La decadencia econ¨®mica andaluza
La econom¨ªa andaluza se encuentra sumida en un proceso de regresi¨®n que arranca de lejos y adquiere se?as de identidad desde que se inicia la industrializaci¨®n espa?ola con una din¨¢mica propia, en especial a partir de la segunda mitad del siglo XIX. La historia de la decadencia andaluza coincide, precisamente, con el desarrollo del_capitalismo espa?ol, en cuanto que, hasta entonces, la econom¨ªa andaluza ocupa un primer¨ªsimo lugar -generalmente desconocido- entre las diferentes regiones y nacionalidades espa?olas. Todav¨ªa en 1800, seg¨²n estimaciones de J. Plaza Prieto (v¨¦ase el cuadro n¨²mero l), el producto bruto de Andaluc¨ªa ascend¨ªa al 24,75% del total espa?ol, en tanto que, por ejemplo, Catalu?a s¨®lo sumaba el 8,28% -una tercera parte del producto bruto andaluz- y el Pa¨ªs Vasco el 2,02%, datos todos ellos que, a pesar de su limitada fiabilidad, revelan una considerable distancia entre Andaluc¨ªa y el resto de las regiones espa?olas. S¨®lo Sevilla, que ocupaba el primer lugar entre todas las provincias espa?olas, absorb¨ªa un 14% del producto bruto total, superando con creces a toda Catalu?a y Pa¨ªs Vasco juntas.Incluso en los comienzos del proceso de industrializaci¨®n, Andaluc¨ªa consigue todav¨ªa ¨¦xitos importantes con las primeras factor¨ªas metal¨²rgicas de las provincias de M¨¢laga y Sevilla, que fuerzan -en la primera mitad del siglo XIX- lo que Jordi Nadal, catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, ha denominado la ? industrializaci¨®n del Sureste?. Pero tanta fortuna se desvanece en poco tiempo, justamente cuando el proceso de industrializaci¨®n arranca definitivamente. A partir de entonces -y ya sin soluci¨®n de continuidad durante m¨¢s de cien a?os- la suerte se vuelve de espaldas para Andaluc¨ªa. Al final de esa etapa, seg¨²n las m¨¢s recientes estimaciones del servicio de estudios del Banco de Bilbao, el producto bruto de Andaluc¨ªa hab¨ªa descendido al 12% del total, mientras que la provincia de Barcelona se hab¨ªa situado en el 16%, y la de Vizcaya por encima del 4%. S¨®lo la provincia de Madrid cuenta con un producto bruto -casi el 17 % del total- que supera ya al de toda Andaluc¨ªa. Por su parte, la evoluci¨®n de la poblaci¨®n es un dato m¨¢s que significativo de los desequilibrios espaciales y la concentraci¨®n de la producci¨®n: mientras que Madrid, Barcelona o Vizcaya han visto multiplicada su poblaci¨®n por m¨¢s de siete desde los comienzos de la industrializaci¨®n espa?ola, la de Andaluc¨ªa -a pesar de su m¨¢s elevada tasa de natalidad- s¨®lo se ha duplicado en el mismo periodo.
El resultado es que, en 1975, la renta per c¨¢pita de Andaluc¨ªa se sit¨²a en 103.103 pesetas, muy por debajo de la media nacional -144.731 pesetas- e incluso por debajo de la media de otras dos regiones, Castilla la Vieja-Le¨®n y Castilla-La Mancha, que han atravesado tambi¨¦n una progresiva y acentuada decadencia.
