El primer ministro franc¨¦s reitera a la Asamblea Nacional que no modificar¨¢ su pol¨ªtica econ¨®mica
La tasa de inflaci¨®n hist¨®rica del 1,9%, registrada en este pa¨ªs durante el pasado mes de enero, les revela a los franceses una vez m¨¢s que el a?o 1980 se perfila como el m¨¢s sombr¨ªo desde que, en 1973, la subida del petr¨®leo cerr¨® la era del crecimiento salvaje. Seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, conocidas ayer, el nuevo vendaval inflacionista, que afecta a todos los pa¨ªses industrializados, persistir¨¢ hasta el verano, de igual manera que aumentar¨¢n el paro y el d¨¦ficit del comercio exterior.Por ello, las autoridades ya no est¨¢n seguras de mantener el poder adquisitivo, pero el responsable del plan econ¨®mico que lleva su nombre, el primer ministro Raymond Barre, reafirma por en¨¦sima vez que no cambiar¨¢ de pol¨ªtica.
Desde hace veinte a?os, es decir, desde la instauraci¨®n de la V Rep¨²blica, nunca la subida de precios hab¨ªa alcanzado una tasa tan elevada como la del pasado enero. Una explicaci¨®n primera y cierta, en parte, seg¨²n coinciden todos los especialistas, explica esta sacudida inflacionista: los aumentos sucesivos del petr¨®leo es ahora cuando inciden plenamente en la maquinaria econ¨®mica del pa¨ªs.
Los responsables gubernamentales franceses afirman que toda la culpa es de la factura petrol¨ªfera (110.000 millones de francos para 1980, es decir, casi dos billones de pesetas). Los an¨¢lisis paralelos de los t¨¦cnicos admiten que, en gran parte, los precios son v¨ªctimas del aumento del petr¨®leo, pero calculan que en menor medida se debe tambi¨¦n a la liberalizaci¨®n de los precios que, poco a poco, ha instaurado la pol¨ªtica del primer ministro.
Un estudio de la coyuntura a medio plazo anuncia igualmente que hasta el verano, por lo menos, no es de prever que la inflaci¨®n ceda sustancialmente. Con ello, los pron¨®sticos oficiales que anunciaban una tasa del 10% para finales de a?o ?hay que corregirlos?, declar¨® ayer el ministro de Econom¨ªa, Ren¨¦ Monory. Se estima que esa tasa, a finales del a?o en curso, alcanzar¨ªa alrededor del 13% en el mejor de los casos. El estudio prev¨¦ tambi¨¦n un aumento del paro obrero, que afecta a mill¨®n y medio ,de personas en la actualidad. Y paralelamente, el d¨¦ficit del comercio exterior alcanzar¨ªa en los pr¨®ximos cinco meses los 15.000 millones de francos (260.000 millones de pesetas).
Repercusiones
Estos tres factores citados, en la pr¨¢ctica, para el franc¨¦s de a pie, se traducen en una disminuci¨®n constante del poder adquisitivo, que seg¨²n el propio se?or Barre ya no es seguro que pueda mantenerse a lo largo de 1980. Los a?os anteriores a la crisis econ¨®mica, el aumento anual de ese poder adquisitivo se cifraba en un 5%. Despu¨¦s, regularmente, ha bajado al cuatro, al tres y al 2% el a?o pasado.D¨ªas pasados, para enjugar la irresistible subida de los precios, y seg¨²n lo estipula la ley sobre el Salario M¨ªnimo (se sube cada vez que la inflaci¨®n anual supera el 2%), este ¨²ltimo fue aumentado en un 3,3%. Con ello, los 700.000 empleados que, en Francia, no cobran m¨¢s que el SMIC (salario m¨ªnimo interprofesional de crecimiento) percibir¨¢n mensualmente, si han trabajado cuarenta horas semanales, 2.324 francos, equivalentes a 38.000 pesetas, que supondr¨ªan unas 20.000 de poder adquisitivo en Espa?a.
Defensa de su plan
A la vista del panorama descrito, los resultados del llamado Plan Barre que, desde septiembre de 1976, es aplicado rigurosamente por el primer ministro, es un fracaso, denunciado por los partidos de la oposici¨®n, por los gaullistas y por no pocos especialistas progubernamentales. Ayer, incluso, los analistas menos sospechosos de antigiscardismo, como el del diario Le Figaro, anotaban que ?Ios hechos se vengan de la teor¨ªa (de la teor¨ªa del profesor Barre), puesto que los d¨¦ficit acrecentados, como la inflaci¨®n y el paro, ah¨ª est¨¢n, frente a nosotros?. Sin embargo, el primer ministro, ayer mismo, en la Asamblea Nacional, respondi¨® a las cr¨ªticas de los l¨ªderes de la oposici¨®n, el comunista Georges Marchais y el socialista Fran?ois Mitterrand, se?alando que de ninguna manera ?cambiar¨¦ de pol¨ªtica?.El ?dontancredismo? del se?or Barr¨¦, sin paralelo en la historia de la V Rep¨²blica, respecto a los diluvios de anatemas que aguanta regularmente, sin que consigan ahogarlo, ni la oposici¨®n ni los gaullistas, obedece a una raz¨®n primera y esencial. Toda su pol¨ªtica econ¨®mica, basada en la austeridad de la mayor¨ªa y consistente en disminuir los equilibrios exteriores, la dependencia energ¨¦tica y la inflaci¨®n, est¨¢ basada en reinstaurar los principios de una econom¨ªa liberal, que debe encontrar su motor en el desarrollo de las grandes empresas con porvenir.
De aqu¨ª el frenazo infligido a las subidas de salarios, combinado con la liberalizaci¨®n y subida consiguiente de los precios. Todo ello mengua la demanda interior, facilita la exportaci¨®n y, en la medida de lo posible, reduce el d¨¦ficit exterior. Resultado palpable, a la vista de los ejercicios de las grandes firmas durante el a?o 1979: todas ellas han realizado beneficios m¨¢s o menos fant¨¢sticos en per¨ªodo de crisis. Esto es lo que escandaliza a quienes les preocupa el presente de la mayor¨ªa de los franceses y lo que aferra al se?or Barre a su l¨®gica de austeridad para los m¨¢s y de provecho para las empresas que, en su opini¨®n, le dar¨¢n raz¨®n un d¨ªa.
Dicha estrategia econ¨®mica, acentuada a pesar de la coyuntura cr¨ªtica, se explica tambi¨¦n pol¨ªticamente: a un a?o vista de las elecciones presidenciales, el Gobierno podr¨ªa apretar m¨¢s aun hasta el verano pr¨®ximo, con el fin de que entonces las ?medidas econ¨®mico-electorales? sean m¨¢s sensibles y, en consecuencia, m¨¢s eficaces a la hora del voto.
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