Abstracci¨®n I¨ªrica: una cierta tradici¨®n francesa...
Nuestro pa¨ªs, cuya conexi¨®n con la vanguardia internacional de posguerra se estableci¨® a trav¨¦s de la pintura abstracta, ha tenido que esperar hasta la actualidad para poder contemplar, en directo y simult¨¢neamente, dos importantes muestras antol¨®gicas de las dos principales corrientes nacionales que protagonizaron este movimiento: Francia y Estados Unidos. Con lo que ese refr¨¢n de que ?nunca es tarde si la dicha es buena? reduplica aqu¨ª su oportunidad, al servirnos, las citadas exposiciones, tanto de informaci¨®n privilegiada sobre lo que de importante se hizo fuera como de contraste referencial y comparativo de esa nuestra primera identidad vanguardista en la larga y nada c¨¢lida posguerra espa?ola.Pero hablar hoy de pintura abstracta es una grosera imprecisi¨®n; sobre todo cuando desde hace tiempo cesaron en el arte esas batallas en favor de la modernidad, que permit¨ªan todo tipo de excesos gen¨¦ricos. Por ello, eso que antes se conoc¨ªa como abstracci¨®n, con la ilusi¨®n de estar usando un t¨¦rmino de significaci¨®n precisa, en la actualidad se nos aparece como una monstruosa generalizaci¨®n que mete en el mismo saco sin fondo de la no figuraci¨®n cosas tan dispares como lo pudieron ser Fra Ang¨¦lico y Rembrandt en la pintura figurativa tradicional.
Abstracci¨®n l¨ªrica ?Ec?le de Par¨ªs? (1956-1976)
Salas de exposiciones de la Direcci¨®n General del Patrimonio Art¨ªstico, Archivos y Museos. Paseo de Calvo Sotelo, 22, Madrid, Octubre-noviembre de 1979.
Por de pronto, ya la misma convocatoria nos est¨¢ hablando de la necesidad de precisar el contenido de la exposici¨®n: Abstracci¨®n l¨ªrica / Escuela de Par¨ªs / 1956-1976. Tres niveles de concreci¨®n, los cuales, en la presentaci¨®n del cat¨¢logo, se incrementan con otras tantas justificaciones contextualizadoras, que pretenden, no siempre con fortuna, explicarnos detalladamente los l¨ªmites de esta magn¨ªfica colecci¨®n de pinturas; exactamente, ni m¨¢s ni menos, que 62 piezas de trece primeras series todav¨ªa en activo. Pues bien, que todas estas precisiones no obedecen a una simple oficiosidad acad¨¦mica lo demuestra un simple y breve panorama hist¨®rico. En ¨¦l, comencemos prescindiendo de la acci¨®n prehist¨®rica de los padres fundadores: los Delaunay o los Duchamp-Villon, en el caso franc¨¦s. En 1930 se produce, con el Cercle et Carr¨¦ patrocinado por Seuphor, la primera corriente hist¨®rica de abstracci¨®n francesa; un a?o m¨¢s tarde, y prolongando su existencia hasta 1937, se funda el movimiento Abstracci¨®n - Creaci¨®n, animado esta vez por A. Herbin y secundado por Arp, Gleizes, H¨¦lion, Kupka, Valmier y Vantorgeloo. M¨¢s a¨²n: en 1947, en la galer¨ªa de Ren¨¦ Drou¨ªn, la misma que organizarla una gran retrospectiva de Kandinsky, se mont¨® una exposici¨®n colectiva de ?arte concreto?, una de las modalidades con que se ha definido o contradefinido la pintura abstracta. El caso es que esta muestra y otras de parecida ¨ªndole, como la famosa de ?pintura abstracta? del galerista D. Ren¨¦, tambi¨¦n por aquellos a?os, convirtieron la peligrosa tendencia de comienzos en f¨®rmula acad¨¦mica, por no hablar casi de receta acad¨¦mica, al estar relacionados la mayor parte de los artistas y acontecimientos citados por una misma voluntad geom¨¦triea, que suele deslizarse con peligrosa facilidad hacia gram¨¢ticas b¨¢sicas de la expresi¨®n.
As¨ª lo denunci¨® al menos el cr¨ªtico Charles Estienne con su panfleto ?Es el arte abstracto un academicismo? en el que se atacaba violentamente aquellos representantes de lo que llamaba ?abstracci¨®n fr¨ªa?, ninguno de los cuales, salvo quiz¨¢ Vasarely, lograr¨ªa sobrevivirse al paso del tiempo sin evolucionar. Es entonces cuando se produce una soluci¨®n alternativa, precisamente aquella que funda y explica a los pintores conocidos bajo la gen¨¦rica y ambig¨²a advocaci¨®n de abstracci¨®n l¨ªrica, esos mismos protagonistas primeros o secuaces, que forman parte de la exposici¨®n recientemente inaugurada en Madrid.
