Refugiados en Espa?a: por una solidaridad activa y sin excepciones
Ocurre algo sorprendente en nuestro triste espacio nacional que a muchos parecer¨¢ secundario, tangencial, pero que es muy importante para quienes lo padecen y demostrativo de la calidad ¨¦tica de la sociedad en que vivimos, y de la sociedad pol¨ªtica en particular. Se trata de los refugiados. Como ya hemos intentado explicar -y otros, y sobresalientemente EL PA?S, lo han hecho tambi¨¦n- miles de latinoamericanos siguen sin tener resuelta su situaci¨®n legal. Las disposiciones transitorias son ambiguas y contradictorias. El Ministerio del Interior, por ejemplo, ha otorgado una especie de amnist¨ªa y ha fijado una fecha para que los ciudadanos latinoamericanos se refugien en un marco legal inexistente, metiendo, de paso, a todos en el mismo saco: a los que no tienen documentaci¨®n en regla y a los que la tienen. Son dos casos diferentes y no le extra?e al se?or ministro del Interior que los primeros se resistan a legalizarse como su Ministerio quiere, por la sencilla raz¨®n de que si los documentados con pasaporte se refugian pierden toda perspectiva o esperanza de regreso en un futuro no lejano -dos, tres a?os-. Lo razonable, lo humano, ser¨ªa establecer dos estatutos: uno, para los que por la fuerza de las circunstancias -falta de documentaci¨®n- deber¨¢n refugiarse y, dos, para los que est¨¢n en regla con sus signos de identidad.As¨ª, los latinoamericanos que huyeron de las dictaduras van de ventanilla en ventanilla, con el riesgo de verse tratados frecuentemente como sospechosos de la delincuencia, e incluso maltratados de palabra y m¨¢s por funcionarios que -as¨ª lo deseamos creer- cumplen mal las instrucciones recibidas de sus superiores. Vencidos, derrotados y desterrados de sus pa¨ªses, desamparados en Espa?a, deben de confiar en la buena voluntad -tan escasa- del funcionario de turno o emplear recursos de la m¨¢s fina picaresca hisp¨¢nica para sobrevivir en el mundo de la semilegalidad. Una y otra vez uno se pregunta y pregunta a las m¨¢ximas autoridades si una desconsideraci¨®n tan brutal es necesaria y para qu¨¦.
En una entrevista recientemente publicada el representante en Espa?a del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se?or Guy Prim, confirmaba lo dicho m¨¢s atr¨¢s: ?Por primera vez, Espa?a se ha convertido en pa¨ªs de asilo. Los obst¨¢culos (que encuentran los refugiados) vienen por la falta de costumbre de la pr¨¢ctica de asilo. Faltan estructuras para recibir a la gente: no hay comit¨¦s de barrios para refugiados; no todos los partidos pol¨ªticos tienen comisiones para ellos -y si las tienen, a?ado, no las ejercen adecuada y oportunamente-, y lo mismo ocurre con los sindicatos. ?
Pero vayamos a lo sorprendente. Mientras el Gobierno no parece tener ninguna prisa en legislar un estatuto del refugiado -las noticias m¨¢s o menos oficiales dicen que no ser¨¢ presentado hasta bien entrado 1980- que dar¨ªa un gran impulso para solucionar los problemas citados, y la oposici¨®n est¨¢ ocupada en congresos, consensos y m¨¢s consensos, UCD acepta sin reticencias, al menos p¨²blicas, traer refugiados del sudeste asi¨¢tico. Frente a la tragedia de esa regi¨®n del mundo -tragedia que no comenz¨® ayer, por cierto- es correcto que se acojan refugiados, seg¨²n lo solicita ACNUR, pero, paralelamente, si no antes, hay que solucionar los problemas de los que ya tenemos aqu¨ª: los de los latinoamericanos. De otra forma se podr¨ªa sospechar que el gesto humanitario del Gobierno espa?ol es puro fuego de artificio ante la comunidad internacional.
Porque, a fuer de sincerol, la tranquilidad con que UCD se toma la cuesti¨®n de los latinoamericanos nos hace pensar que algunos de sus integrantes a veces confunden el significado del verbo representar. Por una parte se puede representar a la voluntad ciudadana en el Gobierno; por otra, se puede representar un determinado papel para alguien: por ejemplo, para los ciudadanos espa?oles y la comunidad internacional. Gobernar un pa¨ªs se nos antoja un negocio complicado, pero no es, o no debiera ser, levantarse cada ma?ana, disfrazarse, maquillarse, hacer de ilusionista y entrar en escena para hacer algo que ?el p¨²blico? (los electores y la CEE, por ejemplo) espera. Se es dem¨®crata y humanitario o no se es. La f¨®rmula de progresistas para afuera y conservadores hacia adentro ya la han aplicado y la aplican otros gobernantes en el mundo y no hay lugar para dar gato por liebre. Al final, de cualquier forma, el juego o la trampa siempre se descubre y pueden resultar m¨¢s, respetables los derechistas coherentes que los tramoyistas. En este caso, por a?adidura, el afuera (los refugiados latinoamericanos) est¨¢n adentro, y no hay mucho espacio para ambig¨¹edades.
