"Carta 77" o el esp¨ªritu de la primavera de Praga
Cerca de media docena de disidentes se hab¨ªan reunido en un apartamento de Praga la noche del 11 de noviembre de 1976. Uno de ellos afirm¨®: ?Algo hay que hacer.? El Comit¨¦ de Defensa Obrera de Polonia (KOR) estaba funcionando con regularidad y aglutinando todas las tendencias (le oposici¨®n. Sajarov, por su parte, en la URSS encabezaba la contestaci¨®n en el pa¨ªs rector de la pol¨ªtica este europea. Algo ten¨ªan que hacer, sin duda, los herederos de la Primavera de Praga de 1968.Un a?o antes, el Gobierno checoslovaco aprob¨® las convenciones internacionales sobre derechos humanos, c¨ªvicos, econ¨®micos y sociales, y en marzo de 1976 hab¨ªan entrado en vigor. ?El reconocimiento de la dignidad natural y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana es el fundamento de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.? Este p¨¢rrafo adquir¨ªa entonces rango de ley en Checoslovaquia.
Hasta el 1 de enero de 1977, Havel, Hajek, Patocka, Vaculik y algunas otras personalidades independientes o comprometidas en la pol¨ªtica liberalizadora de Alexander Dubcek dieron forma a un texto de seis folios, que ser¨ªa conocido desde entonces como Carta 77.
Doscientas cuarenta y una personas firmaron el texto. Desde la invasi¨®n del Pacto de Varsovia, ning¨²n grupo o personalidad pol¨ªtica checoslovaca obten¨ªa tal apoyo.
El clima, a decir de los propios disidentes, parec¨ªa oportuno. Por aquellas fe,chas hab¨ªan sido puestos en libertad Jiri M¨¹ller, dirigente estudiantil en 1968; Yaroslav Sabata (hoy en prisi¨®n), y Milan Huebe, y parec¨ªa anunciarse un viento liberalizador en base a una serie de reformas econ¨®micas necesarias.
Los hechos demostraron lo contrario. El d¨ªa 7 de enero comenzaron las primeras detenciones, el periodista Jiri Lederer, Otta Ornest y la primera amenaza contra Vaclav Havel, redactor de Carta 77 y primer portavoz del grupo.
Comienzan tambi¨¦n las primeras presiones contra los firmantes, para que se retracten de lo firmado. Al mismo tiempo, llegan muestras de solidaridad de los partidos comunistas de Espa?a, Italia y Francia; el ala m¨¢s dura del partido, encabezada por Bilak, Indra y Strugal dicta las ¨®rdenes para iniciar una contraofensiva en los medios de comunicaci¨®n oficiales.
El ¨®rgano del comit¨¦ central del partido, Rude Pravo, da la se?al de partida a los aparachitkis, el 12 de enero, con un art¨ªculo titulado ?N¨¢ufragos e intrusos?.La campana contra los cartistas se llevar¨¢ a cabo en dos frentes. El primero a trav¨¦s de la propaganda oficial, acus¨¢ndoles de ser ?antipartido, derechistas? y ?conspirarjunto con otros grupos del exterior contra el socialismo?.
Un segundo frente ser¨ªa el tratar de destruir el liderazgo del grupo con una pol¨ªtica de encarcelamientos transitorios de sus dirigentes y menguar la fe de la base llevando a cabo una pol¨ªtica de despidos entre los firmantes. En diciembre de 1977, el movimiento daba la identidad de 144 firmantes despedidos de sus trabajos.
Pero las medidas act¨²an contra el propio Gobierno: nuevos firmantes se unen a la Carta, que sigue publicando documentos de denuncia, incluida una carta abierta a Gustav Husak, en abril de 1978, y siempre dentro de la m¨¢s estricta legitimidad vigente en Praga. Sesenta d¨ªas despu¨¦s de su publicaci¨®n (nunca oficial), Carta 77 casi hab¨ªa triplicado el n¨²mero de adhesiones (617 el 1 de marzo), con una gran mayor¨ªa de obreros. Es probable que tenga raz¨®n el intelectual disidente checoslovaco Jiri Nozarka cuando afirma que ?el r¨¦gimen tiene miedo porque eval¨²a correctamente la realidad?. Miedo a que Carta 77, apoyada desde mediados de 1978 por el VONS, signifique ?una nueva prirnavera?, como mantiene el diputado europeo Jiri Pelikan. .
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