La encrucijada de la teor¨ªa econ¨®mica
Presidente de ENDESAAndr¨¦ Malraux, en el comienzo de su Museo imaginario, utilizaba la bella imagen de que las obras de arte perdurables han sido las conchas dejadas en la playa en el reflujo de mareas de cada etapa cultural. Un cierto concepto de acumulaci¨®n independiente y de compatibilidad de divergencias subyace en la idea.
En la mayor¨ªa de las ciencias el avance ha sido, en gran medida, lineal, y en muchos casos, convergente. De Newton, dijo Lagrange, con cierto pesar, que seguramente hab¨ªa sido el m¨¢s grande entre todos los cient¨ªficos, ?por haber descubierto el sistema del mundo. Y, por desgracia, no hay m¨¢s que un sistema del mundo que descubrir?. Un siglo despu¨¦s de tal afirmaci¨®n, Einstein rebasaba a Newton; pero no anulando la validez de sus teor¨ªas, sino dej¨¢ndolas como caso particular de una nueva teor¨ªa m¨¢s general. La evoluci¨®n de las ciencias semeja, en muchos casos, un desarrollo en serie en el cual la adic¨ª¨®n de un nuevo t¨¦rmino perfecciona el conocimiento, sin anular la validez incompleta de los anteriores.
No parece realista negar a la teor¨ªa econ¨®mica su consideraci¨®n como ciencia, pero en algunos aspectos recuerda al arte, seg¨²n Maliraux. Escuelas radicalmente diferentes, incursiones en an¨¢lisis abandonados por est¨¦riles, esfuerzos deductivos sobre el estudio de realidades pasadas, imposibilidad de experimentaci¨®n y su interrelac¨ª¨®n con otras muchas ramas de conocimiento, configuraban un avance err¨¢tico en el que pod¨ªa seguirse la relaci¨®n de sus genios m¨¢s por la notoriedad conseguida en su momento que por su participaci¨®n en una secuencia de progresivo desarrollo convergente.
En menos de dos siglos alcanza la madurez
De la teor¨ªa a la pr¨¢ctica el salto es a¨²n mayor. La pol¨ªtica econ¨®mica puede ser calificada de arte. Individuos notables, como Herbert Hoover, clamando ?la prosperidad est¨¢ a la vuelta de la esquina? en medio de la depresi¨®n de los a?os treinta, o Winston Churchill hundiendo la econom¨ªa brit¨¢nica en 1925, ejemplifican que la libertad del artista era posible y, en estos casos, con resultados notoriamente lamentables.
Sin embargo, durante los ¨²ltimos cuarenta a?os, en el mundo libre, y a partir de Keynes, teor¨ªa y pol¨ªtica econ¨®micas parec¨ªan haber encontrado su rumbo, parec¨ªan iniciar un per¨ªodo de madurez. La propia cronolog¨ªa no resultaba ?l¨®gica; iniciada la econom¨ªa, formalmente, como rarna del conocimiento con Adam Smith, en 1776, menos de dos siglos le hab¨ªan bastado para alcanzar la madurez.
En medio de un frondoso desarrollo por todas sus ramas colaterales, dos ¨¢reas principales parec¨ªan definitivamente centradas. Por una parte, en los pa¨ªses desarrollados, un sistema de econom¨ªa mixta con cierta participaci¨®n estatal, pero sin planificaci¨®n, perm¨ªt¨ªa, mediante el uso de las pol¨ªticas monetaria y de ingresos y gastos p¨²blicos, un desarrollo continuado y una atenuaci¨®n, ya que no desaparici¨®n de los ciclos econ¨®micos. Por otra parte, para los pa¨ªses subdesarrollados se ofrec¨ªa como cierta la esperanza del crecimiento econ¨®mico; con Rostow se lleg¨® casi al manual: ?sabemos ense?arle, en poco tiempo, los sencillos mecanismos del desarrollo sostenido! Durante este per¨ªodo, las escuelas se defin¨ªan, m¨¢s que nada, por la especialidad de su an¨¢lisis; pero, en general, casi todas ellas se instalaban confortablemente en la denominaci¨®n de neocl¨¢sicos poskeynesianos.
Friedman inicia su larga batalla
Naturalmente, no faltaron los disidentes. Hayek, ya en 1945, poco despu¨¦s del New Deal, que supuso la transformaci¨®n de la patria de la libre empresa en econom¨ªa mixta, y en pleno desarrollo del estado de bienestar en el Reino Unido, advert¨ªa en Camino de servidumbre tanto del riesgo para las libertades del intervencionismo corno de ciertas contradicciones internas de la nueva panacea. Friedrr¨ªan, poco despu¨¦s, iniciaba su larga batalla; ven¨ªa a decir a sus colegas que lo que estaban haciendo era entre indiferente y contraproducente y que utilizaban con falta de rigor las relaciones causa-efecto.
