Teor¨ªa de pacordo?ez
Por la tarde ha estado en casa James Markham, corresponsal del New york Times, haci¨¦ndome una entrevista para su sencillo peri¨®dico. Su primera pregunta ya me la han formulado alguna otra vez: ?Es usted el Norman Mailer espa?ol?
Naturalmente, me halaga tan desmesurado parentesco; pero me lleva a reflexionar sobre este curioso mecanismo psicol¨®gico (de psicolog¨ªa de masas) por el cual todos tenemos que ser otros, todo hombre ha de ser definido, para bien o para mal, metaforiz¨¢ndole mediante otro hombre conocido. Despu¨¦s nos hemos ido, Markham y yo, a la presentaci¨®n del libro de Francisco Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, hecha por Jes¨²s de Polanco y Justino de Azc¨¢rate, y donde unos dos mil fieles de a¨²n no se sabe qu¨¦, hac¨ªan sonar ya los tam/tanes de un nuevo partido pol¨ªtico. Hab¨ªa clima de luna llena, temperatura de ordal¨ªa y protocolo de izquierda/derecha civilizada. Pacord¨®?ez estuvo brillante, cambiante, fulgurante, docente, dramatizante y euforizante:
-Es el nuevo Su¨¢rez.
Lo que les dec¨ªa a ustedes al principio: aqu¨ª y fuera de aqu¨ª, todo hombre necesita otro hombre como punto de referencia. Bueno, pues yo creo que, en este caso, no. P¨¢cord¨®?ez es Pacord¨®?ez, el l¨ªder europe¨ªsta con m¨¢s futuro de la pol¨ªtica espa?ola, el hombre que puede contrarrestar, con el tir¨®n de Europa, el tir¨®n ya excesivo de USA. Joaqu¨ªn Garrigues, doloroso y valios¨ªsimo par¨¦ntesis en la pol¨ªtica nacional, o su hermano Antonio, emblematizan la tentaci¨®n yanqui, el desafi¨® americano (quiz¨¢ m¨¢s por esquematismo informativo del personal y de la prensa que por voluntad propia), mientras qu¨¦ Pacord¨®?ez supone la m¨¢s alta ocasi¨®n europea que vieran los siglos de franquismo y postfranquismo.
Pacord¨®?ez dijo que nuestra democracia es como Peter Pan, el ni?o que se neg¨® a crecer. Yo no creo que Su¨¢rez haya so?ado nunca ser Peter Pan. En todo caso, alguna vez, de ni?o, en Cebreros, Su¨¢rez quiso ser el Flechas y Pelayos. Se lo dije a Pacord¨®?ez una noche que me invit¨® a cenar:
-Has nacido socialdem¨®crata en un pa¨ªs que no tiene tradici¨®n socialista ni democr¨¢tica, t¨ªo.
Lo que es Pacord¨®?ez es un pol¨ªtico adulto -palabra de Giner de los R¨ªos que subray¨® Azc¨¢rate para una democracia adulta. En nuestra democracia cheli, le falta marcha para hacer que esto no decaiga. ?Por qu¨¦ no funda ya un partido que se lleve arrastrando la derecha liberal y la izquierda prudencial, por qu¨¦ no se lo hace de cisma en uced¨¦, por qu¨¦ deja morir la magia ritual y emocional de la otra tarde, cuando celebr¨® sus grandes bodas con la Historia o con la nada? Quiz¨¢, precisamente, porque no ha le¨ªdo lo suficiente el Flechas y Pelayos, como Su¨¢rez, que el tebeo imperial ven¨ªa lleno de filibusteros a lo divino y exploradores de Dios, y de ah¨ª le nace a Su¨¢rez la gracia filibustera y arponeadora del hombre - que - se - ha - hecho - a -s¨ª - mismo (y a los dem¨¢s) a fuerza de arponazos. Siendo el m¨¢s intelectual de UCD, Pacord¨®?ez hubo de enfrentarse a la m¨¢s descalabrante realidad de la vida espa?ola: la del capital. Quiso hacer una reforma fiscal, es el ¨²nico que ha metido la mano en la llaga del costado por donde se desangra Espa?a. Pero el capital estaba tambi¨¦n en la presentaci¨®n de su libro, y mucho de ese liberalismo de media tarde, entr¨¦ progresista y carroza, que huele a chanel y a Gallimard.
Est¨¢n inquietos, Pacord¨®?ez, est¨¢n desencantados y deseando volver a encantarse, galvan¨ªzalos, Pacord¨®?ez, pega un galernazo como los del Flechas y Pelayos, s¨®lo que todo lo contrario. Tu libro, arma arrojadiza al futuro, es tambi¨¦n un refugio, Pacord¨®?ez, como todo libro. Como cuando don Quijote volv¨ªa al Amad¨ªs tras haber sido rechazado por una realidad populosa de venteros, molinos, gigantes, odres, putarazanas y prelados. Que ah¨ª siguen, Pacord¨®?ez. Esper¨¢ndote.
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