Fijaci¨®n abortista
Es posible, se?or director, que con la poderosa ayuda de su peri¨®dico, los fervientes partidarios del aborto logren ganarnos esta batalla a quienes sincera y humildemente, pero con toda firmeza, mantenemos que la supresi¨®n de la vida al no nacido es algo intr¨ªnsecamente da?ino para este cuerpo vivo del que todos formamos parte.No obstante, mientras que la pelota est¨¦ en el tejado, le va a ser necesario agudizar el ingenio para ofrecernos argumentos m¨¢s s¨®lidos cada vez que se decida a echar su cuarto a espadas en favor de la opci¨®n filoabortista. Las ¨²ltimas razones ofrecidas el s¨¢bado 1 de diciembre se me antojan superficiales o tendenciosas, y como ni lo uno ni lo otro es cosa digna de su peri¨®dico, perm¨ªtame que me explique por si mi consideraci¨®n le es de utilidad.
Llamo fr¨ªvola superficialidad al repetido planteamiento (editoriales de 26-X y de 1-XII) que postula una despenalizaci¨®n jur¨ªdica para el aborto sin entrar en juicios de moralidad. Estos juicios -seg¨²n EL PAIS- deber¨ªan abandonarse exclusivamente al fuero interno de la conciencia individual.
Es tan obvia la distinci¨®n metaf¨ªsica y jur¨ªdica entre uno y otro concepto como la conveniencia de que en la pr¨¢ctica no est¨¦n desvinculados. No parece que sea capricho adscribir una pena a lo que la sociedad considera delictuoso, porque ni las penas se reparten por loter¨ªa entre actos buenos y malos. ni hay sociedad civil organizada que prescinda de un c¨®digo penal.
?Por qu¨¦ persigue la justicia al asesino, al defraudador de impuestos y al atracador para imponerles una pena seg¨²n las leyes? Si basta con el juicio moral negativo para con las acciones de tales sujetos, ?qu¨¦ necesidad tenemos de polic¨ªas, jueces y presidios?
La aleccionadora conducta de la sociedad, en cambio, se?or director, manifiesta que mientras ella, en su sensatez y cordura, ha sido capaz de distinguir entre el bien y el mal, no se ha sentido segura con la simple ?condena moral que incumbe a la conciencia de cada cual? -seg¨²n pide EL PAIS para el aborto-, sino que ha unido a la condena de lo que la violenta una pena imponible coercitivamente. Porque ni al asesino, ni al defraudador, ni al que atraca, le basta el juicio negativo de la conciencia de cada cual para dejar de matar, burlar al fisco o apropiarse de lo ajeno. Y como la sociedad necesita defenderse de lo que la destruye y desintegra, necesita seguir penando el delito para evitar su propia descomposici¨®n.
Llamo tendencioso inter¨¦s el acudir al ?espacio jur¨ªdico com¨²n? con Europa, aprovechando la decisi¨®n francesa de hacer definitiva la IVG, por la sencilla raz¨®n de que ese marco jur¨ªdico com¨²n est¨¢ bien lejos de ser una realidad deseada por los que ya integran ese Mercado Com¨²n del que pretendemos formar parte. Baste recordar la trayectoria, cuando menos sospechosa de insolidaridad, por parte de Inglaterra en el proyecto de la Comunidad Europea del Carb¨®n y del Acero (CECA), o por parte de Francia en el de la Comunidad Europea de Defensa (CED).
Puestos a ser parciales citando ?autoridades europeas?, podr¨ªa haberse referido a la recent¨ªsima condena que el Consejo de Europa dedica al aborto en su resoluci¨®n 4.376, el pasado octubre.
Este Consejo de Europa, como, usted sabe, lo integran veinti¨²n pa¨ªses -es decir, mucho m¨¢s ?Europa? que los solos nueve de la CEE- y tiene intereses menos mercantilistas. En cambio, ya ve, se?or director, la admirada y querida Francia -una vez m¨¢s insolidar¨ªa- ha hecho desfilar la resoluci¨®n del Consejo de Europa bajo su maravilloso Arc du Triomphe. ?Menudo paradigma!
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