Vascos y catalanes ante las elecciones
El 9 de marzo, por primera vez en su historia, el pueblo vasco tuvo la oportunidad de dotarse de un Parlamento. Parlamento que, geogr¨¢fica y pol¨ªticamente, sobrepasaba los l¨ªmites de esas instituciones tradicionales vascas como son las juntas generales, las cuales s¨®lo ten¨ªan y tienen ¨¢mbito provincial o, si se prefiere, representaci¨®n de cada uno de los territorios que conforman el Pa¨ªs Vasco y que tradicionalmente se han denominado condado de Alava, provincia de Guip¨²zcoa y se?or¨ªo de Vizcaya.El Parlamento nacido el d¨ªa 9 dispone, en virtud del Estatuto aprobado en 1979, de unas facultades que nunca tuvo instituci¨®n parlamentaria vasca alguna, y lo integran sesenta esca?os, que se distribuyen por igual n¨²mero entre las tres provincias.
No cabe duda de que el gran triunfador de estas elecciones ha sido el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Ello ha sorprendido a algunas sectores de nuestra sociedad, los cuales parecen no haber comprendido los cambios que se han operado en la misma y las consecuencias que de tales cambios se derivan. A la luz de la estructura del Estado, es decir, del texto constitucional, hay que convenir que se ha votado de forma coherente, ya que lo natural en una elecci¨®n regional es inclinarse por la regi¨®n. En este sentido y en esta ocasi¨®n, los vascos han votado vasco. Cuando el PSA presenta candidaturas en Catalu?a, parece l¨®gico pensar que no lo hace buscando el voto de los catalanes, sino de los ?naturales? de su regi¨®n.
Ahora bien, esta misma coherencia implica que a la hora de unas elecciones generales, de unas elecciones para elegir el Parlamento de la naci¨®n, se vote m¨¢s con sentido nacional y no localista. Y si no se hace de esta forma es que algo falla. Es evidente que la argumentaci¨®n expuesta no corresponde a una visi¨®n partidista, sino que se plantea desde el punto de vista de los intereses colectivos, como miembro de una sociedad a la que se quiere servir y para la que se busca el mayor grado de cohesi¨®n posible. Tesis que viene a coincidir con la expuesta, hace un par de a?os, por el soci¨®logo Carmona Guill¨¦n.
Una abstenci¨®n muy elevada ha sido la nota predominante de estas elecciones. As¨ª lo han reconocido los diversos partidos, pero deber¨ªamos tener en cuenta que en tres a?os el Pa¨ªs Vasco ha sido convocado a las urnas en siete ocasiones (tres referendos, dos elecciones generales, unas municipales y la ¨²ltima, al Parlamento vasco), de las cuales, cinco se han celebrado en el ¨²ltimo a?o. Igualmente habr¨¢ que tener en cuenta la composici¨®n de la poblaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco.
Esto es, el alto grado de inmigraci¨®n, que, junto al car¨¢cter localista de la consulta no ha conseguido acercar a las urnas a esa parte importante de su poblaci¨®n. Y la principal v¨ªctima de lo anterior puede haber sido el Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSE-PSOE), que ha visto disminuir sus votos por el abstencionismo de su clientela habitual.
La p¨¦rdida de votos del PCE, que contin¨²a su descenso de votos iniciado en 1979 en Catalu?a, m¨¢s que a la abstenci¨®n, parece deberse a una desviaci¨®n de votos hacia Euskadiko Ezkerra (EE).
Dentro de las fuerzas regionalistas vascas, o para no herir a nadie, de las fuerzas nacionalistas vascas, ha sido la gran triunfadora aquella que tradicionalmente se identifica con la ideolog¨ªa democristiana y que incluso ha representado a Espa?a en la Internacional de la Democracia Cristiana durante muchos a?os. Justamente una de las tendencias -como todo el mundo sabe- que, a nivel nacional, se integraron en UCD. Por ello, no es de extra?ar que muchos de nuestros votantes en las generales de 1979, a la hora de elegir el Parlamento vasco. hayan optado por conceder su voto a una l¨ªnea semejante de car¨¢cter local. Esto mismo es aplicable a los que votaron al PCE y ahora lo han hecho a favor de Euskadiko Ezkerra.
