Las grandes potencias se disputan el continente helado
El continente ant¨¢rtico, con sus 14.000.000 de kil¨®metros cuadrados, veintiocho veces Espa?a, se convirti¨® ya en escenario vivo de la disputa mundial por el predominio y la explotaci¨®n de reservas estrat¨¦gicas del planeta en recursos energ¨¦ticos, met¨¢licos y de alimentos. Ya en la primera sesi¨®n de la 10.? Reuni¨®n del Tratado Ant¨¢rtico celebrada en Washington, se agudiz¨® la premura por la ?explotaci¨®n ahora mismo? de esos recursos, proclamada especialmente por Estados Unidos, Gran Breta?a y Noruega. Los indicios registrados en Washington no pudieron ser m¨¢s di¨¢fanos: en la delegaci¨®n del Departamento de Estado figuraron, sin tapujos, representantes de tres grandes compa?¨ªas multinacionales, Exxon, Gulf y Atlantic Richfield.
Para Estados mayores militares y econ¨®micos de las grandes potencias, la Ant¨¢rtida representa a la vez la mayor reserva mundial de ?espacio estrat¨¦gico?, incontaminaci¨®n de la naturaleza y agua dulce. Si la cuesti¨®n ecol¨®gica queda en entredicho por los planes de explotaci¨®n -argumento de los pa¨ªses que intentan demorar el ?saqueo?-, la ?cuesti¨®n militar? tiene gran importancia para te¨®ricos y estrategas de la guerra. El casquete helado austral se encuentra directamente al sur de los tres pasos interoce¨¢nicos entre el Atl¨¢ntico y el Pac¨ªfico: estrecho de Magallanes, canal de Beagle y pasaje de Drake.Si bien el Tratado Ant¨¢rtico congela expresamente las reclamaciones de soberan¨ªa hasta 1991 para los pa¨ªses contiguos a la Pen¨ªnsula Ant¨¢rtica (Argentina y Chile), la cuesti¨®n adquiere car¨¢cter espinoso, pues Noruega, Francia, Nueva Zelanda y Australia aceptan la tesis inglesa. No es mera casualidad que Londres se muestre reticente ante la reclamaci¨®n secular de Argentina por la devoluci¨®n del archipi¨¦lago de las Malvinas, ocupadas por la fuerza desde 1833. Las islas, junto con las Georgias y Sandwichs del Sur, son epicentro de ricas cuencas petrol¨ªferas, a la vez que un gigantesco portaaviones y base natural para el dominio de un espacio de 2,5 millones de kil¨®metros cuadrados y de las comunicaciones hacia la Ant¨¢rtida y los pasos interoce¨¢nicos.
Para Estados Unidos, l¨ªder en apariencia de los pa¨ªses ?no reclamantes? de soberan¨ªa en la regi¨®n, la Ant¨¢rtida ?es un sector no reclamado de 360 grados con centro en el Polo Sur? (reuni¨®n de 1977), o sea que sent¨® su propia jurisprudencia para operar y explotar en cualquier punto del continente glacial.
Si bien las reuniones del Tratado Ant¨¢rtico tienen car¨¢cter secreto, se supo de buena fuente que en el c¨®nclave de Washington las empresas petrol¨ªferas multinacionales pusieron sobre la mesa su ?decisi¨®n? de operar en el sexto continente. Como integrantes de la delegaci¨®n estadounidense, su propuesta de iniciar la explotaci¨®n de la zona parti¨® desde obvias posiciones de fuerza pol¨ªtica, financiera y tecnol¨®gica. Para los expertos, esta nueva modalidad diplom¨¢tica se inserta en el contexto de la pol¨ªtica exterior de la Casa Blanca en materia de abastecimiento de materias primas cr¨ªticas, como petr¨®leo y ciertos metales.
El titular de la delegaci¨®n argentina, Angel Olivieri, dej¨® entrever el car¨¢cter de esas negociaciones. ?Reci¨¦n estamos empezando?, declar¨®, ?a discutir algo serio y delicado, como es la exploraci¨®n y explotaci¨®n de minerales.? Tras se?alar que previamente deb¨ªa acordarse si ?tales actividades son aceptables o no?, afirm¨® que, en el primer caso, se tendr¨ªa que estudiar ?si un r¨¦gimen internacional puede ser negociado entre las partes consultivas?. El diplom¨¢tico aludi¨®, asimismo, a la falta de acuerdo sobre las reivindicaciones (obviamente territoriales) en la Ant¨¢rtida.
El petr¨®leo es, por supuesto, un mineral. De las declaraciones citadas ning¨²n analista tiene dificultad en deducir que, ante el empuje norteamericano y multinacional, algunos gobiernos aceptar¨ªan ?asociarse? o ?permitir? la aventura petrol¨ªfera a cambio de satisfacciones territoriales. Es conocido por los observadores el car¨¢cter explosivo que tiene el pol¨¦mico tema del petr¨®leo en Argentina, factor decisivo de numerosos golpes de Estado militares.
