Reaparici¨®n de La Chana
La Chana tiene algo de piedra sagrada. Cuando baila le tiemblan las mejillas y le tiemblan los labios. Reaparece en Madrid, en Xen¨®n-Disco, tras tres a?os de ausencia. Por tres ¨²nicas noches. Es una bailaora extra?a: siempre al borde de echarlo a perder todo para, al final, ganarlo con m¨¢s luz. Despega ahora sus brazos del vestido gris¨¢ceo, retrocede taconenando, levanta levemente el vestido. contagia su temblor a los flecos rebeldes de un pa?uelo rosado y ajusticia el furor de los remates con delicada limpidez. Ya ha creado el hechizo. Con asombrosa econom¨ªa de medios y sin cantar victoria. ?Sobria ebriedad del genio! Dispuesta, pese a todo, a perderse o perdernos en un fragmento de acechante error. Pero no hay tal error. Hay un tacto de piedra sagrada.Se desliza La Chana por el escenario al ritmo de un galope ¨ªntimo. Y frecuenta los ¨¢ngulos, los l¨ªmites, los precipicios. De opacidad y peso extrae transparencia y se?as fr¨¢giles. Pasa de ser la sombra de la muerte -blanco traje de cola, pa?uelo negro-, toda solemne y tr¨¢gica, a ser bautismo y vendaval sonoros. Mientras tanto se ha dado en muecas mil just¨ªsimas-, le dio la espalda al p¨²blico con gracia, brazos en cruz, caricias a pardales y escorpiones, y ese asomarse funeral a un pozo imaginario o m¨¢s real que el mismo fuego. Tiene los ojos tristes y llorosos. Y mira de perfil. O con la boca. Una boca que empieza ya a borrarse, para ser arco iris, cuando La Chana se convierte ahora, entre bravos y aplausos, en rejigata ¨¢lfica soplada por un viento sigiloso de pureza y pasi¨®n.
Puede tambi¨¦n ser p¨ªcara, limitar lo pat¨¦tico con un zapateado de hermoso espantap¨¢jaros que se dirige al p¨²blico como el torero al toro: ??Eeeh!? En cada movimiento resucita. Jadea, escarba y nos conmueve como una Dolorosa pagana entre claros acordes de guitarra.
Sus compa?eros son perfectos. La Chana no lo ignora, pese a su rotaci¨®n incesante. Ella y ellos reciben ovaciones que duran hasta cinco minutos: ?No s¨¦ expresar lo que siento en estos momentos. Me falta vocabulario. S¨®lo s¨¦ que he recibido estos aplausos con mucho amor. En nombre de mis compa?eros y en el m¨ªo propio, les doy las gracias.? Y, generosa, sigue. Improvisando al lado de Juan Cantero, echando chispas por su p¨¦trea angustia, lanzando besos con sus tristes ojos.
Babelia
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