Y nos estamos refiriendo a un adentro y un afuera muy significativos para la pol¨ªtica exterior espa?ola. Resulta una flagrante contradicci¨®n que el presidente Su¨¢rez viaje a Brasil y se presente como art¨ªfice de la democracia en Espa?a, pero no solucione el problema que aqu¨ª tratamos con tanta insistencia como poca ventura. La asistencia de Espa?a a la Conferencia de los no Alineados o su integraci¨®n como observadora en el Pacto Andino son pasos importantes en vista a una relaci¨®n menos paternalista con los pa¨ªses de nuestro propio idioma, pero esa iniciativa no ser¨¢ llevada a buen fin en tanto y en cuanto no se encuentre una soluci¨®n para los ciudadanos de pa¨ªses americanos que est¨¢n ahora aqu¨ª.
No faltar¨¢n quienes piensen que esta insistencia es excesiva cuando el Ministerio del Interior acaba de ampliar el plazo para acogerse a la condici¨®n de refugiado. Sin embargo, la reacci¨®n producida nos est¨¢ demostrando que la cuesti¨®n no es tan sencilla ni est¨¢ resuelta. Porque es ¨ªnfimo -quinientos sobre 15.000, ha dicho el Ministerio- el n¨²mero que se ha presentado. ?A qu¨¦ se debe? La respuesta es bastante simple: el miedo. La gente debe refugiarse ante un estatuto inexistente, un estatuto inc¨®gnita. Es cierto que el texto que alg¨²n d¨ªa se sancione -qui¨¦n sabe cu¨¢ndo- por las Cortes, deber¨¢ de respetar un modelo original (el de la convenci¨®n del protocolo). Pero tambi¨¦n es cierto que el texto espa?ol podr¨¢ tener restricciones. Y de all¨ª resulta que es improcedente -aun cuando sea el mal menor- llevar a los latinoamericanos a refugiarse sin que conozcan la legislaci¨®n que, eventualmente, los acoger¨¢, Se les obliga a confiar en los pol¨ªticos espa?oles y, particularmente, en UCD. Y decimos se les obliga porque la desidia gubernamental sobre el particular no puede menos que producir sospechas sobre las intenciones del partido en el poder respecto a ellos.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si las Cortes deciden que el refugio no sea otorgado a quienes hayan atentado contra la seguridad del Estado en sus pa¨ªses de origen? En tal caso, ?qui¨¦n determinar¨¢ lo que significa ?atentar contra la seguridad del Estado?, de Videla, Pinochet y los dem¨¢s tiranos de turno? El d¨ªa que UCD paraliz¨® el proyecto del PSOE, el se?or P¨¦rez Llorca tuvo a bien hacer acusaciones de terrorismo que no eran otra cosa que un proceso de intenci¨®n. ?Es necesario recordarle a este se?or y a otros se?ores que, aunque hoy est¨¦n haciendo m¨¦ritos derechistas en UCD, otrora militaron activamente en la izquierda antifranquista y eran, seg¨²n las estrictas y brutales leyes de entonces, tambi¨¦n terroristas? ?Cu¨¢ntos pol¨ªticos que ahora se sientan en las Cortes eran ?subversivos y terroristas? para Franco, sus s¨²bditos y secuaces?
El presidente Su¨¢rez abraza a Yaser Arafat y se entrevista con el Comandante Cero, Eden Pastora, del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional, dos personas que, como todos sabemos, han sido acusadas miles de veces de terroristas. Pero el Gobierno no puede o no debe practicar la flexibilidad y la relatividad diplom¨¢tica a su antojo. El estatuto del refugiado debe ser amplio, d¨²ctil, no debe de estar influenciado por aquellos que hacen terrorismo agitando el terrorismo. Y las leyes que igualan a los ciudadanos latinoamericanos con los espa?oles deben de ser respetadas, porque no es posible ni aconsejable, mirando hacia adelante, hacia Am¨¦rica, en este caso, que exista una colonia aqu¨ª que no tiene legislaci¨®n y s¨ª problemas. Y los refugiados latinoamericanos, en tanto, respetan y respetar¨¢n las leyes espa?olas. Hasta ahora, nada indica lo contrario.
El miedo de los latinoamericanos y la correlativa dignidad de los espa?oles respecto de su problem¨¢tica solamente que dar¨¢n resueltos si se cumplen, de una buena vez, los compromisos internacionales contra¨ªdos, si no se sigue llevando como mero problema policial algo que corresponde a los ministerios de Asuntos Exteriores y del Interior.
Y si esto debe hacerlo la derecha en el poder y que se proclama democr¨¢tica, por ello debe de luchar una izquierda que no puede, ni debe, permanecer muda, ni tan siquiera t¨ªmida. La acci¨®n solidaria ha sido, y queremos creer que a¨²n es, uno de los pilares de la izquierda. Santiago Carrillo y sus camaradas, los diputados y senadores del PSOE, y los representantes de otros partidos sensibles al problema saben bien lo que significa ser oposici¨®n y ser perseguidos, perder guerras y marchar al exilio, pasar por campos de concentraci¨®n y sentirse perdidos en el mundo. No es s¨®lo cuesti¨®n de cumplir, de presentar proyectos de estatutos, sino de hablar de esta cuesti¨®n, no dejarla pasar, no postergarla, como tantas otras cosas, para despu¨¦s (?despu¨¦s de qu¨¦?), porque la solidaridad y la dignidad no tienen excepciones.
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