La seguridad en s¨ª mismos era notable entre los neocl¨¢sicos poskeynesianos. Hayek y Friedman han recibido ambos el Premio Nobel. Pero otro premio Nobel, Paul Samuelson, quiz¨¢ el poskeynesiano de mayor proyecci¨®n y capacidad did¨¢ctica, se permit¨ªa, hace pocos a?os, cal¨ªficar a Hayek como ?exasperantemente dogm¨¢tico en su oposici¨®n entre libertades y reformas?. -Respecto a Friedrr¨ªan dec¨ªa que, de no haber existido, habr¨ªa que haberlo inventado, reduci¨¦ndolo a poco m¨¢s que la rara avis, convenlente en la partida, para dar un poco de color a un panorama quiz¨¢ demasiado uniforme.
Hasta que de forma m¨¢s o menos sorpresiva estall¨® la crisis. Crisis en dos facetas: por una parte, el cartel petrol¨ªfero avanz¨® en a?os la necesidad de plantearse seriamente a nivel mundial el problema de los recursos escasos; por otra parte, m¨¢s importante desde la perspectiva de la validez de teor¨ªas y pol¨ªticas econ¨®micas, apareci¨® un t¨¦rmino dram¨¢tico: la estanflaci¨®n, la inflaci¨®n con estancamiento. Hay que a?adir que, a¨²n con poco desfase, la estanflaci¨®n precede al problema energ¨¦tico. Con cierta l¨®gica, a los dos aspectos fundamentales de la crisis se les a?aden defectos complementarios de la situaci¨®n, ocultados en cierta forma en el ambiente de euforia anterior.
Entre los economistas neocl¨¢sicos poskeyneslanos est¨¢ cundiendo el desconcierto. Un ensayo reciente les describ¨ªa con una moral como la de los generales de Napole¨®n levantando el cerco de Mosc¨²; hab¨ªan vi Sto Su fracaso e intu¨ªan el terrible desgaste de la retirada. Quiz¨¢ les coge tambi¨¦n cansados; lucharon contra el saber convencional hace treinta a?os, y ahora se ven, conservadores en sus teor¨ªas, bajo la cr¨ªtica implacable no s¨®lo de los nuevos j¨®venes lobos, sino de la propia realidad, que les acosan con el fracaso de sus teor¨ªas.
Evidentemente estamos en una encrucijada. No es un punto muerto; ni un punto neutro en el que la definici¨®n fuera la del ?s¨®lo s¨¦ que no s¨¦ nada?, tampoco una disyuntiva ante la que elegir uno de dos caminos. Es un punto de reflexi¨®n en el que quiz¨¢ lo m¨¢s importante sea analizar qu¨¦ es v¨¢lido y qu¨¦ no del bagaje con que nos encontramos.
El punto de partida es, por supuesto, considerar fr¨ªamente lo que es v¨¢lido del sistema anterior: la utilizaci¨®n de las pol¨ªticas fiscales y de gasto p¨²blico siguen siendo necesarias; el problema es que no son suficientes. En algunas situaciones empiezan a producir resultados contrarios a los esperados. La consideraci¨®n de la validez es dual; tan obvio es reconocer que estamos en econom¨ªas mixtas, con un importante sector p¨²blico, como que los incrementos de la demanda total por v¨ªa de gasto p¨²blico est¨¢n produciendo inflaci¨®n sin disminuci¨®n del desempleo.
Aparentemente, los poskeynesianos tienen una ¨²ltima l¨ªnea de desarrollo que puede y debe ser analizada y utilizada con reservas. En s¨ªntesis, vienen a decir que la estanflaci¨®n es causada por una inflaci¨®n de costes, independiente del proceso de la demanda. Seg¨²n su tendencia pol¨ªtica, ponen m¨¢s ¨¦nfasis en la concertaci¨®n de precios por los empresarios o en la rigidez de salarios por la fuerza sindical. En cualquier caso, postulan la pol¨ªtica de rentas en sus variantes, desde lo indicativo a lo vinculante. Los tanteos, en las diversas variantes, no han sido muy eficaces. Adem¨¢s, conceptualmente, la presi¨®n de los agentes econ¨®micos organizados sobre el proceso de reparto de la tarta que produce la inflaci¨®n reptante congela el crecimiento y abandona a los desempleados, no parece que vaya a disminuir, sino a aumentar, d¨¢ndoles el papel de interlocutores en la formulaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica general a trav¨¦s de la pol¨ªtica de rentas.
