?Crisis econ¨®mica o crisis ecol¨®gica?
Pudiera ser que esto del agotamiento de los recursos fuera como el cuento del lobo. Desde Malthus cada vez que se ha producido una crisis econ¨®mica siempre ha surgido alguna voz recordando que la Tierra es finita y que el crecimiento de la poblaci¨®n podr¨ªa llevarnos a una situaci¨®n en que la presi¨®n sobre los recursos se hiciera insostenible. Ciertamente esta ha sido una l¨ªnea de pensamiento minoritaria en los ¨²ltimos 150 a?os. A quienes as¨ª pensaban se les arrincon¨® con dos tipos de argumentos: emp¨ªricos y te¨®ricos. Por una parte, la fuerza de los hechos: el crecimiento continuaba pese a que las profec¨ªas se?alaban que, en alg¨²n momento, empezar¨ªa a detenerse. Y los argumentos te¨®ricos se basaban en la sustituibilidad: cuando algo empezara a agotarse ser¨ªa sustituido por otro recurso, o por trabajo, o por capital. No hab¨ªa por qu¨¦ preocuparse: en un contexto din¨¢mico, la tecnolog¨ªa vendr¨ªa a echar por tierra la ley de los rendimientos decrecientes.Pero pudiera ser que el lobo, que nunca lleg¨®, estuviera en verdad acerc¨¢ndose. Y habr¨ªa que pensar as¨ª tanto porque los hechos ahora empiezan a dar la raz¨®n a los ecologistas como porque los argumentos te¨®ricos est¨¢n resquebraj¨¢ndose. Y, lo que es m¨¢s importante, si adoptamos una perspectiva ecol¨®gica empezamos a entender mejor qu¨¦ es lo que est¨¢ sucediendo en el mundo que si continuamos empe?¨¢ndonos en no incluir esta perspectiva en el an¨¢lisis de la crisis actual.
Empecemos por el petr¨®leo. Mucha gente empieza a pensar que el petr¨®leo es un recurso escaso. Sin embargo, no es esta la idea central en el an¨¢lisis de la crisis que est¨¢n haciendo la mayor¨ªa de los economistas. Se admite que los precios suben, pero la escasez se achaca a la OPEP. El art¨ªculo que en su d¨ªa public¨® Milton Friedman contin¨²a siendo paradigm¨¢tico. El costo de producci¨®n de un barril de petr¨®leo en el golfo P¨¦rsico -dec¨ªa el prestigioso economista- es alrededor de diez centavos de d¨®lar el barril. En cualquier caso, el costo marginal en el mercado est¨¢ muy lejos de los alrededor de once d¨®lares el barril que la OPEP acord¨® en su famosa reuni¨®n de diciembre de 1973. No hay, pues, que ponerse nerviosos. No hay escasez. Aqu¨ª lo que hay es un precio mal fijado. La OPEP acabar¨¢ saltando por los aires. Ser¨¢n los propios pa¨ªses productores -acababa Friedman- los que competir¨¢n entre ellos para incrementar la producci¨®n y los precios se derrumbar¨¢n.
Hoy, cuatro a?os despu¨¦s, podemos decir que Friedman acert¨® en algo: la OPEP est¨¢ saltando por los aires. Pero justamente por las razones opuestas. La OPEP ya es incapaz de actuar como elemento moderador del mercado. Canad¨¢ y M¨¦xico -que no son miembros de la OPEP- fueron los primeros en superar este a?o el precio m¨ªnimo de dieciocho d¨®lares el barril fijado por la OPEP en junio. En contra de la mitolog¨ªa vigente, los que llevan el turbante son los que est¨¢n vendiendo el oro negro m¨¢s barato.
Recursos naturales limitados
Veamos qu¨¦ est¨¢ sucediendo con el mar. Desde 1950 hasta 1970 las capturas de pescado se triplican. Pr¨¢cticamente, no pasar¨¢ un a?o en que la producci¨®n no sea superior a la del a?o anterior. Y, sin embargo, desde 1970 las capturas, pr¨¢cticamente, dejan de aumentar. Pero la poblaci¨®n del mundo, no. Desgraciadamente, cada vez tocamos a menos rodaballos per c¨¢pita ?Cu¨¢l ha sido la respuesta del sistema? Las doscientas millas. Para los que visitan las parrillas de Guetaria esto es un problema, pero para nuestros compatriotas gallegos ha sido una tragedia. Y, sin embargo, desde la perspectiva ecol¨®gica, era de esperar, y las doscientas millas evitan tragedias peores.
Porque resulta que el problema no es s¨®lo el petr¨®leo. Es curioso que, justamente cuando se podr¨ªa haber planteado como alternativa, se haya producido la crisis de la energ¨ªa nuclear. Si se constru¨ªan centrales nucleares cuando el petr¨®leo estaba por debajo de los dos d¨®lares el barril, con mayor raz¨®n ser¨ªan rentables cuando el petr¨®leo vale diez, veinte, treinta y hasta cuarenta d¨®lares el barril. Esta fue la reacci¨®n que se produjo al d¨ªa siguiente de la subida de los precios del petr¨®leo. Todos los pa¨ªses relanzaron sus previsiones de programas nucleares, pero, pasada la borrachera, se pusieron a hacer cuentas y la energ¨ªa nuclear result¨® ser un mal negocio. Desde el a?o 1977 pr¨¢cticamente no hay una empresa el¨¦ctrica en Estados Unidos que programe la construcci¨®n de un nuevo reactor. Y otro tanto sucede en Alemania. Las causas de la paralizaci¨®n de los programas nucleares son muy numerosas (escalada de los costos de capital. alargamiento de los plazos de construcci¨®n, capacidad de utilizaci¨®n por debajo de la prevista, falta de soluciones para la colocaci¨®n de los residuos, reparaciones. vida media de los reactores, etc¨¦tera), y tienen que ver muy poco con las manifestaciones antinucleares. Pero entre todas las razones me interesa destacar aqu¨ª el problema de disponibilidades de un recurso no renovable: el uranio.