En el caso de AP resulta dif¨ªcil establecer comparaciones, ya que dicho partido no concurri¨® como tal a las generales ni a las municipales de 1979. Herri Batasuna (HB) es una coalici¨®n que mantiene pr¨¢cticamente el mismo n¨²mero de votos, pero ve aumentar considerablemente su n¨²mero de esca?os gracias a la abstenci¨®n y al tama?o de las circunscripciones en el Parlamento vasco.
En pol¨ªtica, debe mirarse siempre hacia adelante. Los resultados est¨¢n ah¨ª y, por ser expresi¨®n del pueblo soberano, hay que aceptarlos y someterse a ellos. En marzo de 1980, el gran desaflo al que tienen que hacer frente el Gobierno y el Parlamento vascos es, ante todo, la pacificaci¨®n de su territorio. Si no lo consiguer; habr¨¢n fracasado no s¨®lo pol¨ªticamente, sino como vascos. Pero esa pacificaci¨®n debe, tiene que realizarse dentro del marco constitucional; todo lo dem¨¢s ser¨ªan pretextos para intentar disimular o acallar el fracaso se?alado. Es decir, hay que realizar la pacificaci¨®n dentro de la unidad espa?ola y del respeto a los derechos humanos que constitucionalmente se han reconocido y que el partido del Gobierno, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico, a pesar del cosie que le ha podido suponer, ha mantenido.
Casi todo lo expuesto es aplicable para Catalu?a. Aqu¨ª, como en el Pa¨ªs Vasco, las fuerzas nacionalistas han sido las que m¨¢s han ganado en la elecci¨®n de su Parlamento. Y dentro de ellas, debido quiz¨¢ al car¨¢cter de sus gentes, la opci¨®n que se ha definido como socialdem¨®crata es la que se ha impuesto por la raz¨®n de los votos.
Quede bien claro: los catalanes prefieren una sociedad de tipo occidental, libre, progresista dentro de los cauces de una racionalidad moderada.
Observando la composici¨®n de las listas-candidaturas al Parlamento de Catalu?a, destaca que los nombres de los que las han encabezado eran personas conocidas por su electorado (Pujol, Revent¨®s, H. Barrera, Guti¨¦rrez, Ca?ellas, etc¨¦tera), ya que coinciden con aquellas personas que se presentaron en las elecciones generales de 1977 y 1979. Ello nos puede llevar a concluir que los catalanes, ante las mismas opciones y personas, a la hora de elegir su Parlamento, han votado catal¨¢n. Han sido coherentes con arreglo a la tesis que manten¨ªamos cuando habl¨¢bamos del Pa¨ªs Vasco, pero los mismos catalanes, a la hora de elegir el Parlamento de la naci¨®n, el Congreso de los Diputados, dieron preferencia a las opciones con implantaci¨®n estatal. La opci¨®n que ahora ha quedado en primer lugar (CiU) en las cuatro circunscripciones catalanas, hace un a?o, en la elecci¨®n del Congreso de los Diputados, no obten¨ªa m¨¢s que eI tercero o cuarto puesto. Todo lo anterior, ?no es buena prueba de la coherencia del pueblo catal¨¢n ante las urnas?
El PSC-PSOE no podr¨¢ aducir su p¨¦rdida de votos a la entrada de las candidaturas del PSA en Catalu?a, ya que el n¨²mero de votos obtenidos por este partido no cubre las p¨¦rdidas del primero.
De todo lo expuesto, la conclusi¨®n m¨¢s clara y evidente es que el buen Gobierno de un Estado, como el que nuestra Constituci¨®n establece, que alberga, por otra parte, la unidad de Espa?a, necesita de unos partidos pol¨ªticos de implantaci¨®n nacional (o estatal, si se quiere, para evitar susceptibilidades sem¨¢nticas), a trav¨¦s de los cuales el electorado deber¨¢ expresarse en unas elecciones generales.
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