El Zaragoza aprovech¨® el desorden rayista
El Rayo se meti¨® en zona conflictiva, en justo castigo al desacertado planteamiento de H¨¦ctor N¨²?ez. Simplemente con leer en el apartado correspondiente la alineaci¨®n rayista queda explicada su derrota. H¨¦ctor se equivoc¨® esta vez y pr¨¢cticamente regal¨® el centro del campo a su rival, con una l¨ªnea in¨²til formada por un lento Custodio y dos defensas, Nieto y Rocamora. El Zaragoza, con un esquema m¨¢s inteligente, aprovech¨® su ocasi¨®n en el penalti Y se llev¨® los dos puntos sin necesi¨¢ad de grandes alardes. Morena, desasistido, no marc¨® el domingo. Cada vez que se necesita enjuiciar un choque en Vallecas hay que colocar como primera premisa el mal¨ªsimo estado del c¨¦sped. Ya es sabido que resulta casi imposible controlar un bal¨®n en condiciones, rasearlo o intentar cualquier floritura. El jugador debe estar pendiente de superar a su rival, primero, y luego de salvar el escollo de cualquier bache, hoyo o similar que pueda descomponer su figura hasta el rid¨ªculo, o simplemente hacerle perder el bal¨®n.Lo que no puede disimularse es el desconcierto t¨¢ctico rayista. H¨¦ctor N¨²?ez, excelente t¨¦cnico, se pas¨® buena parte de la primera vuelta intentando buscar f¨®rmulas viables para que la clase de Fernando Morena no se perdiera en la soledad. Y hasta cierto punto se hab¨ªa hallado esa soluci¨®n con una l¨ªnea media en la que Marian y Robles sub¨ªan balones de cuando en cuando, Clares apoyaba lo suyo al astro uruguayo y Alvarito, pese a su irregularidad, manten¨ªa pegado a ¨¦l a un defensor rival.
As¨ª ocurri¨® loque se intu¨ªa. Que el Zaragoza se adue?¨® pronto de la parcela central, una vez superados los voluntariosos achuchones rayistas. La media zaragocista destru¨ªa, pero no olvidaba que tambi¨¦n deb¨ªa construir y apoyar la peligrosidad de Alonso y Valdano. G¨¹erri se peg¨® a Custodio y le super¨® por regla general; Barrachina cerr¨® el paso a un desconcertado Rocamora que perdi¨® toda su efectividad como lateral al verse en la media, y Nieto jam¨¢s pudo con V¨ªctor. Este, pese al fr¨ªo, se march¨® caliente. Su marcador le arras¨® los tobillos. Y mientras, Amorrortu -vaya ojo que tuvieron los t¨¦cnicos del Athl¨¦tic de Bilbao al dejar escapar a este jugador- contribu¨ªa de forma eficaz al dominio t¨¦cnico ma?o, canalizando desde la media punta los balones para el ataque.
A todo esto, era de esperar que Fernando Morena se desesperara adelante, sometido al pesado marcaje de Camus. M¨¢xime teniendo en cuenta tambi¨¦n que ni Salazar ni Rial se mostraron acertados, pese a la voluntad de ambos. Las ocasiones locales, casi todas en la primera parte, fueron casi ficticias y desde luego, jam¨¢s producto de acciones hilvanadas. Como aqu¨¦llas en las que el bal¨®n peg¨® en el travesa?o, las tres veces a causa de centros bombeados o rebotes defensivos. Por contra, Alonso tuvo la m¨¢s clara oportunidad tras excepcional jugada de Amorrortu, pero su mortal disparo lo rechaz¨® Mora.
No vari¨® nada la t¨®nica del choque tras el descanso, salvo que el Rayo ya ni siquiera se ve¨ªa capaz de forzar a la zaga mana. Morena lo intent¨® en una espectacular correr¨ªa, que no pudo finalizar por falta de aliento, y el Zaragoza, sin alardes pero con mayor claridad de ideas y t¨¦cnica, provoc¨® el penalti tontorr¨®n de Anero a Amorrortu. Luego Clares -que sali¨® para remediar lo irremediable- perdi¨® su ocasi¨®n, y Morena la suya, en un desesperado zurdazo final. Villanova, t¨¦cnico aragon¨¦s, definir¨ªa bien lo que fue el partido: ? Es muy f¨¢cil?, dijo, ?marcar a un solo hombre, aunque ¨¦ste se llame Morena.?
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