La biograf¨ªa de un cubano universal
Si el componente mestizo es fundamental en las letras latinoamericanas, este mestizaje se complica en Alejo Carpentier, nacido en 1904, en La Habana, hijo de un arquitecto franc¨¦s y una rusa. Su padre hab¨ªa llegado a Cuba dos a?os antes y encamin¨® a su hijo por los senderos de su misma carrera. Pero el joven Carpentier abandon¨® a los diecisiete a?os los estudios de arquitectura para dedicarse al periodismo, a la m¨²sica y a la escritura. Biling¨¹e, sus primeros poemas los escribi¨® en franc¨¦s, y en sus tiempos estudiantiles se comprometi¨® en la lucha contra la dictadura de Machado.Se inici¨® a la literatura con el llamado ?grupo minorista?, fue redactor jefe de la revista Carteles y fundador de Avance, al lado de Juan Marinello, Ma?ach, Ichaso y Zacar¨ªas Tallet. Fue encarcelado, y en 1928 pudo escapar de Cuba con destino a Francia. La leyenda dice que el poeta franc¨¦s Robert Desnos le prest¨® su documentaci¨®n para poder huir. En Par¨ªs trabaj¨® en una casa de discos y se relacion¨® con el movimiento surrealista. Gaillard puso en m¨²sica sus Po¨¦mes des Antilles, y Darius Milhaud, su obra Invocation. Fue tambi¨¦n disc¨ªpulo del compositor Edgar Var¨¨se, y en 1933 pudo publicar en Madrid su primera novela, Ecu¨¦- Yamba-O. En el dialecto ?¨¢?igo de los negros cubanos, la expresi¨®n quiere decir ?alabado sea Jesucristo?, y el libro llevaba como subt¨ªtulo ?historia afrocubana?. Es una pieza de museo en la obra del escritor, que con el tiempo lleg¨® a considerarla como un tributo coyuntural al vanguardismo nacionalista de aquellos a?os. Por entonces irrump¨ªa en la literatura en espa?ol la poes¨ªa negra y folkl¨®rica de Nicol¨¢s Guill¨¦n y Emilio Ballagas, y el mestizaje geogr¨¢fico de Carpentier se superpon¨ªa al de su propia sangre.
Durante muchos a?os, Carpentier se opuso a la reedici¨®n de este libro, que tiene algo de ?pastiche?. Pero un d¨ªa, al descubrir una edici¨®n pirata argentina, plagada de errores y donde se eliminaba la referencia al lugar donde se escribi¨® (c¨¢rcel de La Habana, agosto 1927)-, autoriz¨® su publicaci¨®n en versi¨®n correcta en Espa?a. Cabe, d e todas formas, se?alar qui¨¦nes fueron los primeros editores que creyeron en Carpentier en 1933: Luis Araquistain, Juan Negr¨ªn y Julio Alvarez del Vayo.
Once a?os en Par¨ªs, hasta el estallido de la segunda guerra mundial, siendo tambi¨¦n testigo de la guerra civil espa?ola, terminaron con el regreso a Cuba, en 1939. Pero la isla del tabaco y el az¨²car iba de dictadura en dictadura, y la de Batista oblig¨® a Carpentier a un nuevo exilio, esta vez en Venezuela, desde 1945. All¨ª se dedic¨® intensamente al periodismo y a la escritura. El mismo escritor ha recogido posteriormente algunos trabajos musicogr¨¢ficos -en La m¨²sica en Cuba- y de cr¨ªtica literaria, en Tientos y diferencias, llegando a publicar m¨¢s de 2.000 art¨ªculos.
Los a?os del exilio venezolano son los de su definitiva consagraci¨®n como escritor, con la publicaci¨®n de tres novelas: El reino de este mundo (1949), Los pasos perdidos (1953), El acoso (1959) y un libro de relatos, La guerra del tiempo (1956). En estas obras aparece ya Carpentier como un escritor maduro, poseedor de una prosa l¨ªmpida y poderosa, que re¨²ne un sabor cl¨¢sico con el barroco americano, y donde en ocasiones aparece una estructura narrativa inspirada por las composiciones musicales. El reino de este mundo es una narraci¨®n compuesta por una serie de ap¨®logos y aventuras inspiradas en la realidad, la historia y las leyendas populares de Hait¨ª, bajo la sombra del dictador Henri Christophe. Los pasos perdidos relata la peregrinaci¨®n de un artista -un m¨²sico, otra vez- en la selva americana en busca de la m¨²sica esencial, esto es, de los or¨ªgenes. El acoso, novela corta, narra la persecuci¨®n de un hombre, traidor a sus antiguos compa?eros, seg¨²n una estructura narrativa extra¨ªda de la Sinfon¨ªa heroica, de Beethoven.
Carpentier regres¨® a Cuba en 1959, tras el triunfo de la revoluci¨®n castrista, a cuyo servicio se puso desde el primer momento. Primero dirigi¨® la Editora Nacional cubana, y desde 1966 resid¨ªa en Par¨ªs como agregado cultural a la embajada de su pa¨ªs. Son los a?os del triunfo definitivo, sobre todo despu¨¦s de la aparici¨®n de su obra maestra, El siglo de las luces, en 1962, gran fresco hist¨®rico ambientado a finales del siglo XVIII en el Caribe. Un comerciante franc¨¦s, V¨ªctor Hughes, ?exporta? al Caribe la Revoluci¨®n Francesa, la libertad, pero tambi¨¦n la guillotina y el terror. Tras un largo silencio, apareci¨® un reportaje habanero, La ciudad de las columnas (1970), y despu¨¦s otra narraci¨®n corta, El derecho de asilo (1972). Dos a?os m¨¢s tarde un retrato esperp¨¦ntico en otra de sus grandes novelas, El recurso del m¨¦todo, y otra narraci¨®n breve, un capricho hist¨®rico, Concierto barroco. Sus dos ¨²ltimas obras son La consagraci¨®n de la primavera (1978) -otro fresco hist¨®rico, esta vez con datos de su biograf¨ªa familiar, que empieza en la guerra civil espa?ola y termina con el triunfo de Castro frente a la frustrada invasi¨®n americana de Cuba y El arpa y la sombra, ?divertimento? hist¨®rico en torno a la figura de Crist¨®bal Col¨®n.
Al final, la obra de Carpentier, Premio Cervantes en 1977, Cino del Duca y M¨¦dicis en Francia el a?o pasado, aparece como la de un cl¨¢sico barroco, repleto de sabidur¨ªa, creador de la teor¨ªa de ?lo real maravilloso? -paralela a la del realismo m¨¢gico- y un humanismo obsesionado por la historia, de la que extrajo un pesimismo l¨²cido. Lo cual le impidi¨® reflejar en su obra con su habitual calidad el optimismo revolucionario (v¨¦ase el relativo al fracaso de La consagraci¨®n...) al que su sentido ¨¦tico aspiraba. Cre¨® mitos, extrajo de la historia su pesimismo humanista y fue m¨¢s eficaz como cr¨ªtico que como apologeta.
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