesto de trabajo? Porque defendemos que el divorcio sea accesible a las clases trabajadoras, y no s¨®lo a la burgues¨ªa. Propugnar que la pensi¨®n la paguen los maridos es antidemocr¨¢tico y clasista, ya que el divorcio ser¨ªa un privilegio que s¨®lo se podr¨ªan costear las clases pudientes. De hecho, los ricos ya se las arreglan hoy para divorciarse a trav¨¦s de m¨²ltiples modalidades.
Independencia del marido
Porque defendemos la autonom¨ªa, la independencia de las mujeres, y no el que sigan dependiendo del marido despu¨¦s de divorciadas. ?C¨®mo va a emerger en las mujeres la conciencia de que la sociedad les debe un puesto de trabajo y van a luchar por conquistar su independencia econ¨®mica y el reconocimiento de sus derechos como seres aut¨®nomos si, despu¨¦s de divorciadas, se les sigue considerando esposas (ahora en la modalidad de ex) que viven a cargo de su antiguo marido?
Y porque la instituci¨®n matrimonial es, entre otras cosas, un contrato econ¨®mico camuflado que reduce a las amas de casa a la condici¨®n de trabajadoras no reconocidas y ej¨¦rcito de reserva del capital. ?Qu¨¦ cosa m¨¢s conforme a la realidad que exigirle al Estado que cargue con la factura correspondiente a la ruptura de un contrato (el matrimonial) que mientras estuvo en vigencia le report¨® tan notables beneficios, tantos ahorros, y que reconozca como trabajadoras en paro a quienes hasta entonces -y para suerte del Estado capitalista- no eran m¨¢s que trabajadoras en paro encubierto? No son privilegios lo que reclamamos para las mujeres, sino sus derechos, al igual que lucharnos por los derechos del conjunto de los trabajadores y trabajadoras en paro, que son muchos m¨¢s cientos de miles que los que tiene en su censo el Ministerio de Trabajo.
Sabemos que esta ley de la coordinadora plantea exigencias contrarias a las de UCD, a las de la Iglesia cat¨®lica y a las de la derecha en general, y que es muy inc¨®moda para quienes est¨¦n dispuestos a seguir buscando el consenso con aqu¨¦llos, aun a costa de pasar por encima de los intereses del conjunto de la ciudadan¨ªa y, particularmente, de las mujeres. Pero tambi¨¦n sabemos que s¨®lo una ley de estas caracter¨ªsticas podr¨¢ ser bien recibida por las mujeres y tambi¨¦n por los hombres progresistas del Estado espa?ol. En eso estamos.
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