Recital de Kremer y Bashkirova
Si en su actuaci¨®n con orquesta -Brahms, Tschaikowski- demostr¨® la categor¨ªa primer¨ªsima de su arte y su t¨¦cnica, en el terreno de la m¨²sica de c¨¢mara y en uni¨®n de Helena Bashkirova, consigui¨® una muy alta temperatura musical. La joven pianista (hija del tan conocido Dimitri Bashkirov), con la mayor naturalidad, desde tina modestia que parece casi de alunina aventajada, consigue resultados de primera figura.La uni¨®n de Kremer y Baslikirova en la cuarta sonata de Beethoven; en la Fantas¨ªa en do mayor, de Schubert; en la Sonata p¨®stuma, de Ravel, y en la transcripci¨®n de El buey sobre el tejado, realizada por el propio Milhaud, es algo admirable. Se unifica el pensamiento estil¨ªstico y se funde y compllementa el criterio t¨¦cnico, de modo que dos instrumentos tan contradictorios como el piano y el viol¨ªn. discurren suavemente por un solo cauce.
Ciclo m¨²sica c¨¢mara y polifon¨ªa
Recital de Gidon Kremer (viol¨ªn) y Helena Bashkirova (piano)._ 0bras de Beethoven, Schubert y Ravel.Teatro Real
Pr¨¢cticamente, la audici¨®n raveliana constitu¨ªa un casi estreno. Aun denominada p¨®stuma, por la fecha de su edici¨®n ( 1975), la sonata data de 1897, cuando elautor de La valse estudiaba con Faur¨¦, pero tambi¨¦n cuando ten¨ªa los o¨ªdos muy abiertos a Claudio Debussy. Estructurada en un solo movimiento, el genio raveliano no deja de estar presente a lo largo de la la p¨¢gina, bien por inclinarse hacia el impresionismo naciente, con su cortejo orientalista, bien por seguir las l¨ªneas de un gusto clasicista y romanticista, impostado en la mejor tradici¨®n del gusto franc¨¦s.
M¨²sica y folklore
Con El buey en el tejado (1919) dos matices expresivos alcanzan su cima: el cultivo de una m¨²sica de ,origen popular ciudadano, ligada al cabaret, y la asimilaci¨®n de lo folklorista-brasile?o entendido a trav¨¦s del impresionante vivir de R¨ªo de Janeiro, la ciudad del color, de la luz y del ritmo en la que lo urban¨ªstico y la naturaleza se abrazan y descienden de las alturas al mar. ?Tangos, machichas, sambas e incluso un fado portugu¨¦s ?, narra Milhaud, ?fueron recreados en una visi¨®n animada y en forma de rond¨®.? La transcripci¨®n para viol¨ªn y piano es magistral y la gracia y poes¨ªa -ese evocador poder melanc¨®lico de las m¨²sicas, cotidianas- decidieron la versi¨®n del d¨²o Kremer-Bashkirova.
Ante el ¨¦xito, los int¨¦rpretes sovi¨¦ticos tuvieron que a?adir varios encores: una melod¨ªa de Tschaikowski; una habanera de Sarasate, basada en un tema zarzuel¨ªstico de Caballero, y, en fin, un delicioso cuento para viol¨ªn y narrador (que fue, con mucha gracia, Helena Bashkirova): la historia del torito Ferdinando, texto de Mando Leaf, m¨²sica de Alan Ridout, que vino a coronar un triunfo grande, una tarde de gran m¨²sica envuelta, adem¨¢s, en un ambiente de m¨¢xima simpat¨ªa.
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