Primera visita de un ministro sovi¨¦tico de Asuntos Exteriores
Ma?ana lunes, por primera vez en las relaciones entre Espa?a y la URSS, viaja a Madrid un ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico. Andrei Gromiko llega cuando faltan pocos meses para que se cumplan los tres a?os desde el restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas, despu¨¦s de tina pausa de cuarenta a?os.
En las circunstancias actuales, la personalidad del ministro sovi¨¦tico tiene unas caracter¨ªsticas importantes. Los rumores, algunos confirmados como noticias, sobre las enfermedades de los dos m¨¢s destacados dirigentes del Kremin, Brejnev y Kossiguin, favorecen la personalidad de quien tiene: sobre sus espaldas la responsabilidad de las relaciones internacionales de una de las dos m¨¢ximas potencias mundiales.La coyuntura internacional pasa estas semanas por una de las ms delicadas situaciones de los ¨²ltimos a?os. Mientras el acuerdo SALT II siigue pendiente de aprobaci¨®n definitiva en Estados Unidos, la crisis de Ir¨¢n puede provocar un incendio dif¨ªcil de sofocar, y, asimismo, Europa vive a la espera de la resoluci¨®n que en el pr¨®ximo mes se tome por parte de la OTAN, en relaci¨®n con el incremento de armas nucleares para instalar en el continente, y en el aire queda la propuesta de Brejnev para reducir la tensi¨®n en Europa central.
Gromiko llega a Madrid ma?ana, y continuar¨¢ viaje a Bonn. Estas visitas dejan de ser protocolarias y se inscriben en una intenci¨®n decidida de los dirigentes sovi¨¦ticos por resolver en Europa los problemas que Europa plantea. El Gobierno espa?ol, que ha aceptado Madrid como sede para celebrar, el a?o pr¨®ximo, la Conferencia de Seguridad, continuaci¨®n de la de Helsinki, tiene que decidir su actuaci¨®n futura en las conversaciones que estos d¨ªas mantenga con el m¨¢ximo representante sovi¨¦tico.
El Gobierno Su¨¢rez debe saber ya, y buenos consejeros no le faltan para conocer el tema, que si en algo funcionan con seriedad los dirigentes del Kremlin es en pol¨ªtica exterior. Tanto el palacio de Santa Cruz como la Moncloa deben observar atentos las precisiones de uno de los pol¨ªticos m¨¢s inteligentes de nuestra ¨¦poca.
El ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico va a llegar a Madrid a hablar y a escuchar. Le han invitado y viaja. Lleva la noble misi¨®n de invitar al Rey de Espa?a a visitar la URSS. En su equipaje diplom¨¢tico, los dem¨¢s temas ya se conocen. La URSS est¨¢ por poner fin a la carrera armamentista y desea que pronto sean una realidad los acuerdos de Viena entre sovi¨¦ticos y norteamericanos para la limitaci¨®n de armas estrat¨¦gicas; se pronuncia a cada momento por mantener el acta final de Helsinki en su conjunto y le molesta que otros pa¨ªses s¨®lo vean en ese pacto el problema de los derechos humanos, que, seg¨²n Mosc¨², todos los pa¨ªses tienen, y Madrid sabe de sobra lo que opina el Kremlin sobre la entrada de Espa?a en la OTAN.
Si el mi¨¦rcoles pr¨®ximo, final de la visita de Gromiko a nuestro pa¨ªs, se firma un comunicado conjunto, volver¨¢n a aparecer los temas de la distensi¨®n, que peligra; el incremento de los preparativos militares, por parte del Pacto Atl¨¢ntico, y la posibilidad de que no cese la producci¨®n de armas nucleares. No estar¨¢n ausentes las referencias a los problemas de Oriente Pr¨®ximo, el apartheid africano, la desestabilizaci¨®n de Am¨¦rica Latina y la condena al hegemonismo, venga de donde venga. Madrid debe se?alar asimismo la condena sobre el terrorismo -donde peri¨®dicamente se implica a la URSS-, procurar que se asegure una cierta dignidad para la Conferencia del ano pr¨®ximo en Madrid y saber, al m¨¢s alto nivel, cu¨¢les son las intenciones de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en tomo a las islas Canarias y Guinea Ecuatorial.
Si de algo m¨¢s debe valer este viaje del pol¨ªtico sovi¨¦tico, debe ser para mentalizar a algunos espa?oles de que nuestro pa¨ªs necesita mantener y asegurar las relaciones con una de las dos potencias mundiales. Durante muchos a?os, el peligro comunista ten¨ªa en nuestro pa¨ªs referencias concretas: Mosc¨², la URSS, el Kremlin, los rojos. Todo era malo y perverso. De esa circunstancia se han aprovechado otros pa¨ªses, los buenos, mucho m¨¢s distantes en kil¨®metros y afectos. Es curioso observar c¨®mo el pueblo sovi¨¦tico reacciona de forma totalmente distinta a la mayor¨ªa de los espa?oles. Todo lo espa?ol tiene en estas rep¨²blicas socialistas un cierto carisma.
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