Especializaci¨®n productiva y dependencia comercial
Andaluc¨ªa se halla, pues, inserta en un proceso de regresi¨®n estructural que no puede explicarse al margen del otro proceso que sigue la econom¨ªa espa?ola a partir de la segunda mitad del siglo XIX. No se trata aqu¨ª de abordar un an¨¢lisis detenido de esos factores, pero no se puede omitir la simple menci¨®n de algunos de ellos. As¨ª, es obligada la referencia a la explotaci¨®n colonial de la excepcional riqueza minera de Huelva, Ja¨¦n, C¨®rdoba, Sevilla, Granada, etc¨¦tera, en cuanto que la econom¨ªa andaluza se convierte en el principal abastecedor de materias primas minerales que van a facilitar el despegue industrial de determinadas metr¨®polis. Todo ello, tras el triunfo revolucionario -curiosa ?paradoja? para Andaluc¨ªa- de 1868. No menos importancia tiene en la explicaci¨®n del subdesarrollo andaluz la gran propiedad latifundista que diversos autores, como Mart¨ªnez Alier, Malefakis, Antonio Bernal, Manuel Artola o las obras ya cl¨¢sicas de Pascual Carri¨®n han valorado con precisi¨®n. Y, finalmente, tampoco puede olvidarse la progresiva articulaci¨®n de un sistema proteccionista, propiciado por los intereses sectoriales que dominan el proceso de industrializaci¨®n (metal¨²rgicos, sider¨²rgicos, textiles, etc¨¦tera), que asegura ventajas comparativas a los intereses industriales frente a los agrarios andaluces. A este respecto, conviene recordar que el reiterado pacto de la restauraci¨®n, entre agrarios e industriales, fue siempre menos ventajoso para los primeros, que se ven obligados, en diversas ocasiones, a aceptar acuerdos netamente favorables a los segundos. Bastar¨ªa una referencia a los numerosos debates que suscitan los aranceles de 1891 , 1906 y 1922, o a la simple composici¨®n de la junta de aranceles y valoraciones, o al examen de sus 4cuerdos, para comprobar hasta qu¨¦ punto salieron perjudicados los intereses de la burgues¨ªa andaluza.
Las consecuencias de todo ello son ampliamente conocidas: a) La balanza comercial de Andaluc¨ªa con el exterior es fuertemente dependiente en bienes de alto valor y productos manufacturados, adem¨¢s de bienes de capital, pero tambi¨¦n en productos elaborados del propio sector agrario. b) La balanza de dependencia sectorial es fuertemente excedentaria, lo que significa que son mucho m¨¢s importantes y numerosas las exportaciones de inputs -que son elaborados y transformados en otras regiones- que las importaciones de esos mismos productos.
Finalmente, el an¨¢lisis de las relaciones intersectoriales a trav¨¦s de las tablas input-output -recientemente elaboradas por el Instituto de Desarrollo Regional de la Universidad de Sevilla y el Departamento de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la Universidad de M¨¢laga- revela la escasa articulaci¨®n existente en la econom¨ªa andaluza, que se comporta en la pr¨¢ctica como una estructura productiva t¨ªpica de un ¨¢rea subdesarrollada.
Tambi¨¦n los flujos financieros han contribuido en el caso de Andaluc¨ªa -como en las restantes regiones atrasadas- a acentuar la dependencia econ¨®mica respecto a los centros industriales que protagonizan el crecimiento econ¨®mico de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Gran parte del ahorro de la regi¨®n se ha canalizado hacia inversiones en los centros industriales que han concentrado el capital y la mano de obra. As¨ª, los datos relativos a la distribuci¨®n provincial del cr¨¦dito -utilizados con las debidas salvedades, pues no siempre los cr¨¦ditos concedidos o dispuestos se invierten en las provincias que se conceden- y las cifras correspondientes de dep¨®sitos confirman esta hip¨®tesis. Como puede observarse en el cuadro n¨²mero 2, Madrid, Barcelona y Bilbao est¨¢n recibiendo, a trav¨¦s de la banca privada, importantes recursos financieros que son en gran parte captados en espacios econ¨®micos subdesarrollados. Concretamente en Andaluc¨ªa -v¨¦ase el cuadro n¨²mero 2-, de cada cien pesetas depositadas en la banca, s¨®lo se invierten 74,7 pesetas, correspondiendo los mayores desfases a Almer¨ªa -de cien pesetas depositadas s¨®lo 24,4 pesetas se invierten en cr¨¦ditos en la provincia-, a Granada (50,5 pesetas), a Ja¨¦n (64,5 pesetas), y a M¨¢laga (57,4 pesetas). En el extremo opuesto, Madrid absorbe 143,3 pesetas en cr¨¦ditos por cada cien pesetas en dep¨®sitos; Barcelona, 121,3 pesetas por cada cien pesetas, y Bilbao, 180,5 pesetas por cada cien pesetas. En total, los citados centros aportan el 46,1 % de los dep¨®sitos bancarios, mientras que reciben en cr¨¦ditos el 63,9 %.
