Una soluci¨®n al callej¨®n sin salida
Parece que los planteamientos de mi art¨ªculo anterior han empezado a cumplirse en cuanto a los resultados pol¨ªticos del mes de marzo, que nos conducen a situaciones que exigen una remodelaci¨®n de los modos de gobierno y de sus personajes. El descalabro gubernamental de Andaluc¨ªa, abri¨® los sucesos de un mes que est¨¢ llamado a ser hist¨®rico. Las elecciones del Pa¨ªs Vasco han tenido todav¨ªa m¨¢s acento frente al Gobierno de lo que se preve¨ªa. Las tres provincias vascas, Euskadi, como se quiera, o como sea, componen una de las zonas vitales espa?olas, por razones no solamente industriales, sino hist¨®ricas, y con una seria incidencia nacional en todos los ¨®rdenes. Me dec¨ªa con mucha gracia el diputado socialista Enrique M¨²gica que un pa¨ªs como el vasco, que ha producido a Ignacio de Loyola y a Unamuno, est¨¢ en condiciones de sorprender siempre a cualquiera. La sorpresa, en este caso, no est¨¢ en que pac¨ªficamente los vascos se hayan hecho cargo de su destino, sino en el suceso de que los grandes vencedores no tienen ning¨²n parentesco de coincidencia, de sumisi¨®n o de dependencia con Madrid, sino que podemos decir que todo lo contrario. Y todav¨ªa lo m¨¢s original no es esto, sino el hecho de que el Gobierno de la naci¨®n no haya conseguido, ni siquiera, diez diputados en un Parlamento de sesenta. Cuando ocurre en otras organizaciones federales de Estado -Am¨¦rica o Alemania, por ejemplo-, los aut¨®ctonos, que se hacen cargo puramente de su destino, tienen parentesco pol¨ªtico con los grandes dirigentes del Estado, o de los partidos mayoritarios, o son esos mismos partidos. En Estados Unidos no hay otra cosa que republicanos y dem¨®cratas en toda la naci¨®n, y por eso los autogobiernos funcionan sin problemas pol¨ªticos. Eso ocurr¨ªa tambi¨¦n en Alemania, donde no hay otra cosa que esos dos partidos y medio constituidos por los dem¨®crata-cristianos, los socialdem¨®cratas y los liberales. Pero en Espa?a los dos grandes partidos del Estado, que son los ucedistas y los socialistas, han fracasado ruidosamente en el Pa¨ªs Vasco, y carecen de parentesco con los triunfadores, que son los nacionalistas y la izquierda nueva de Herri Batasuna y Euskadiko Ezkerra. Puede decirse, sin rodeos, que los socialistas y los de UCD han perdido pol¨ªticamente el Pa¨ªs Vasco, y el Estado de naturaleza federal que estamos haciendo podr¨ªa no salir.En Andaluc¨ªa se ha producido un suceso tambi¨¦n peregrino. La erupci¨®n nacionalista de Andaluc¨ªa es moderna, aunque su peculiaridad tenga una soberbia tradici¨®n hist¨®rica. Esta erupci¨®n, est¨¢ provocada por la concesi¨®n de otros autogobiernos (Catalu?a, Pa¨ªs Vasco y Galicia) y contra un centralismo que ha producido, y ha consagrado, una regi¨®n rica habitada por pobres, como dijo felizmente hace pocos d¨ªas Felipe Gonz¨¢lez. Entonces los andaluces ten¨ªan prisa por su autogobierno, con la esperanza de liquidar su p¨¦sima situaci¨®n social, y rechazar la asignaci¨®n de regi¨®n o nacionalidad de segunda clase. El Gobierno, por el contrario, se decidi¨® por la pereza legislativa respecto a Andaluc¨ªa, cuando hab¨ªa sido tan diligente en la concesi¨®n de los autogobiernos del Pa¨ªs Vasco y de Catalu?a. Su derrota fue atroz, porque Andaluc¨ªa todav¨ªa ten¨ªa una estructura dirigente o de poder con la que contar para un proyecto de derecha reformista, que es la interpretaci¨®n