La espiral boliviana
Lo ef¨ªmero del ensayo democr¨¢tico boliviano estaba impl¨ªcito ya en las declaraciones hechas a este peri¨®dico en agosto pasado por los jefes de Estado saliente y entrante del pa¨ªs andino. Para el general Padilla, que traspasaba el poder a los civiles, estaba claro que ?los militares tutelar¨¢n el nuevo proceso?. David Padilla me dijo entonces que la elecci¨®n de Walter Guevara era ?un mal menor?. ?No es propiamente constitucional, pero est¨¢bamos en un callej¨®n sin salida.?El presidente Guevara ha sido desde su precaria designaci¨®n un pol¨ªtico de pies de barro, a pesar de que, a¨²n no hace tres meses, entendiera que ?la retirada de los militares a los cuarteles es real, honesta y no presupone tutela. Una tutela militar ser¨ªa inaceptable para m¨ª?. Guevara lleg¨® a la primera magistratura boliviana accidentalmente, porque los dos l¨ªderes hist¨®ricos y vencedores de las elecciones, Paz Estenssoro, del MNR, y Siles Zuazo, a su izquierda, no fueron capaces de ponerse de acuerdo para gobernar.
Guevara, un presidente interino cuyo mandato no iba m¨¢s all¨¢ de convocar nuevas elecciones en mayo pr¨®ximo, se ha encontrado adem¨¢s con la pesada herencia de una crisis econ¨®mica galopante. Desasistido por los grandes partidos, visto con recelo incluso por los sectores m¨¢s profesionales de las fuerzas armadas -un pol¨ªtico, al fin y al cabo, para unos hombres acostumbrados a mandar sin injerencias civiles- y con abierta hostilidad por el n¨²cleo castrense ultra agrupado en torno a Hugo Banzer, el presidente derrocado ni siquiera ha podido acabar su experimento para integrar a las deis grandes formaciones pol¨ªticas rivales, MNR y UDP, tan lastradas por el protagonismo de sus l¨ªderes como carentes de hombres de repuesto, en un Gobierno de consenso capaz de hacer salir a su pa¨ªs del c¨ªrculo vicioso del cuartelazo.
Los bolivianos eran esc¨¦pticos en agosto, mientras se efectuaba con retraso la ansiada transmisi¨®n del poder a los civiles, sobre las posibilidades de supervivencia de un sistema democr¨¢tico en su pa¨ªs. Se aferraban como garant¨ªa ¨²ltima de esta supervivencia a la buena voluntad demostrada durante su mandato por el sector militar, a cuyo frente estaba el, general David Padilla. El papel de Padilla, todav¨ªa jefe del Estado Mayor del Ej¨¦rcito, es una de las grandes inc¨®gnitas de la confusa situaci¨®n boliviana ?Oposici¨®n al golpe? ?Asentimiento impl¨ªcito?
La otra inc¨®gnita del nuevo cuartelazo es el papel del influyente grupo de militares j¨®venes agrupados en torno a Gary Prado, ex ministro del Plan, y Ra¨²l L¨®pez Leyton, ex ministro del Interior. Prado dijo en La Paz a este peri¨®dico que no volver¨ªa a haber un golpe en Bolivia, porque la oficialidad joven, nacionalista y reformista, no ten¨ªa nada que ver en sus planteamientos pol¨ªticos con el inveterado esquema golpista de las fuerzas armadas de su pa¨ªs.
Los acontecimientos de ayer, sin embargo, y la filiaci¨®n de sus protagonistas parecen sugerir que todav¨ªa hoy no es posible en el pa¨ªs andino cuestionar a fondo la figura del general B¨¢nzer, dictador desde 1970 a 1978, aglutinante desde su feudo de Santa Cruz de la m¨¢s recalcitrante derecha militar y econ¨®mica, y, seg¨²n los primeros indicios, coprotagonista en la sombra de este en¨¦simo golpe de Estado.
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