Estos trasvases de flujos financieros se acent¨²an a trav¨¦s de las Cajas de Ahorros. En especial, a causa del coeficiente de inversi¨®n obligatoria en valores computables de grandes empresas que, en las ¨²ltimas d¨¦cadas, han canalizado gran parte de los recursos de estas instituciones financieras: m¨¢s de un 40 % hasta 1977, y en torno al 30 % en la actualidad, como consecuencia de las reducciones previstas por un decreto de agosto de 1977. Como es bien conocido, las empresas cuyos t¨ªtulos han figurado tradicionalmente como valores computables para la inversi¨®n de las Cajas son grandes sociedades (Altos Hornos de Vizcaya, Iberduero, Hidroel¨¦ctrica Espa?ola, etc¨¦tera) la mayor parte de ellas localizadas, o con actividades predominantes, fuera de la regi¨®n. No en vano, de las 1.200 grandes empresas industriales, s¨®lo 59 tienen su domicilio social en Andaluc¨ªa; s¨®lo 31, en Galicia; 35, en Castilla la Vieja y Le¨®n; en tanto que, en Madrid, est¨¢n domiciliadas 448; en Barcelona, 317, y en Bilbao, 83.
Los trasvases de flujos financieros tambi¨¦n se acent¨²an a trav¨¦s del plan de inversiones -si es que as¨ª puedel denominarse- del INI, o las transferencias de rentas que generan las cuantiosas p¨¦rdidas de las empresas p¨²blicas (Hunosa, Ensidesa, etc¨¦tera), pocas de ellas localizadas en Andaluc¨ªa. En efecto, el inmovilizado acumulado por el INI en Andaluc¨ªa, a 31 de diciembre de 1976, s¨®lo representaba el 4,2 % del total, cifra muy inferior a cualquier otro indicador regional, como la distribuci¨®n de la poblaci¨®n o la producci¨®n neta. As¨ª, el inmovilizado acumulado por habitante -3.899 pesetas- se sit¨²a en uno de los ¨²ltimos lugares, rebasando s¨®lo al de Extremadura y Pa¨ªs Valenciano. El resto del sector p¨²blico compensa, en parte, estos trasvases a trav¨¦s de las transferencias de la Seguridad Social -dado el car¨¢cter de subvenci¨®n con que funciona el r¨¦gimen agrario- y las entidades oficiales de cr¨¦dito que tienen efectos redistributivos de signo contrario. Por ¨²ltimo, el sistema fiscal arroja tambi¨¦n un saldo de flujos favorables que se reduce dr¨¢sticamente si se tiene en cuenta los recientes trabajos sobre imputaci¨®n de los ingresos y gastos p¨²blicos. La cuesti¨®n m¨¢s pol¨¦mica se centra en la discutible identificaci¨®n de la recaudaci¨®n provincial de los impuestos con los pagos impositivos realmente efectuados en cada una de las provincias. En el caso de Andaluc¨ªa, la Direcci¨®n General de Tributos ha demostrado que las recaudaciones provinciales de los impuestos que registran las delegaciones de Hacienda son muy inferiores a los ingresos fiscales efectivamente satisfechos por sus ciudadanos.
En definitiva, la econom¨ªa andaluza se encuentra sumida en un proceso de regresi¨®n estructural que coincide -y se inicia- con el desarrollo del capitalismo espa?ol y la industrializaci¨®n de los siglos XIX y XX
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