pol¨ªtica de UCD. La disposici¨®n contra el Gobierno no fue solamente de la izquierda andaluza, sino de sus clases medias, y de algunos grupos econ¨®micos m¨¢s relevantes, a quienes les sacud¨ªa el nuevo est¨ªmulo nacionalista. Reconstruir todo eso va a ser una tarea dificil, sin demasiadas esperanzas. Tambi¨¦n hay que a?adir que en el supuesto de que el Gobierno se hubiera pronunciado por el art¨ªculo 151, que es el de la diligencia, en lugar del 143, que es el de la pereza, en las elecciones al Parlamento habr¨ªa ganado la izquierda, porque el componente social de Andaluc¨ªa, con una gran poblaci¨®n campesina indigente, es tan importante como el componente social de los obreros en las zonas industriales. Y aunque esto habr¨ªa sido otro rev¨¦s para el partido en el Poder, nadie podr¨ªa discutir hoy a UCD su componente nacionalista en Andaluc¨ªa, que no ser¨ªa patrimonio exclusivo de la izquierda, como ha probado la defecci¨®n Clavero, entre otras manifestaciones.
El ¨²ltimo round de este combate, en el que el Gobierno ha perdido ya los dos primeros, va a ser el de las pr¨®ximas elecciones de Catalu?a. All¨ª la representaci¨®n de UCD ser¨¢ m¨¢s numerosa que en el Pa¨ªs Vasco, pero el componente de la izquierda y el de los nacionalismos puros ser¨¢ tambi¨¦n mayoritario. La representaci¨®n del partido en el Poder en Catalu?a no ser¨¢ de recibo para el equipo de hombres y de creencias que ocupan la gobernaci¨®n del Estado.
Parece natural que el Gobierno, a trav¨¦s de sus personajes m¨¢s heroicos y h¨¢biles, trate estos d¨ªas de digerir esta adversidad, y hasta en ocasiones de pintar las cosas de color de rosa. Por donde respiran ahora las ¨¢reas oficiales y sus panegiristas conocidos es por la cr¨ªtica de la abstenci¨®n. Si la abstenci¨®n fuera gubernamental habr¨ªan probado los abstenidos su escasa ilusi¨®n por quienes re presentan el Estado y titularizan el Poder. El margen socialista de la abstenci¨®n se inhabilita por s¨ª mismo. El socialismo es una ideolog¨ªa obrera o de manumisi¨®n, y no una mera opci¨®n de Poder. La abstenci¨®n no ha sido otra cosa que miedo, alejamiento de la pol¨ªtica, y desencanto. Ninguna de esas tres cosas ten¨ªa titulares pol¨ªticos entre los que se presentaban. Son gentes perdidas para esta empresa concreta. Los culpables est¨¢n en el sistema, y no fuera de ¨¦l; as¨ª es que nadie puede rentabilizar la abstenci¨®n. Pero esto forma parte de las leg¨ªtimas habilidades pol¨ªticas para sobre vivir. El tiempo que empieza a correr a partir del 21 de marzo deja al Gobierno sin t¨ªtulo para gobernar en su constituci¨®n presente y en sus programas actuales. Esto no quiere referirse a las personas. Algunos miembros de este Gobierno han probado su capacidad, y han afrontado muy bien situaciones apuradas. Los acontecimientos actuales no pueden descender al tratamiento de todas las personas. Todo eso aparece superado. Se trata, exclusivamente, de habilitar medios para gobernar con respaldo, puesto que hay que hacer el desarrollo constitucional que afecta a las autonom¨ªas o autogobiernos, y acortar las distancias siderales que hoy separan las autonom¨ªas del Gobierno de Madrid, del Parlamento y de? Estado. Uno de los errores importantes de nuestra Constituci¨®n, pero que podr¨ªa tener arreglo en el desarrollo de la misma Constituci¨®n, fue el de reconocer, precariamente, al Monarca -que es el Jefe del Estado- las atribuciones de la moderaci¨®n y