Las Ventas, un negocio redondo para la Diputaci¨®n Provincial de Madrid
M¨¢s de 1.300 millones obtiene en quince a?os
La plaza de toros de Las Ventas es, posiblemente, la inversi¨®n m¨¢s rentable de cuantas haya hecho jam¨¢s la Diputaci¨®n Provincial de Madrid. En medio siglo que el coso lleva de existencia, ni se sabe cu¨¢ntas veces lo habr¨¢ amortizado, con el dinero que le producen los sucesivos c¨¢nones de arrendamiento.
Con independencia de las cantidades que ingres¨®, por este concepto, desde la inauguraci¨®n de la plaza, tenemos que la anterior empresa estuvo abonando durante una d¨¦cada, anualmente, 33.333.337 pesetas, m¨¢s unos porcentajes de sobrecanon que incid¨ªan sobre los ingresos brutos por taquilla que rebasaran los 150 millones de pesetas. Es decir, que .la Diputaci¨®n obtuvo por el arrendamiento de la plaza desde 1969 a 1978 m¨¢s de cuatrocientos millones, cifra que, con mucho, cuadruplica lo que vali¨® construir Las Ventas.Pero, por si fuera poco, el nuevo empresario, Diodoro Canorea, ha de abonar durante cinco a?os, en concepto de canon, m¨¢s de ochocientos millones, con lo cual entra ya en la categor¨ªa de fabulosa la renta que la propiedad obtiene del coso. Entramos en cifras de v¨¦rtigo: durante s¨®lo quince a?os, habr¨¢ recibido bastante m¨¢s de 1.300 millones de pesetas, y eso sin contar, como dec¨ªamos, lo que se embols¨® por los sucesivos arrendamientos desde la fecha de inauguraci¨®n hasta 1969.
Estos datos s¨®lo ser¨ªan reveladores de c¨®mo se puede hacer un negocio de saneadas rentabilidades si no concurrieran otras circunstancias que generan una clara responsabilidad, pudi¨¦ramos decir moral, para que la Diputaci¨®n haga bastante m¨¢s que limitarse a sacar su plaza a subasta y ser celosa recaudadora del canon de arrendamiento. Porque su situaci¨®n es de monopolio: en virtud de una pragm¨¢tica no se puede construir otra plaza de toros en Madrid, dentro de los l¨ªmites de un kilom¨¦trico radio cuyo centro es la Puerta del Sol. Consecuentemente, la fiesta de toros es en la capitalidad la resultante de los esfuerzos de unos empresarios para que su negocio tenga dos rentabilidades: la primera, obtener de la organizaci¨®n de los espect¨¢culos el beneficio suficiente para poder abonar el canon; la segunda, alcanzar (m¨¢s bien superar cuanto sea posible) el beneficio marginal adecuado a la rentabilidad del dinero invertido. Naturalmente, con estos planteamientos, el espect¨¢culo resulta desproporcionadamente caro, de donde se deduce una merma de clientela o que ¨¦sta sea de ¨¦lite, por una parte, y por otra, los protagonistas fundamentales de la fiesta -ganaderos y toreros- pueden sufrir en sus condiciones de contrataci¨®n los efectos de unos presupuestos que se aquilatan al m¨¢ximo en el cap¨ªtulo de gastos.
El futuro no es, sin embargo, por lo que parece, tan pr¨®spero para la Diputaci¨®n como hasta ahora. Canorea manifestaba a EL PAIS que esta temporada reci¨¦n concluida el p¨²blico ha ido menos a los toros de Madrid, y sus previsiones no eran muy optimistas para 1980. No es que falte afici¨®n, sino que, de un lado, la cuant¨ªa de los precios, y de otro, la monoton¨ªa del espect¨¢culo que habitualmente se ofrece (quiz¨¢ por atenazarlo una estructura socioecon¨®mica en la que tienen precisamente una incidencia negativa los c¨¢nones de arrendamiento), constituyen fuertes elementos disuasorios. La promoci¨®n de la fiesta es en Madrid necesaria y urgente, pero el arrendatario de Las Ventas, que comprende el caso y seguramente querr¨ªa emprenderla, se ve en la precisi¨®n de encauzar su negocio sin excesivas alegr¨ªas, para que no resulte ruinoso. En definitiva, si en los cuatro pr¨®ximos a?os no cambia la situaci¨®n, cuando la Diputaci¨®n Provincial proceda a nueva subasta se encontrar¨¢ con una plaza desvalorizada, muy poco apetecible para los empresarios. La propia fiesta habr¨¢ perdido en Madrid la popularidad y categor¨ªa que tuvo siempre.
Todo esto debi¨® ser tenido en cuenta por la anterior Corporaci¨®n -as¨ª lo dijimos en su momento, con detalle e insistencia, desde estas p¨¢ginas-, pero lamentablemente no quiso o no supo ver el problema y se limit¨® a elaborar un ambiguo pliego de condiciones para la subasta, con algunos toques demag¨®gicos, de tal forma planteado que el espect¨¢culo taurino no sal¨ªa beneficiado pr¨¢cticamente en nada, mientras que hac¨ªa presumir una puja brutal, que desembocar¨ªa en un canon excesivo, como as¨ª sucedi¨®.
La nueva Diputaci¨®n, que hereda las muy preocupantes consecuencias negativas de aquella subasta, no puede desentenderse de la cuesti¨®n (nada ha hecho hasta ahora); habr¨ªa que arbitrar lo antes posible cuantas medidas correctoras sean necesarias.
Ya tiene la plaza de Las Ventas amortizada con creces; en s¨®lo tres lustros le va a producir m¨¢s -bastante m¨¢s- de 1.300 millones de pesetas. Ya es hora de que revierta algo de esa cantidad en la mejora del fil¨®n, del cual son parte fundamental el toreo y el p¨²blico que pasa por taquilla.
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