Matar ciudadanos

Han matado a un ciudadano, le han disparado dos tiros en la sien con premeditaci¨®n y alevos¨ªa, ven¨ªa de tomar unas copas, quiz¨¢ fue a misa el domingo, aunque eso es lo de menos. Yo no conoc¨ª a Felipe Sagarna, pero pienso que era una persona afable y honesta; era zapatero, una humilde profesi¨®n en la que nunca so?¨® con medallas u homenajes; en su vida sencilla no hubo lugar para esas simplezas.S¨ª es posible que albergase la esperanza de un pa¨ªs m¨¢s justo y culto, y, por ello, pag¨® con el correspondiente pelotazo en la cara (las letras, con sangre entran, pensar¨ªa el responsable).

Esta vez no ha sido Lenin el inductor para apretar el gatillo, esta vez han sido los sicarios del dividendo y la plusval¨ªa, los defensores de Occidente, de ese Occidente que agoniza por culpa de ellos mismos. Esta vez han asesinado a un ciudadano de segunda o de tercera, porque en Occidente se encasilla a los ciudadanos igual que el f¨²tbol.

Quiz¨¢ para Felipe Sagarna fuese m¨¢s importante ense?ar a los ni?os a leer en las ikastolas que ir a misa para pedir la vuelta del pasado y sus privilegios (entre otras razones, porque nunca los tuvo). Tambi¨¦n intentar¨ªa luchar cara a cara, pero la primera vez se la rompieron con una bala de goma; en la segunda, los sicarlos no le dieron ni siquiera esa oportunidad: en la esquina,

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agazapados, se preparaban para hacer patria. Luego de cometido el crimen, se tomar¨ªan unos vinos en el mismo bar que lo hiciera Ia v¨ªctima momentos antes, y con regocijo y mil razones, comentar¨ªan que fue necesario por Dios y por Espa?a, olvid¨¢ndose en su ignorancia que Dios tuvo un hijo, al que crucificaron, que al ser carpintero siempre estuvo y estar¨¢ m¨¢s cerca de Felipe Sagama Ormaz¨¢bal que de cualquier fariseo o escriba de nuestros tiempos. /