S¨¦ptimo t¨ªtulo europeo de baloncesto para el Real Madrid
El Real Madrid consigui¨® su s¨¦ptimo t¨ªtulo europeo en medio de lloros, abrazos y una enorme tensi¨®n y una gran alegr¨ªa que coincidieron con el claxon electr¨®nico que son¨® al t¨¦rmino de los cuarenta minutos de esta final europea que disput¨® al Maccabi. El equipo espa?ol alcanz¨® el t¨ªtulo con todo merecimiento, ya que fue superior a su rival, que no estuvo ni mucho menos a su habitual altura. El d¨ªa bueno lo tuvo el conjunto de Lolo Sainz y ni un solo reparo se puede poner a su triunfo.Nada m¨¢s comenzar el encuentro se pudo observar que tal y como se esperaba aquello era una lucha de estrategias, debido, claro est¨¢, a que ambos equipos se conocen muy bien y se temen mutuamente. Lolo Sainz se ?invent¨®? un continuo cambio de defensa, que era de zonas o individual, seg¨²n el sistema de ataque que marcara Juan Antonio Corbal¨¢n. Esto desconcert¨® al Maccabi, que inexplicablemente tard¨® mucho tiempo en darse cuenta de ello. L¨®gicamente, para un finalista europeo esto no debe ser motivo de llegar a naufragar como lo hizo el Maccabi en varias fases del primer tiempo. Cuando la defensa era individual, Rull¨¢n se encargaba de Williams y Meister de Perry. Walter segu¨ªa a Silver, Corbal¨¢n a Aroesti y Brabender a Berkowitz.
Por su parte, el Maccabi, que empez¨® en defensa individual, sacrific¨® a Aroesti para que defendiera a Brabender, y fue Berkowitz, quien hac¨ªa lo propio con Corbal¨¢n. Klein se dio cuenta en seguida de que esto no le daba resultado, y no tard¨® en cambiar a zonas, au'nque luego, a lo largo del partido, y en atenci¨®n a las faltas que ten¨ªan sus jugadores, cambi¨® varias veces de defensa. Ni qu¨¦ decir tiene que a la hora de atacar s¨®lo Williams logr¨® romper de verdad la defensa blanca y se convirti¨® en due?o y se?or bajo los aros, donde estuvo hecho un coloso. Perry tard¨® en entonarse, y tan s¨®lo hizo seis puntos en la primera mitad. Berkowitz es todo un dato, trat¨¢ndose de este gran jugador tan s¨®lo hizo una canasta en juego en los primeros veinte minutos. Por si fuera poco, Aroesti no era el hombre inteligente y eficaz de otras ocasiones, y Silver, el gran peligro del Maccabi, no ?estuvo? en la cancha en los cuarenta minutos y no hizo un solo punto.
Con esta perspectiva, el Maccabi no pod¨ªa ganar un partido, y menos el de ayer, porque enfrente estaba un equipo que disputaba su duod¨¦cima final continental.
El Madrid cuaj¨® un gran primer tiempo bajo la sabia batuta de Corbal¨¢n, muy ordenado en ataque, aprovechando al m¨¢ximo a sus pivots y contraatacando en cuanto ten¨ªa ocasi¨®n. Es cierto que en el segundo tiempo baj¨® mucho su rendimiento e incluso su calidad de juego, lo que le llev¨® a pasar apuros, y si no sle convirti¨® este bache en tragedia hay que significar que fue por los continuos fallos y graves errores que tuvo el Maccabi. No obstante, en una racha de aciertos, y coincidiendo con la salida, por faltas, de Corbal¨¢n, se pas¨® de un 77-63 (minuto 31) a un 83-80 cuando faltaban cuatro minutos y cincuenta segundos para terminar. Para entonces, el partido se hab¨ªa cobijado en la emoci¨®n que lleva consigo una final, pero la calidad de juego era muy escasa por ambas partes. Con esta t¨®nica se lleg¨® a un final que afortunadamente para los blancos no fue tan dram¨¢tico como lleg¨® a preverse.
El Madrid de las grandes ocasiones
Hay que se?alar que pese a los baches que tuvo, el Madrid volvi¨® a ser el de las grandes ocasiones, ese equipo que sabejugar en campe¨®n porque afronta con decisi¨®n y valent¨ªa los choques decisivos cuando un t¨ªtulo est¨¢ enjuego. Ayer, pese a que sali¨® como v¨ªctima, no hizo ninguna concesi¨®n a su rival, en cuanto a lucha se refiere, y de ah¨ª que fuera un gran triunfador. Como ocurri¨® en el partido del Palau Blau Grana de la Liga, Lolo Sainz volvi¨® a acertar en el plantemiento, que en ning¨²n momento se vio obligado a cambiar. Tan s¨®lo peque?os matices, a veces obligados, porque sus jugadores estaban cargados de faltas. El t¨¦cnico madridista le gan¨® la baza a Klein y demostr¨® que se tra¨ªa el partido muy estudiado y la lecci¨®n -de sus ¨²ltimos resultados con el Maccabi- bien aprendida.
Poco, por no decir nada, puede hacer un Maccabi en el que Berkowitz, hombre decisivo siempre, hizo s¨®lo doce puntos, seis de ellos de tiros libres. Silver no anot¨® y esto se acus¨® m¨¢s en un equipo que, por ejemplo, los aparentemente raqu¨ªticos catorce puntos de Brabender. Perry, Williams y Boatwrigh, al que tuvo que recurrir Kelin en vista del desastre, son grandes jugadores, pero no suficiente para ganar una final europea a un rival de la categor¨ªa del Real Madrid.
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