La autonom¨ªa, un tema m¨¢s de las coplas de C¨¢diz
ENVIADO ESPECIAL, Al ritmo de tanguillos, popurr¨ªs y cupl¨¦s; a golpes de martillos sonoros de doble registro, ba?ados en confetti, serpentinas y papelillos de colores, y en un estado permanente de ligera evitaci¨®n, que propicia los finos de la tierra al aliarse con un insomnio que crece con los d¨ªas, los gaditanos viven desde el lunes de la pasada semana una fiesta que no finalizar¨¢ hasta el domingo pr¨®ximo. El carnaval de C¨¢diz vuelve por sus fueros, tras desprenderse de los a?adidos que desvirtuaron a?os atr¨¢s su genuino sabor popular. Ha bastado para ello reponerlos en su tiempo, el mes de febrero, despu¨¦s de varios a?os de prohibici¨®n y otros cuantos de destierro en el mes de mayo, bajo la denominaci¨®n de fiestas t¨ªpicas gaditanas.
La memoria colectiva Je lo que fueron los carnavales desde el siglo pasado hasta el Final de la Rep¨²blica y una buena labor del actual Ayuntamiento han hecho lo dem¨¢s. No es de extra?ar, trat¨¢ndose de una poblaci¨®n de tradici¨®n liberal-republicana, que entre los cambios introducidos figure la sustituci¨®n de la ?reina? del carnaval por una diosa pagana.Este a?o el carnaval coincide con la campa?a del refer¨¦ndum sobre la autonom¨ªa de Andaluc¨ªa, por lo que se puede hablar de carnaval preauton¨®mico. Los andaluces cuentan con tener para el pr¨®ximo a?o su Estatuto, venga por la v¨ªa que venga, pero no ser¨ªa justo definirlo como un carnaval eminentemente proauton¨®mico, porque s¨®lo est¨¢ si¨¦ndolo discretamente, y en gran parte debido a que el Ayuntamiento de C¨¢diz instituy¨® un premio para la mejor letra sobre el tema de la autonom¨ªa andaluza.
Encontrarse el s¨¢bado pasado en la gran mascarada a Alejandro Rojas Marcos, secretario general del PSA, disfrazado de demonio verde blandiendo un tridente verdiblanco en las callejuelas de los barrios de Santa Mar¨ªa o de la Vi?a podr¨ªa inducir al error de pensar que el pol¨ªtico andalucista estaba haciendo campa?a para el art¨ªculo 151, cuando en realidad estaba en la misma onda de los miles de gaditanos que esa noche se hab¨ªan echado a la calle ataviados con las indumentarias m¨¢s dispares para pas¨¢rselo como enanos.
La piel de demonio que se puso encima permiti¨® al se?or Rojas Marcos pasar de inc¨®gnito ante la abundancia de ayatollas Jomeini que circulaban esa noche, y le liber¨® del preceptivo rendez-vous a que obligan las relaciones amistosas.
Como contrapunto a tanto ayatollah, un sha ligeramente abatido por el peso de las condecoraciones y de los d¨®lares paseaba su arrogancia entre una nutrida concurrencia de guardaespaldas que exhib¨ªan las armas m¨¢s sofisticadas, para asombro, entre otros, de una tribu de negros centroafricanos sobre los que practicaba una evangelizaci¨®n peripat¨¦tica un misionero comboniano, mientras a la misma hora Alfonso Guerra, el genuino, disfrazado de s¨ª mismo, repart¨ªa propaganda en favor del s¨ª en el refer¨¦ndum.
Es verdad que circulaba mucho enmascarado con un s¨ª pintado en cualquier lugar de su geograf¨ªa corporal; que, como una aparici¨®n, vagaba por las callejuelas un ser disfrazado de art¨ªculo 151 atropellado, envuelto de los pies a la cabeza en una gasa ensangrentada; que Fernando Qui?ones, en el preg¨®n del carnaval, se disfraz¨® de senador romano para, a la vez que invitaba a la fiesta, pedir el s¨ª en el refer¨¦ndum; que Rafael Escuredo fue homenajeado por las penas en la noche del domingo y que ayer, lunes, se celebr¨® con ¨¦xito una fiesta auton¨®mica que, m¨¢s que enmarcarla en el carnaval, habr¨ªa que considerarla un ap¨¦ndice del mismo.
Pero la autonom¨ªa no ha pasado de ser un tema m¨¢s entre los muchos que son recogidos en los tanguillos, popurr¨ªs y cupl¨¦s, composiciones de una m¨¦trica lo suficientemente licenciosa como para dar cabida a hechos o personas de la vida local, nacional o que han rnerecido la atenci¨®n de los gaditanos a lo largo del a?o.
Aparte de la mascarada, y por encima de ella, el rasgo caracter¨ªstico de los carnavales gaditanos son las actuaciones de las agrupaciones folkl¨®ricas: coros, comparsas, chirigotas y cuartetos, de nombres tan pintorescos como ?Los peque?os cantores del viena? (el viena es un chusco de pan), ?Trigolin y las letras locas?, ?Paco Sand¨ªa y sus zagales jarto garbanzos?, ?El comandante Custok y los que se tiran al pil¨®n?, ?Romeo y Julieta y dos que les dan a la chuleta? o ?Los simios?. El creciente n¨²mero de agrupaciones, que este a?o rebasan el medio centenar, es un indicador de la recuperaci¨®n de los carnavales gaditanos, aunque tambi¨¦n puede ser un testimonio de la crisis econ¨®mica.
A trav¨¦s de las composiciones antes mencionadas, las agrupaciones ponen en solfa todo lo habido y por haber en una especie de fallas musicales, pero sin tracas y sin m¨¢s sonidos estridentes que el puramente gaditano de las ca?as de bamb¨². Si los ¨¢rabes sobresal¨ªan en la mascarada por la proliferaci¨®n de ayatollahs, moros de a pie y ur¨ªes, su dominio se extiende sin rivalidad posible en lo tocante a las composiciones musicales. Jomeini, cuyo nombre sufre con frecuencia modificaciones verbales, para quedar en Jodeini, es l¨ªder indiscutible de la tabla, seguido a cierta distancia por las parejas Falconetti-Jordache, B¨¢rbara Rey-Angel Cristo, Batiste-Piment¨®, y ya en solitario, luciendo con un resplandor azulado, el ?hombre blanco de Col¨®n?. Por temas, sobresalen, adem¨¢s de la autonom¨ªa, el paro, la subida de la gasolina y una serie de aspectos de la vida gaditana que van desde la pura instalaci¨®n de la General Motors al mal estado de la catedral o el peaje del puente de la bah¨ªa, sin olvidar el cepo municipal, que parece tener traumatizada a la poblaci¨®n.
Por supuesto que Adolfo Su¨¢rez no se ha escapado a las chanzas. Un cupl¨¦ del coro La Mascarada narra as¨ª el final de su confesi¨®n ante un sacerdote: ?Luego el cura le dijo: "Hijo m¨ªo, / como tu pecado fue mortal / debes cumplir la penitencia: / cantar dos veces el Cara al sol a Blas Pi?ar".?
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