De lo dicho se puede deducir algo: los pintores de la soluci¨®n alternativaho ser¨¢n precisamente geom¨¦tricos. M¨¢s a¨²n: si les hacemos caso, ni tan siquiera abstractos. Pero, para mejor comprenderlo, recordemos, en primer lugar, la influencia fundamental de un curioso iluminado: Bissi¨¦re. Este personaje, nacido en 1884, practic¨® un f¨¢cil y vulgar poscubismo hasta 1939, fecha en la que abandona Par¨ªs y la pintura. Cinco a?os despu¨¦s reaparece transfigurado: se ha encontrado con el fait pictural, que no enclaustrar¨¢ jam¨¢s en lo sucesivo, en ninguna otra forma definida que no sea aquella producida por una emoci¨®n, cuyo origen siempre est¨¢ en la naturaleza. El mismo nos lo dice: ?en lugar de contar emociones?, es preferible ?recrear sus causas?; o, si se quiere, aquel otro consejo a sus disc¨ªpulos, entre los que se encontraban significativamente Manessier, Le Moal, Bertholle, Pagava y Etienne-Martin: ?No copi¨¦is la naturaleza, sino escoged entre los elementos que os ofrece.? Consejo que, al ser aplicado, hizo que Ragon hablara de ?paisajistas abstractos?.
La tradici¨®n francesa
Alumnos o no de Bissi¨¦re, pronto se fue formando una cierta conciencia c¨®mplice, cuyos jalones hist¨®ricos podemos enumerar: 1941, la Galer¨ªa Braun presenta la exposici¨®n Pintoresy tradici¨®n francesa, entre los que se encontraban Bazaine y Lapicque, admiradores de Villon y Bonnard, y preocupados por el efecto y modulaci¨®n de los valores vivos; en 1943, Doce pintores de hoy en la Galer¨ªa de Francia, reforzando esta misma l¨ªnea; en 1947, magna retrospectiva de Bissi¨¦re y, finalmente, en 1949, exposici¨®n individual de Bazaine en la Maeght. El ciclo se cierra y los protagonistas se multiplican: los ya citados Manessier, Bazaine, Le Moal, etc¨¦tera, pero tambi¨¦n Singier, Esteve, Ubac, Lapoujade, Gastaud, Carrade, Arpad Szenes, Vieira da Silva, O. Debr¨¦, Zoran Music, Tal Coat, Zao Wou Ki; ninguno de los cuales pertenece a una misma generaci¨®n cronol¨®gica. ni a una misma nacionalidad. Todos ellos, eso s¨ª, part¨ªan de una misma voluntad de transponer los elementos naturalistas del paisaje, del entorno. As¨ª lo explic¨® Michel Ragon: ?Los paisajistas abstractos ojeaban el diccionario de la naturaleza con pasi¨®n, d¨¢ndose cuenta de que los pintores naturalistas del pasado no hab¨ªan hecho m¨¢s que emplear uno de los vocabularios m¨¢s reducidos, viendo el ¨¢rbol, mas no la estructura de la le?a y de la hoja; viendo los prados, pero no las tres piedrecillas apostadas junto a la mancha amarilla de una florecilla.?Una mirada selectiva, una lente de aumento o, si se quiere, sutiles juegos de transposici¨®n y evocaci¨®n: he aqu¨ª, siguiendo el orden de nuestra exposici¨®n de Madrid, las escuetas y pat¨¦ticas memorias de paisaje de Zoran Antonio Music; el caliente y m¨ªstico cromatismo de Manessier; la obsesi¨®n casi pascaliana por la luz y el espacio de G. Asse, a nuestro parecer bastante ajena a la mayor¨ªa de las tendencias reunidas en la muestra; el difuso lirismo de Szenes y las elegantes arquitecturas de su esposa, la portuguesa Mar¨ªa Helena Vieira da Silva; los vigorosos signos en un ?paisaje diluido? del bret¨®n Tal Coat; las tierras aradas de Ubac; la sensual impregnaci¨®n en la materia de Bazaine; el paisajismo oriental de Zao Wou Ki; el signo l¨ªrico y el sentido de lo monumental de Debr¨¦.
Pero la exposici¨®n de Abstracci¨®n l¨ªrica contiene otros nombres y, en cierta manera, otra historia. Se trata de los llamados tachistas, entre los que, para esta ocasi¨®n, se han seleccionado Hartung, Schneider, Soulages. Aqu¨ª, como antecedentes, habr¨ªa que mencionar a Wols, Fautrier, Michaux, Atlan, Dubuffet, Mathieu. Nos encontramos con una curiosa inserci¨®n de lo temporal en pintura, muy a la moda oriental: el pintor se realiza realizando, la est¨¦tica del ?en tanto en cuanto?, el gesto, el ritmo. Puede ser la caligraf¨ªa impulsiva, sabiamente intensa de Hartung, el gran signo negro de Soulages o la emoci¨®n musical -wagneriana- de Schneider. En cualquier caso, una cuesti¨®n de pulso.
?Est¨¢ todo? No pod¨ªa ser ni se ha pretendido. Unas cinco obras, bien seleccionadas, por cada uno de los pintores citados, hacen un conjunto representativo. Para Espa?a, sin embargo, donde esta pintura era, fuera de los especialistas, desconocida, no hab¨ªa por qu¨¦ haber dado ning¨²n supuesto que permitiese prescindir de pintores importantes, aunque hayan muerto; esos pintores, aut¨¦nticos puntos de referencia para explicar la abstracci¨®n francesa, algunos de cuyos nombres hemos citado y otros no, como Sta?l, pero m¨¢s presentes que nunca en su ausencia.
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