Cuento chino
?Una tragedia sin importancia?, califica el autor, con su temple sard¨®nico, esta sard¨®nica obra. Una peque?a par¨¢bola. Dos soldados p¨ªcaros -por algo se llaman Rinconete y Cortadillo- conducen al verdugo, en plena guerra de Cuba - 1868-, a un chino acusado de doble asesinato; se les escapa, buscan otro parecido y se produce la ejecuci¨®n. La conciencia les perseguir¨¢ hasta otra guerra colonial a la que van a parar, la de Africa, donde su miedo se convertir¨¢ en espectro del chino, hasta que mueren por los disparos de los rife?os.Hay un par de intenciones paralelas: la descripci¨®n de los dos personajes -como v¨ªctimas de su inevitable sumisi¨®n a las ¨®rdenes y el terror que les inspira la sociedad dominante que les contiene- y la injusticia racista. Se encuentran reminiscencias del propio Sastre original, el de sus primeras par¨¢bolas esc¨¦nicas, y, sobre todo, de su Escuadra hacia la muerte; todo ello incrementado con la experiencia posterior, con la maduraci¨®n mental y la libertad adquirida por el autor. Se encuentran tambi¨¦n huellas de la picaresca, desde Quevedo y Cervantes hasta el ?esperpento? de Valle, y algo del sistema de Brecht. Hay un ejercicio de lenguaje de jerga y german¨ªa de muy diversas extracciones y ¨¦pocas.
Ahola no es de leil, de Alfonso Sastre
Int¨¦rpretes, grupo estable de El Gayo Vallecano.M¨²sica de Luis Pastor y Luis Mendo. Direcci¨®n de Juan Margallo. Sala El Gayo Vallecano. 25-10-1979.
La obra es corta; la acci¨®n, escasa. Ha debido ser alargada para ocupar el espacio normal de una representaci¨®n, y se resiente de ello. Pierde en intensidad lo que gana en extensi¨®n. Se nos informa en el programa de que la propia compa?¨ªa ha propuesto e improvisado -con la correcci¨®n ling¨¹¨ªstica posterior del autor- la parte africana de la obra. El conjunto est¨¢ bien fundido, pero la longitud cansa, no est¨¢ justificada.
Interesa, sobre todo, ver c¨®mo se puede hacer buen teatro con pocos medios, con imaginaci¨®n y sentido teatral. El escenario permanente es de una bella sencillez; la acumulaci¨®n y la transformaci¨®n de algunos trastos es suficiente para obtener la colaboraci¨®n del espectador en los cambios de lugar de acci¨®n; un ferrocarril en marcha, una fonda, el barrio chino de La Habana, una sala de capitan¨ªa general. Es algo m¨¢s que un recurso de pobres: es una v¨ªa teatral que se ha desde?ado err¨®neamente. La posibilidad est¨¢, en potencia, en el texto del autor; el director, Margallo, ha sabido desarrollarlo todo con talento. Ha conseguido menos en la calidad de la interpretaci¨®n. Se queda corta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.