Uno de los portavoces de una corriente nacionalista cr¨ªtica, el general Jorge Leal, volvi¨® a la carga contra la penetraci¨®n multinacional en el sector ant¨¢rtico argentino. El general Leal, quien despu¨¦s de conquistar el polo Sur en 1965 pas¨® a la situaci¨®n sin mando del retiro, acus¨® a las empresas y pa¨ªses ?que extraen petr¨®leo en el ?rtico? de ser ?los beneficiados por la urgencia en explotar en la Ant¨¢rtida, pues el n¨²mero de competidores est¨¢ autom¨¢ticamente limitado desde la partida?. Dicha urgencia, especific¨® el militar, ?har¨¢ desaparecer la soberan¨ªa argentina en la zona? y a?adi¨® que ?los poderosos de la tierra est¨¢n empe?ados en una tremenda disputa por el dominio de las fuentes mundiales de energ¨ªa?.
Despu¨¦s de aludir al ?malintencionado inter¨¦s? de las compa?¨ªas multinacionales en diversos escritos y declaraciones, Leal postul¨® incluso que su pa¨ªs deb¨ªa contar con la URSS en su reivindicaci¨®n de una moratoria, de por lo menos diez a?os, en la explotaci¨®n ant¨¢rtica. ?Las verdaderas razones que motivan la posici¨®n sovi¨¦tica son seguramente distintas de las nuestras, pero esa postura coincide con nuestros intereses?, agreg¨®. Para algunos expertos, Mosc¨² no parece con tantas prisas por solucionar el problema de las reservas energ¨¦ticas y no le preocupa mayormente que se agudicen los problemas que en ese nivel padece Estados Unidos.
A la caza del tesoro
Los analistas no dejan de recordar un antecedente llamativo en el caso argentino, a prop¨®sito de su litigio con el Reino Unido por las islas Malvinas. En febrero de 1977, Londres propuso oficialmente a Buenos Aires un proyecto de ?cooperaci¨®n econ¨®mica en las Malvinas, en particular, y el Atl¨¢ntico suroccidental, en general?. La zona alberga dos de las mayores cuencas petrol¨ªferas submarinas del mundo, n¨®dulos met¨¢licos del lecho oce¨¢nico ricos en manganeso, cobalto, n¨ªquel y cobre, e incalculables recursos ict¨ªcolas y de algas.En reuniones off the record con corresponsales extranjeros, el presidente, general Jorge Videla, y el ministro de Econom¨ªa del Gobierno militar, Jos¨¦ Mart¨ªnez de Hoz, dijeron que tal ?cooperaci¨®n econ¨®mica? podr¨ªa consumarse antes de la recuperaci¨®n efectiva de las islas, por ser este un ?asunto m¨¢s complejo y delicado?. En columnas de la prensa adicta a esas autoridades, se deslizaron criterios afines, en el sentido de que la devoluci¨®n del archipi¨¦lago, ?tema urticante para el electorado ingl¨¦s?, puede evolucionar en ?veinte o treinta a?os, mientras el pa¨ªs se beneficia por la explotaci¨®n de riquezas?.
En la Ant¨¢rtida se han detectado por lo menos tres grandes cuencas petrol¨ªferas: la del mar de Weddell, la de las monta?as Trasant¨¢rticas y la del mar de Ross, las dos primeras ubicadas en la pen¨ªnsula, la zona m¨¢s conflictiva en reivindicaciones territoriales. El buque norteamericano Glomar Challenger inici¨® en 1970 perforaciones en la plataforma continental del mar de Ross, auspiciado por la National Science Foundation. Desde el Wall Street Journal hasta el ¨²ltimo peri¨®dico estadounidense se hicieron eco, entonces, de ?la riqueza petrol¨ªfera? del sexto continente, ?cuya extracci¨®n ofrece menos dificultades que Alaska?.
Las reservas del ¨¢rea de la base norteamericana McMurdo Sound -seg¨²n informes del United States Geological Survey- se estiman en 10.000 millones de metros c¨²bicos de petr¨®leo-gas. Para ge¨®logos argentinos, las reservas del mar de Weddell pueden alcanzar a 2 1.000 millones de metros c¨²bicos. Ya en el Congreso Mundial de Petr¨®leo de 1975 el t¨¦cnico sovi¨¦tico Evgeny Tolstikov, dijo que las reservas ant¨¢rticas de hidrocarburos abarcan un ¨¢rea de 2,2 millones de kil¨®metros cuadrados. En cuanto a los costos de explotaci¨®n en la regi¨®n, el cient¨ªfico estadounidense Neal Potter afirm¨® que pueden superar entre cinco y diez veces los de zonas templadas. El petr¨®leo del mar del Norte, cabe recordar, se comenz¨® a explotar cuando los precios internacionales hicieron factibles su rentabilidad.
Los recursos met¨¢licos m¨¢s significativos -seg¨²n el ge¨®logo argentino N¨¦stor Fourcade- son el hierro, cobre, plata, oro, molibdeno y manganeso, aunque otras fuentes estiman que tambi¨¦n existe uranio. La riqueza pesquera ant¨¢rtica es tal que, seg¨²n bi¨®logos, se pueden extraer cien millones de toneladas anuales de krill, peque?o crust¨¢ceo rico en proteinas, cifra que supera el total de la captura ict¨ªcola mundial. La Ant¨¢rtida parece estar llamada a ser un teatro conflictivo de primera l¨ªnea en el futuro inmediato.
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