El Estatuto de Guernica
Presidente del Consejo General Vasco y parlamentario foral de NavarraUn viejo pleito que ven¨ªa atormentando la existencia de la vieja Euskalerr¨ªa durante m¨¢s de cien a?os, y que ha terminado convulsionando los propios cimientos del Estado, est¨¢ a punto de encontrar una soluci¨®n razonable. Creo que la gran mayor¨ªa de mi pueblo decidir¨¢ el pr¨®ximo jueves la soluci¨®n del Estatuto. Creo que nada ni nadie, ni siquiera los que tratar¨¢n de intimidar f¨ªsica o moralmente a los votantes, impedir¨¢n que se ponga en marcha la soluci¨®n.
Hablaba antes de m¨¢s de cien a?os, porque en aquellas viejas guerras carlistas, m¨¢s o menos conscientemente, nuestro pueblo ya luchaba instintivamente por sus libertades, al defender sus instituciones, que fenec¨ªan con el viejo r¨¦gimen. La defensa de su identidad y de los intereses populares quedaba maltrecha ante el cambio pol¨ªtico y social: y, con todos los defectos que le quieran achacar cuando le juzgan fuera de su contexto, Sabino Arana, autodidacta y muerto en plena juventud, daba a finales de siglo un planteamiento pol¨ªtico a aquella realidad biocultural de Euskalerr¨ªa, que explica toda su historia contempor¨¢nea. Yo no la voy a recordar aqu¨ª. La incomprensi¨®n de tantos a?os, las alternativas de esperanza en el per¨ªodo republicano. Despu¨¦s, el intento de acabar, con la voluntad de un pueblo, fortaleci¨¦ndola, parad¨®jicamente. Se empleaba todo tipo de argumentos contra la causa nacional vasca: quiz¨¢ el m¨¢s da?ino, el que tachaba de ?antihist¨®rico? el proyecto de Euskadi, intentando perpetuar la divisi¨®n hist¨®rica provincialista del pa¨ªs, como si la historia no se hiciera cada d¨ªa, como si el siglo XIX no hubiera sido un momento l¨®gico para enunciar reflexivamente una idea nacional.
Felizmente, a pesar de que persisten estas resistencias y argumentaciones, que, circunstancialmente, encuentran ¨¦xitos dolorosos, como el de la derecha triunfante en Navarra, una soluci¨®n al viejo pleito acaba de alumbrarse, y el jueves 25 puede marcar el comienzo de una nueva etapa para Euskadi y para todo el Estado. Una etapa en la que se rompa el mito jacobino, en la que se descalifique el viejo y maniqueo planteamiento centralismo-separatismo, y en la que se demuestre que un Estado plurinacional,puede dar mejor respuesta a los deseos de todos.
La responsabilidad de una negociaci¨®n
Cuando en junio decidimos negociar hasta la extenuaci¨®n, apostamos fuerte. Apostamos contra todas las simplificaciones con arraigo a nuestro alrededor, en virtud de las cuales negociar es claudicar. Apostamos contra el desenga?o secular de tanto di¨¢logo infructuoso, de tanta incomprensi¨®n, de tantas negativas, m¨¢s o menos frontales, a las demandas de un pueblo. Apostamos contra los que nos recordaban el fracaso reciente en el debate constitucional.
Pero cre¨ªmos que nuestra responsabilidad era emplear las armas de la raz¨®n en el di¨¢logo con el poder, hasta el final. Aquellas horas largas, interminables, de julio dieron un fruto con precedente: el fruto de un r¨¦gimen auton¨®mico, con el que podemos preservar y desarrollar nuestra identidad y nuestros intereses espec¨ªficos de pueblo, en solidaridad con los pueblos hermanos del Estado.
La divisi¨®n en Euskadi
Pero no hay momento hist¨®rico que est¨¦ exento de dificultades. Precisamente por eso suelen ser hist¨®ricos tales momentos, porque el pueblo que los protagoniza es capaz de superar sus dificultades.
Euskalerr¨ªa, desgraciadamente, siempre ha padecido la divisi¨®n en los momentos cr¨ªticos de su historia: agromonteses y veamonteses facilitaron la conquista del viejo reino vasc¨¢n, del Estado navarro. Onacinos y gamboinos asolaron largamente con sus luchas el solar vascongado. Carlistas y liberales libraron guerras interminables, que daban idea de la importancia de la divisi¨®n.
En la sublevaci¨®n franquista, nuevamente, la divisi¨®n debidamente manipulada trajo la ruina al nuevo proyecto de una Euskadi con autogobierno.
Hoy existe de nuevo la divisi¨®n. Pero, frente al pesimismo de quienes viven abrumados por la contestaci¨®n de ETA y sus ep¨ªgonos, yo me atrevo a decir, con optimismo, que en ning¨²n momento cr¨ªtico de su historia, como los citados, Euskalerr¨ªa ha estado tan unida ante un proyecto pol¨ªtico. M¨¢s del 80% de los votos registrados en las ¨²ltimas elecciones han respaldado al proyecto de Guernica. El ruido de un a minor¨ªa no puede confundirse con la fuerza moral de una gran mayor¨ªa y nuestro pueblo, y todos los observadores deben tenerlo bien claro, cuando o¨ªmos a nuestro alrededor sandeces y cinismos tan incre¨ªbles como que este Estatuto ha sido hecho a espaldas del pueblo.