Los viejos disidentes, precursores de la innovaci¨®n
Por su parte, los viejos disidentes resultan ser los precursores de las escuelas con ideas innovadoras. El ¨¦nfasis en la pol¨ªtica mo netaria; la mayor confianza en el funcionamiento del mercado; la fijaci¨®n inflexible (aun con todas sus dificultades pol¨ªticas) de un marco que permita el funciona miento, a medio plazo, de reacciones racionales por parte de los trabajadores, los empresarios y los consumidores; la reducci¨®n del ¨¢mbito de actuaci¨®n del sec tor p¨²blico; la disminuci¨®n de intervenciones... Todo ello forma parte, en distintas proporciones, de las l¨ªneas de evoluci¨®n pro pugnadas por los nuevos economistas. Su calificaci¨®n como postulantes de una vuelta a la or todoxia es peyorativa, porque ni niegan la validez de gran parte de lo vigente, ni existi¨® nunca tal ortodoxia. Realmente intentan modificaciones que perfeccionan el sistema y, en consecuencia, son tan reformistas como lo fueron, en su momento, sus actualmente desmoralizados maestros. Hombres como Feldstein ser¨¢n crecientemente influyentes y nombres como el de Laffer crecientemente conocidos.
En el centro del debate surge tambi¨¦n la pol¨¦mica sobre el estado de bienestar, que parece haber rebasado, en muchos pa¨ªses, sus l¨ªmites l¨®gicos. Por melodram¨¢tico que.suene, el objetivo de la seguridad social no debiera ser otro que la cobertura del infortunio. Por derivaci¨®n acaba siendo una forma de que casi toda la sociedad saque todo lo que pueda de las arcas p¨²blicas; olvidan que ellos mismos lo ingresaron antes y no reflexionan sobre la ineficacia normalmente existente en el proceso de ?da y vuelta. El resultado es mayor consumo, en cierta forma no deliberado, menor ahorro y, en definitiva, lo que es la ¨²ltima contradicci¨®n en algo cuyo origen fue la previsi¨®n de futuro!, literalmente pan para hoy y hambre para ma?ana.
Explicaciones al ciudadano normal
Para salir de la encrucijada ser¨¢n necesarias altas dosis de imaginaci¨®n. Es posible que se haya utilizado incorrectamente la inducci¨®n cuando se ha cre¨ªdo constatar que la innovaci¨®n sistem¨¢tica no ¨ªncrementaba sustancialmente la tasa real de pleno empleo sin efectos inflacionarios. Quiz¨¢ haya llegado el momento de plantear seriamente en ciertas econom¨ªas ese sector cuaternario, no productivo, que limite los efectos sociales del desempleo.
En cualquier caso, en la difusi¨®n de las teor¨ªas, por econornistas y pol¨ªticos, a la opini¨®n p¨²blica parecen imprescindibles la humildad y la explicaci¨®n. Si el ciudadano normal hab¨ªa llegado a creer que la teor¨ªa econ¨®mica ten¨ªa todas las soluciones, habr¨¢ que decirle que no es cierto, que contin¨²a un proceso abierto de aproximaciones sucesivas en las econom¨ªas mixtas, de resultados inciertos. Como consideraciones adicionales, por una parte, no debe ser excesivo problema el riesgo que supone la alternativa de las econom¨ªas centralizadas colectivistas; tienen poco que ofrecer. Por otra parte, las teor¨ªas de crecimiento cero tambi¨¦n se presentan como simplificaciones con cierto aspecto de tirar la toalla por agotamiento, en lugar de buscar las soluciones apropiadas.
En estas largas, aunque sint¨¦ticas, consideraciones cabe un ep¨ªlogo sobre nuestra situaci¨®n en Espa?a. En primer lugar, la confusa situaci¨®n de las teor¨ªas aplicables a la pol¨ªtica econ¨®mica introduce un factor distorsionante en el debate pol¨ªtico. En efecto, supuestos unos objetivos diferenciados del partido en el poder y su alternativa en la oposici¨®n, el debate sobre tales objetivos no podr¨ªa evitar cierta confusi¨®n, porque en el proceso entrar¨ªan interpretaciones divergentes sobre la validez de los medios instrumentales. En segundo lugar, y desgraciadamente, para el Gobierno, se le est¨¢ pidiendo que haga bien las cuentas, justo cuando resulta que existen serias dudas sobre el funcionamiento de las calculadoras.
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