Los jugadores del Atl¨¦tico renunciaron a 175.000 pesetas de prima
La prima para los jugadores del Atl¨¦tico de Madrid por ganar en El Molin¨®n estaba estipulada en 175.000 pesetas. De principio a fin renunciaron a este premio extraordinario porquejugaron ¨²nica y exclusivamente a no encajar ning¨²n gol. El bagaje ofensivo del Atl¨¦tico se cifr¨® en un disparo directo de falta, obligado, dada la posici¨®n, que lanz¨® Marcial muy desviado. No hubo m¨¢s. El Sp¨®rting no acert¨® a salvar esta ultradefensiva y fue a menos seg¨²n transcurr¨ªan los minutos.El saque inicial correspondi¨® al Sp¨®rting. Pronto perdi¨® el bal¨®n y pas¨® a controlarlo el Atl¨¦tico. Pasaron entonces 55 segundos hasta que cruz¨® la l¨ªnea central del campo. Fue una primera demostraci¨®n de que el Atl¨¦tico lleg¨® a Gij¨®n sin intenci¨®n de practicar el juego del f¨²tbol. Despu¨¦s vinieron las picard¨ªas de Pereira y Navarro para perder el mayor tiempo posible en los saques de puerta, lo que oblig¨® al ¨¢rbitro a advertir al capit¨¢n atl¨¦tico.
La precauci¨®n defensiva de Luis en El Molin¨®n no obedeci¨®, como se pudo pensar en los primeros minutos, a parar una salida en tromba del conjunto local. Fue una t¨¢ctica concebida para todo el encuentro mientras el marcador se?alase el empate a cero. De esta manera los jugadores madrile?os renunciaron en todo momento a la elevada prima que ten¨ªan en caso de victoria. El Atl¨¦tico comenz¨® con cinco defensas -si se incluye a Quique, que como tal jug¨® los ¨²ltimos partidos-; tres centrocampistas, dos medias puntas y un punta -Rubio- y acab¨® con los cinco defensas, cuatro centrocampistas y un media, punta.
El orden defensivo fue la ¨²nica virtud atl¨¦tica. No hubo errores si se descarta uno m¨²ltiple a la salida de un c¨®rner, que dej¨® el bal¨®n a cent¨ªmetros del pie de Quin? ante la boca del gol. Pero la impresi¨®n que dio el conjunto visitante fue penosa, al renunciar a lanzar a sus peones al campo contrario. Dirceu fue esta vez, m¨¢s que un lanzador, un jugador de lujo encargado de entretener el bal¨®n en el c¨ªrculo central. Y en las postrimer¨ªas del partido, Marcial protagoniz¨® una acci¨®n que caricaturiz¨® eljuego de su equipo: escap¨® desde siu campo con gran ventaja sobre Doria, y cuando se encontraba cerca del ¨¢rea, adelant¨® el bal¨®n y renunci¨® a seguir tras ¨¦l ante la sorpresa del mismo Doria. El Atl¨¦tico dio pena en El Molin¨®n. Un solo disparo a puerta en noventa minutos descalifica a cualquier equipo, y ni siquiera aprovech¨® una cesi¨®n equivocada de Doria, que dej¨® a Quique en solitario con el bal¨®n; el centro de ¨¦ste, desde la l¨ªnea de fondo, fue a parar a la parte superior del larguero en vez de a la cabeza de alg¨²n compa?ero.
Si Castrer no tuvo trabajo, Nava rro tampoco estuvo sobrado del mismo, pese a estar su equipo dominado todo el tiempo, sencillamente porque no le dispararon. Las jugadas que transcurrieron por las bandas nunca llegaron a su ¨¢rea por los afanes individualistas de Ferrero y Ur¨ªa, que fue el aut¨¦ntico extremo del Sp¨®rting, ya que Aguilar se eclips¨®, tal y como sol¨ªa hacer en el Madrid. Sin embargo, s¨ª tuvo oportunidad de demostrar sus galas rematadoras con un disparo al larguero apenas iniciada la segunda parte y, a rengl¨®n seguido, cQn un precioso remate en plancha que sali¨® alto por muy poco. Estas acciones, junto con una posterior de Quin?, que tambi¨¦n acab¨® en el iarguero, fueron las ¨²nicas que constituyeron una amenaza para la t¨¢ctica atl¨¦tica.
El Sp¨®rting tuvo una salida fuerte y provoc¨® cinco c¨®rners en los siete primeros minutos. Luego su juego se diluy¨®, fue cada vez m¨¢s d¨¦bil y acab¨® ofreciendo grandes fisuras, que no fueron aprovechadas por su rival en busca de un contraataque afortunado. Mesa y Ferrero fueron, en principio, los canalizadores del juego local. La libertad de movimientos que ten¨ªan pronto fue frenada y, consecuentemente, lo ¨²nico de espect¨¢culo que se ve¨ªa acab¨®.
No fue en esta op ortunidad el Sp¨®rting de las grandes ocasiones. Y es que si no marca Quini, el conjunto no funciona. El delantero estuvo bien marcado por Arteche y por el dominio intenso de su equipo tuvo que estar siempre en el ¨¢rea en busca de ese bal¨®n alto o del que llegaba a trav¨¦s de una mara?a de piernas, lo que fue en detrimento de que tuviera un mayor campo de acci¨®n, que es cuando desarrolla su mayor efectividad.
Centro del campo sportinguista puede decirse que apenas existi¨®, ya que las jugadas nacieron forzosamente desde el medio campo atl¨¦tico. De esta manera, apenas hubo huecos libres para que eljuego local adquiriera profundidad y las intentonas de Jim¨¦nez buscando la vertical hacia la puerta atl¨¦tica resultaron siempre infructuosas ante el acumulamiento de hombres en una sola parcela del campo.
El Atl¨¦tico logr¨®un resultado positivo y su s¨¦ptimo punto en las salidas de esta temporada, pero no consigue ganara domicilio desde el primer partido de Liga, y para ello fue necesario que fuera perdiendo por dos goles. Lograr un punto le es tan necesario al equipo madrile?o que sacrifica juego, jugadores j¨®venes e incluso prima sustanciosa en pos de un resultado.
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