Como hemos dicho, hasta ahora se les hab¨ªa tapado la boca a los ecologistas con el argumento de la sustituci¨®n. Los precios subir¨¢n -se dec¨ªa-, pero la sustituci¨®n, aliada con la tecnolog¨ªa, resolver¨¢ los problemas. Pues bien, los precios subieron y la sustituibilidad no result¨® ser tan sencilla. La premisa impl¨ªcita era que se pod¨ªa sustituir lo que se agota por lo que no se agota-, pero ?d¨®nde est¨¢ lo que no se agota? El petr¨®leo, al ritmo de consumo actual, se agota en treinta a?os. Pero resulta que el uranio se agotarla a los cuatro o cinco a?os de la puesta en marcha de un programa mundial acelerado de energ¨ªa nuclear; y gracias a la paralizaci¨®n de los programas nucleares se agotar¨¢ tan solo en unos quincej veinte a?os.
Se disparan los precios
En realidad es incorrecto decir que un recurso se agota. Algo que deben aprender los ecologistas es que aqu¨ª, en Estados Unidos o en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, nada se agota. Simplemente, aumenta su precio. Y as¨ª, en el plazo de tres a?os, el precio del uranio aument¨® un 800%. Y, por las mismas razones, si uno examina con cuidado cu¨¢l es la salida que se est¨¢ encontrando a la crisis del petr¨®leo, podr¨¢ comprobar que el carb¨®n constituye el grueso de la soluci¨®n. El carb¨®n, con unas perspectivas de agotamiento entre seiscientos a mil a?os.
La lecci¨®n m¨¢s importante a extraer del fracaso de la energ¨ªa nuclear es la de que nos advierte frente a la confianza absoluta en la sustituci¨®n. Nos recuerda qu¨¦ la sustituci¨®n no es un problema tecnol¨®gico, sino econ¨®mico. Desde un punto de vista tecnol¨®gico, la sustituci¨®n del petr¨®leo por la energ¨ªa nuclear funciona. Los reactores nucleares producen energ¨ªa el¨¦ctrica. Pero desde un punto de vista econ¨®mico no sirve.
Si se adopta la perspectiva ecol¨®gica desaparece la perplej¨ªdad ante muchos de los fen¨®menos actuales. As¨ª sucede, por ejemplo, con la llamada stagflalion. Se repite hasta la saciedad que la inflaci¨®n frena el crecimiento, y es verdad Pero es que, justamente. esa es su misi¨®n. Si la ¨²ltima causa de la inflaci¨®n es la creciente escasez de recursos, disminuyendo el crecimiento las cosas se facilitan. Disminuyendo el crecimiento, de alguna forma, alejamos en el tiempo la fecha del colapso. Damos la oportunidad para que se desarrollen pol¨ªticas de conservaci¨®n, a que la producci¨®n se vaya estableciendo sobre la base de recursos renovables, a que se desacelere la tasa de explotaci¨®n de los recursos Finitos, a que disminuya el crecimiento de la poblaci¨®n, en definitiva, a que el sistema se ajuste. Un ajuste traum¨¢tico porque una inadecuada percepci¨®n de la crisis aconsej¨® pol¨ªticas err¨®neas (y esta ser¨ªa la ¨²nica semejanza de la actual crisis con la que se produjo en 1929). Un ajuste brutal, pero un ajuste al fin y al cabo.
6.300 millones de personas
Y eso que todav¨ªa somos s¨®lo 4.300 millones de habitantes. De aqu¨ª a fin de siglo vendr¨¢n a acompa?arnos 2.000 millones de seres m¨¢s, esto es, lo que era la poblaci¨®n junta en todos los pa¨ªses del mundo cuando Franco se levant¨® contra la Rep¨²blica. Con lo cual vamos a ser 6.300 millones de personas sobre la misma Tierra.
Llegados a este punto, uno tendr¨ªa la tentaci¨®n de extremar y decir que nada del pensamiento econ¨®mico vigente es ¨²til que nada nos vale ni de Keynes ni de los monetaristas. Juanita Kreps acaba de decir al cesar como ministra de Comercio en Estados Unidos: ?No voy a volvera mi c¨¢tedra porque no sabr¨ªa qu¨¦ ense?ar. Creo que todo lo que he estado ense?ando en los ¨²ltimos veinte a?os no sirve para nada.? Creo, sin embargo, que se podr¨ªa decir algo m¨¢s matizado: que no puede entenderse nada de lo que est¨¢ sucediendo si no se adopta la perspectiva ecol¨®gica. Pero no hay que tirar a la basura ninguna idea. No podemos desperdiciar ni las ideas. Habr¨¢ que reciclarlas, reconvertirlas, o como quiera llamarse. Si es verdad que viene el lobo, aqu¨ª nadie tira ya nada. Durante a?os se nos ha dicho que tengamos cuidado, no fuera a ser que, al tirar el agua del ba?o, se nos fuera con ella el ni?o. Desde una perspectiva ecol¨®gica habr¨ªa que decir al rev¨¦s: ?Usted puede tirar al ni?o, pero ?ojo con tirar el agua sucia! ?
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