Cuando escribo esto se hallar¨¢ reunido en Guernica el llamado Euskal Herriko Biltzarre Nazionala (Asamblea Popular de Euskadi), integrado por los cargos electos de Herri Batasuna en las diversas instituciones del pa¨ªs, y una serie de organismos de apoyo que contribuyen a la ceremonia de la confusi¨®n. Su objetivo es hacer el ?contra- planteamiento? del Estatuto. Pero por mucho que se camufle esa asamblea de organismos de apoyo, asociaciones, gestoras, movimientos, etc¨¦tera, hay una realidad incontestable: esos cargos electos son una minor¨ªa enfrentada a los que representan a la inmensa mayor¨ªa del pa¨ªs. Si pretenden arrogarse la representaci¨®n popular, estar¨¢n jugando a fascistas. Y si ofrecen alg¨²n producto, ser¨¢ falso, como los productos de aquella democracia org¨¢nica que se escapaba de las urnas y se adornaba de representaciones corporativas.
Que nadie se ofusque, pues, por el ruido, ni se acompleje o deje intimidar, porque hasta la fecha est¨¢ muy claro qui¨¦n puede hablar en nombre del pueblo vasco, mientras las urnas no digan lo contrario. Est¨¢ tan claro y m¨¢s que en cualquier otro momento de su historia.
Por qu¨¦ apoyamos este Estatuto
En el terreno de los principios reconoce la realidad nacional de nuestro pueblo como ning¨²n instrumento legal lo hab¨ªa hecho hasta el presente. Reconoce impl¨ªcitamente el ¨¢mbito de la comunidad natural vasca al decir que Navarra tendr¨¢ igual derecho que Alava, Guip¨²zcoa y Vizcaya a participar en este proyecto pol¨ªtico concreto, y establece el procedimiento l¨®gico de requerir la adhesi¨®n mayoritaria a tal proyecto de los habitantes de estos territorios. El d¨ªa 25 celebrar¨¢n su refer¨¦ndum Alava, Guip¨²zcoa y Vizcaya. El d¨ªa que lo decidamos, en el Parlamento Foral navarro, celebrar¨¢ su refer¨¦ndum Navarra. La fecha va a ser una cuesti¨®n de oportunidad, y yo creo que antes hay que hacer un gran esfuerzo de concordia entre las fuerzas pol¨ªticas en posiciones antag¨®nicas.
En el terreno pr¨¢ctico yo no voy a ponderar aqu¨ª con detalle -ser¨ªa demasiado largo- la importancia de una hacienda concertada, en la que Euskadi administrar¨¢ eficazmente sus propios recursos, contribuyendo lealmente a las cargas del Estado y a la solidaridad con los restantes pueblos. Ni lo trascendental de gestionar la seguridad social o la importancia de la educaci¨®n y los medios de comunicaci¨®n social (TVE incluida) en manos de un pueblo que teme la p¨¦rdida de su propia identidad. El Estatuto puede proporcionar a los vascos herramientas important¨ªsimas para la reconstrucci¨®n de su pueblo, y una interpretaci¨®n extensiva del mismo, que da mucho de s¨ª. Otra cosa es que algunos no quieran ni este ni ning¨²n Estatuto, porque su agosto lo tienen en el ambiente crispado de un pueblo frustrado y oprimido.
El futuro
Yo he repetido ¨²ltimamente que a m¨ª me preocupa bastante m¨¢s el d¨ªa 26 que el 25 de octubre. El Estatuto tiene un tiempo fundamental, que es el de su aprobaci¨®n. Pero tiene otro tan importante o m¨¢s, que es el de su desarrollo ulterior, que requerir¨¢ una negociaci¨®n permanente. Miro esperanzado ese segundo tiempo, porque pienso que el poder central ya ha llegado a comprender suficientemente el problema como para caer en la tentaci¨®n de convertir el Estatuto en papel mojado o andarse con cicater¨ªas en su desarrollo.
Aun contando con que ¨¦ste se produzca con normalidad, la tarea de quienes han de gobernar Euskadi no va a ser sencilla: negociaci¨®n con Madrid para el desarrollo estatutario, creaci¨®n ex novo de todo el cuadro institucional y la nueva Administraci¨®n vasca, crisis econ¨®mica particularmente grave y, si Dios nos ilumina a todos, e¨ª logro dif¨ªcil de la paz. Logro que, a mi entender, exige un enorme y generoso esfuerzo de reconciliaci¨®n de todos los sectores de la sociedad vasca, desde una perspectiva de brazos abiertos, de comprensi¨®n y de abandono de las pasiones y traumas del momento pol¨ªtico, para buscar la paz con la imaginaci¨®n, el coraz¨®n y la altura de miras que s¨®lo una aut¨¦ntica perspectiva hist¨®rica permite.
Dura tarea, pero hermosa tarea que, entre todos, hemos de afrontar con determinaci¨®n, a partir del s¨ª rotundo en el refer¨¦ndum. El Estatuto es la alegr¨ªa de un futuro mejor, de un futuro de esperanza e ilusi¨®n de vivir y convivir, o el vac¨ªo y la zozobra de no saber a d¨®nde nos quieren llevar.
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