del arbitraje, sin fijar los territorios de estas atribuciones y sin las asistencias jur¨ªdicas necesarias. Si ahora tuvi¨¦ramos esto, quien podr¨ªa arbitrar una salida a la dificil situaci¨®n actual ser¨ªa el propio Jefe del Estado, el Rey. T¨¦ngase en cuenta que, en estos momentos, no solamente aparece gravemente deteriorado el Gobierno de la naci¨®n, sino en riesgo la democracia misma. Si el Rey fue ?el motor del cambio? para traer la democracia, nadie tiene mejores t¨ªtulos que el Rey para conservarla. No se trata de poner al Monarca en sus manos atribuciones para decidir esto o aquello de espaldas al Parlamento, sino el de hacer intervenir a la Corona al modo de los buenos componedores para salir de la actual crisis de confianza. En estos momentos todo lo que se plantea es una general crisis de confianza. Andaluc¨ªa no tiene confianza en el Gobierno de Madrid. El Pa¨ªs Vasco no tiene confianza en el partido en el Poder, y as¨ª lo ha consagrado derrot¨¢ndolo en las urnas. Catalu?a va a sacar una representaci¨®n poco lucida de la Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. El Partido Socialista Obrero Espa?ol est¨¢ diciendo todos los d¨ªas que no figura entre sus prop¨®sitos un Gobierno de coalici¨®n con el partido en el Poder. La otra salida que se menciona es la de hacer un Gobierno con los componentes de las nacionalidades, pero esto incorporar¨ªa hipotecas muy graves respecto a esos mismos autogobiernos, y si no fuera as¨ª no se prestar¨ªan a formar parte de una soluci¨®n semejante. Cuando los remedios parlamentarios a la ?crisis de confianza? son tan escasos como los actuales, entonces es conveniente un ¨¢rbitro o un moderador del propio proceso democr¨¢tico. Hasta ahora el Rey, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, ha hecho posible la transici¨®n hacia la democracia. Ahora el Rey, con el respaldo de las fuerzas pol¨ªticas, podr¨ªa arbitrar f¨®rmulas para salir de este callej¨®n sin salida. Los pol¨ªticos, por supuesto, van a dar muy pocas facilidades. Y lo que ya se disponen a ofrecer, los que est¨¢n con el agua al cuello, no es otra cosa que tentaciones pornopol¨ªticas en la gran er¨®tica de alcanzar o sobrevivir. Es una verdadera l¨¢stima que el Rey no pudiera abrir un per¨ªodo de consultas a nivel puramente informativo de quien ostenta la moderaci¨®n y el arbitraje, de acuerdo con el art¨ªculo 56 de la Constituci¨®n, con los dirigentes de los partidos, y con las altas personalidades de los parlamentos auton¨®micos, en el objetivo de hallar todos los factores que puedan integrar y, por supuesto, ofrecer los materiales de esta consulta para la formaci¨®n de un Gobierno -monocolor o no- representativo, tranquilizante, con imaginaci¨®n, con autoridad, que reconduzca la situaci¨®n, de acuerdo con los ¨²ltimos acontecimientos. Esto tiene factura constitucional -aunque la Constituci¨®n no haya sido m¨¢s expresiva en estos asuntos- y, en cualquier caso, es un intento desinteresado de soluciones pol¨ªticas, bastante mejor que esta situaci¨®n, donde la Corona asiste impotente al descr¨¦dito de un Gobierno, a la deflaci¨®n asustante del Parlamento, y a la di¨¢spora de las comunidades aut¨®nomas respecto a su integraci¨®n hist¨®rica y constitucional en la Naci¨®n, y ¨¢ una afloraci¨®n de Estados inermes, ante la inexistencia de un Estado de prestigio, solidario y con autoridad.
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